LA MATERNIDAD

Según nuestros criterios culturales más sanos, la esencia de la mujer, con la complementariedad del hombre, es dar la vida. Promover la vida, la natalidad, engendrar un nuevo ser humano, la maternidad de la mujer y la paternidad del hombre.

La vivencia de ser madre es única. Somos capaces de superar las molestias, los agobios, las fatigas…, por el gozo de disfrutar de ese nuevo ser que nos pertenece, por haber colaborado a formarlo dentro de mí.

» Por el hecho de ser mujer adulta, estás predispuesta a comprender las motivaciones más profundas del instinto maternal que todas llevamos por naturaleza. Porque no es sólo el hecho físico en sí, sino que, con nuestro desarrollo corporal, va creciendo en nosotras unas capacidades y unos valores, incluso unos sentimientos, que son propios de nuestro ser de mujer. Pienso que toda mujer está existencialmente hecha para acoger, sufrir con el otro, sentir y expresar ternura y compasión, ser paciente y servicial, cariñosa y tolerante, cercana, desinteresada y gratuita, en fin, una serie de valores humanos que son propios de la experiencia de sentir en nuestro interior la vida de otro ser»

Una mente sana, disfruta de esta experiencia, si no, presta atención a la emoción indescriptible de una madre primeriza:

—Desde que lo sentí en mí por primera vez, mi vida tiene un único motivo acogerle y darle vida. No sólo lo llevo en mi cuerpo, sino en mi corazón y en mi mente. Me siento portadora de algo tan grande que estaría todo el día absorbida por su presencia. Sólo el pensarlo me estremece.

 » Le he creado un precioso lugar en mi interior y le nutro con lo mejor de mi vida. Cuando encuentro algo hermoso, trato de transmitírselo a través de ese alimento misterioso con que le voy haciendo crecer dentro de mí. En el silencio de las noches, le cuento lo bonita que es la vida, lo hermosa que es la naturaleza, lo bello que es el mar y lo deseosa que estoy de que contemple todo esto con sus propios ojitos… Le pongo música suave y melodiosa mientras estoy trajinando por la casa y cuando reposo, lo arrullo en la mecedora y le digo palabras tiernas llenas de deseos de estrecharle con mis brazos. Estoy ansiosa por oírle, ver cómo se llena la casa con sus llantos y sus gorgoritos infantiles, sentir su vida fuera de mí, comentar con Toni su crecimiento cotidiano. Sueño con la deliciosa experiencia de poder juntos compartir nuestra paternidad. La casa será otra cuando nazca»

Es esta una realidad, toda mujer adulta estamos configuradas para experimentar la sublimidad de la maternidad.

La familia

Con estos tiempos que corren en los que tanto se habla de diversos modelos de familia, hombre y mujer, parejas de hecho, matrimonio gay, de la adopción de niños por estas parejas, el aborto, las madres de alquiler… Podemos darnos un respiro ante estas definiciones:

 la familia es el lugar natural en donde la relación entre hombre y mujer encuentra su plena realización. La familia es una realidad antropológica y, en consecuencia, una realidad social de cultura», es decir, «una sociedad natural en donde se realizan plenamente la reciprocidad y complementariedad entre hombre y mujer

Matrimonio: institución al servicio de la reproducción de la especie, por tanto, solo puede darse entre el hombre y la mujer, y debe ser muy duradera, para que tengan tiempo de engendrar y educar.

¿Qué leemos en nuestro libro?

—Es evidente que existe lo femenino y lo masculino, creo que somos dos modos de ser persona, dos modos que se complementan pero que no se pueden confundir. Somos complementarios. Nos necesitamos mutuamente y sabemos que juntos formamos un todo.

» Estamos aún inmersos en una sociedad patriarcal, donde la mujer sigue un paso por detrás de los varones, pero ya va siendo hora de que nos pongamos a estudiar el modo y la manera de que esto vaya cambiando.  

» Tenemos que ir corrigiendo esos errores ofreciendo a las nuevas generaciones la complementariedad del hombre-mujer, aceptando las dos dimensiones de la persona humana como necesarias para que la sociedad crezca armónicamente.

» Sencillamente creo que somos dos modos de ser persona, dos modos que se comple­mentan pero que no se pueden confundir. Somos equivalentes, pero no iguales. Ahora bien, otra cosa es que, como ser humano, ante la ley y demás, todos debemos ser personas con los mismos derechos y deberes.

Bueno, yo te digo que siempre existirá la diversidad y complementariedad biológica entre varón y mujer, por mucho que las mentes obtusas se empeñen en otra cosa. Y al mismo tiempo, siempre serán ambos los responsables de la prolongación de la especie.

Construyendo felicidad

Quizás en algún momento de tu vida echas en falta algo fundamental, algo que te llene plenamente, que te haga profundamente feliz. Busca la plenitud, buscas un ideal hacia el que caminar, algo que motive totalmente tu existencia para seguir con ilusión lo cotidiano. La vida no se puede llenar con una sucesión de deberes, obligaciones, normas… necesitamos algo más porque estamos hechos para ser felices eternamente.

¿Cuál es el camino para alcanzar esa meta, para vivir la plenitud de la felicidad?

