ENCUENTRO CON LA NATURALEZA

Sin duda que el Papa Francisco va a pasar a la historia como una persona que quiere dar respuesta al problema ecológico mundial. Ya nos sorprendió con su doctrina en la Encíclica “Laudato si” y lo ha vuelto a hacer en la última exhortación apostólica postsinodal “Querida Amazonia”. En el número 58 leemos: “La gran ecología siempre incorpora un aspecto educativo que provoca el desarrollo de nuevos hábitos en las personas y en los grupos humanos” Me parece muy interesante unir ecología con educación.

Por eso hoy voy a pararme a leerte esta conversación entre Marta y M95, a raíz de una acampada de los jóvenes del club en la que aquella tomó parte.

¿Qué tal os ha ido este fin de semana?

—Muy bien, pero de esto siempre vuelve una rendida, aunque vale la pena pues se disfruta mucho viendo el entusiasmo de los jóvenes.

Y ¿qué queréis con todo esto? Pues pienso que es algo más que pasarlo bien ¿no?

—Por supuesto, todas estas salidas tienen un objetivo educa­tivo. Pretendemos ofrecer otra alternativa a los jóvenes tan ma­leables y vulnerables en esta sociedad de adultos que en muchas ocasiones los manipulan buscándolos sólo como producto de sus intereses de consumo.

Y ¿qué tiene que ver eso con la Ecología?

—Esto, como todas las actividades del club, son medios que ofrecemos para conducirlos por un camino que les lleve a desa­rrollar su personalidad y a adquirir defensas frente a las atraccio­nes que les acosan por otros cauces. Por eso nos interesamos en ayudarles a interiorizar los acontecimientos cotidianos. Las cosas pequeñas que pasan desapercibidas, los detalles concretos que se nos escapan y que pueden ser interesantes tenerlos en cuenta, todo esto va creando en ellos criterios firmes, para tomar decisio­nes libres y responsables. En concreto, hablando de la acampada, les ayudamos a observar el brote de un arbusto, el posarse de un insecto, el sonido de la naturaleza, el salir de las estrellas, las constelaciones, el amanecer… una hoja, una nube… todo ayuda a cultivar una actitud de acogida armónica de los bienes que nos proporciona la Naturaleza, y con ello se va desarrollando una rica sensibilidad y un recio espíritu que les lleva a amar la vida de toda la existencia creada, frente a la superficialidad y el egocentrismo de la sociedad que nos bombardea con su demanda de placer y consumo. El respeto de la Naturaleza es una buena vía para respetar la belleza de las cosas y aprender a usarlas sin abusar de ellas.

¿Y los jóvenes le gusta?

—Pues sí. Como todas las actividades son voluntarias, se apuntan a lo que más les atrae y desde allí se encuentran a gusto. En las acampadas, toman los apuntes de sus descubrimientos, de sus interrogantes, y en el tiempo de la puesta en común exponen sus datos, con lo que todos se enriquecen escuchando la aporta­ción de cada uno. Al final de la jornada, se palpa la satisfacción de haber adquirido nuevos conocimientos con la participación de todos. La Naturaleza es uno de los mejores campos educativos, se enseña y se aprende con facilidad e interés y nos hace cons­ciente del valor específico de cada ser. Esto es interesante porque muchas veces no usamos la capacidad de percibir lo que el hábi­tat nos ofrece, embaucados en nuestro entorno urbano de asfalto y máquinas. Por eso el fin de estas salidas es el ir despertando en ellos la conciencia de que el mundo es más amplio que su círculo cotidiano y no podemos ignorar que todo es útil y nece­sario, y nunca permitirnos el despreciarlo o destruirlo. Con esto descubren su responsabilidad ante la polución, los desperdicios, los gases tóxicos, el peligro de los incendios forestales… en fin todo lo que está a su alcance que puede llevar al deterioro de la biosfera o de cualquier otra parte del desarrollo de la naturaleza que tan inconscientemente maltratamos. A veces pienso que, si alguien nos viera desde otro planeta, no comprendería cómo se­res inteligentes tratan de destruir algo tan vital para ellos mismos.

¿Sentís la problema del destrucción ecológica?

—A nivel local no mucho, el tema se sitúa como una toma de conciencia a nivel planetario. Creemos que a un ciudadano eco­lógico le debe interesar la higiene ambiental, el respeto a los seres vivos y su desarrollo, la protección de todo lo que genera vida, pero también tiene que ser consciente de la justa distribución de los recursos de la naturaleza, que es uno de los temas más olvida­dos en los países industrializados.