Eso es lo que Andrés descubrió y esto es lo que ofrece a todo aquel que quiera escucharle

—Si no estáis contentos con esta sociedad, os invitamos a uniros a nosotros para construir otra mejor, donde juntos, combinando armónicamente nuestros valores personales, podamos ir haciendo realidad una sociedad buena para todos.

Rompe las ataduras que no te hacen feliz

Y más adelante, podemos ir descubriendo el sentido de su proyecto, a partir de la información que M95 va recogiendo en sus conversaciones. Lee estas palabras tan sabias

—Mira, la esperanza de una felicidad eterna no es algo que convence a todo el mundo, pero sí la búsqueda de una vida mejor en el aquí y ahora, por eso creemos que hay que lucha por conseguir mejorar nuestra realidad cotidiana, sabiendo que la felicidad autentica va más allá de la vida, pero no podemos esperar que aquella llegue pasivamente ni con resignación es­toica. No es algo que se realizará en un después lejano, en un luego más allá de este paso por la vida terrena. Es un después que tiene sus comienzos ya. Estamos experimentando sus pri­meros brotes aquí y ahora, por eso los que hemos descubierto esta verdad y nos hemos apuntado a este programa de vida, po­demos, después de varios años de experiencia, proclamar que es una realidad, que con nuestro programa existencial somos felices ya; aunque con las limitaciones por nuestra corporalidad, vivimos la ilusión y la esperanza de una felicidad para toda la eternidad.

Ojalá descubramos cada uno de nosotros que estamos llamados a vivir una vida con sabor a eternidad

¿Quién es Andrés?

Es un profesor de ciencias sociales del colegio del barrio.

Hace unos quince años tuvo una experiencia que le condujo a cambiar el rumbo de su vida, como dice Juan:

» Su proyecto de vida cambió desde aquel encuentro y aunque a veces parece que externamente todo sigue igual, sus motivaciones son otras… No es que a la vuelta de aquellos días de vacaciones ya era lo que es ahora, pero aquel encuentro marcó el principio de un camino. Fue un hacerse poco a poco, un ir calando las experiencias que iba viviendo interiormente, un ir descubriendo cada vez con más lucidez el sentido de su existen­cia, hasta profundidades insondables, dejándose interpelar por esa voz interior que le conduce hacia el cumplimiento cotidiano de su misión en la vida»

Andrés es pues, una persona que ha descubierto el sentido de su existencia. Sabe que ha nacido para cooperar con el Señor en la conducción de la Historia hacia el fin último de su hacedor, y se ha embarcado, a toda vela, en la ruta de sus colaboradores más fieles. Su vida tiene un objetivo, tratad de ir creando a su alrededor un círculo de justicia alimentada por la felicidad de sus conciudadanos.

Así podríamos resumir su mensaje:

» Nuestro único deseo es llegar al corazón del cercano, amigo o colega para abrirle al sentido pleno de la existencia humana que es lo único que puede dar razón ín­tegra a la vida. Si los padres son felices la familia funcionará, si el profesional está contento en todas sus dimensiones rendirá más, si el estudiante está bien motivado dejará de ser una preocupa­ción para el maestro… Si la sociedad es feliz, muchos males des­aparecerían por sí mismos. La infelicidad arruina la vida humana, provoca agresividad y seres inconformistas»

Esta es su manera sencilla de ir cumpliendo su misión existencial.

De M95 a Kay Moor

La agente M95, se presenta como Kay Moor, una joven de nacionalidad japonesa, aunque cuenta que su familia procede de Estados Unidos, pero que ya sus abuelos maternos se instalaron en la isla y sus padres tomaron esta nueva nacionalidad. Dice que su padre fue allí a trabajar como ingeniero técnico y que de ahí le viene a ella su dedicación al campo de la tecnología. Esto y su espíritu aventurero es, siempre según su información, lo que le motiva para presentarse aquí como candidata para posible profesora de informática en el colegio de ese barrio.

Ella va a ser la narradora, por eso toda la novela se desenrolla desde la ignorancia y el asombro de la novedad.

Se sorprende ante el proceder cotidiano de aquellas personas.

» ¡Hombres empeñados en modelar una historia nueva! ¿Lo consiguieron? ¿Por qué hemos cambiado tanto los humanos? ¿Qué fue de su proyecto? ¿Es lo nuestro mejor? ¿Hemos progresado? ¿Estamos quizás nosotros conduciendo nuestro destino por un camino erróneo?»

En cierta ocasión le dice Juan:

—Son muchas las cosas nuevas que una forastera puede encontrar en nuestro vivir. No porque sean raras sino porque vamos siendo capaces de comprometernos en serio, como te decía, con un construir la Historia desarrollando lo mejor de la humanidad y esto cada vez está resultando más ajeno a la cultura relativista que nos invade…

» Espero que cuando lleves una temporada entre nosotros, vayas comprendiendo y acogiendo este estilo de vida. Lo único que pretendemos es ir construyendo, dentro de nuestro pequeño círculo, un ambiente donde predomine el amor y la libertad fruto de la fortaleza interior de cada uno de sus individuos»

Así, poco a poco, va enriqueciéndose con esta nueva situación vital hasta llegar al final de la novela y poder hacer suya estas palabras de la Biblia:

“Yo te conocía de oídas, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42,5)