¿Son muchos los ecologistas en este país?

—Hay gente inquieta por la sostenibilidad ecológica y se aso­cian para tener voz ante la sociedad, pero nosotros queremos ir más allá. En el fondo de nuestro proyecto educativo lo que pretendemos es ayudar a las futuras generaciones a ser personas capaces de sentir amor, interés e ilusión por la vida que les rodea. Esto no cuadra mucho dentro de una sociedad que se empeña en hacer de ellos robots, donde todas sus capacidades se reducen a tener en sí un almacén de datos y una formación puramente tec­nológica. Esto está bien para las máquinas, pero en mi opinión, las personas somos algo más. ¿No te parece?

¡Por supuesto! También quería que me contaras que es eso de los programas comarcales.

—¡Ah! es otra proyección de estos cursos. Durante las va­caciones estivales los jóvenes participan en los intercambios de desarrollo ecológico comarcales.

¡Explícame esto!

—Pues verás. Puesto que nuestros jóvenes suelen vivir en la ciudad y tienen poco contacto con la naturaleza, en verano marchan a pueblos y aldeas donde conviven con sus habitantes, enriqueciéndose mutuamente con la experiencia. Allí participan, junto con lo específico de cada lugar, de talleres diversos que les hace tomar conciencia del ahorro ecológico, reciclaje y cuidado del medio ambiente, en fin, programas sencillos que les despierta su responsabilidad personal y colectiva ante el respeto y colabo­ración del mantenimiento de la naturaleza. Todo esto, les enseña a valorar las riquezas de otras personas que no viven como ellos y también les hace madurar en las relaciones humanas a nivel más amplio.

¡Qué interesante!

—Sí que lo es. Esto es una manera creativa de ir fomentando entre ellos un nuevo estilo de colaboración, complementariedad y de desarrollo no sólo físico sino también relacional. Con ello se van preparando para ser ciudadanos abiertos a intereses humanos con una mira más amplia que la del comercio de la ciudad. Desde ahí pueden romper barreras y diferencias, reconociendo y agrade­ciendo los valores de las distintas realidades. ¿No te parece?

—¡Claro, claro!


—Otro programa vacacional son los cursos de voluntariado. En ellos los jóvenes se van preparando para ser futuros monitores de las nuevas generaciones.


—¡Me maravilla la dedicación que tenéis!

LA GLOBALIZACIÓN

La charla del relato anterior entre Andrés y M95 terminó con esta solicitud por parte de ella

—Una última pregunta. ¿Qué piensas de la globalización?

—Bueno, este es un tema muy complejo, con consecuencias éticas muy importantes, pues la actividad económica no puede de­jar de considerar el bienestar de toda la humanidad, por lo que se trata de buscar nuevos caminos para llegar a un desarrollo justo y sostenible, especialmente a favor de los países menos favorecidos. No se puede hablar de grandes avances en este campo cuando se siguen muriendo gente en muchos lugares del planeta por falta de alimento y atención sanitaria. Por eso yo soy partidario de la crea­ción de organizaciones internacionales de control y guía, para que orienten la economía hacia el bien de todos los pueblos.

¿Tú crees que la globalización es solo al campo económico?

—No, aún más, pienso que toda acción colectiva, del campo que sea, tiene que ponerse en favor de todas las personas del planeta. Cualquiera que sea el sistema, la organización social o económica ha de favorecer efectivamente la justicia y la solidari­dad en favor de cualquier ser humano.

¿Tú piensas que es la globalización para un mundo mejor?

—Todo depende de la orientación que los implicados quieran darle. El incremento de la producción, la difusión de las nuevas tecnologías, las buenas relaciones comerciales y culturales a nivel planetario, las buenas intenciones de favorecer la paz y la soli­daridad entre los países, la fuerza con que se trata de aplicar los derechos humanos… son rasgos positivos que sin duda ayudan a construir una historia más humanizadora.

¿Y ves algo negativo?

—Pues sí, también hay el peligro de que se creen organizaciones mercantilistas donde se marque más las diferencias económicas entre los países, la forzada e injusta competencia, organizaciones internacio­nales en manos de intereses particulares, grandes poderes que confi­guren monopolios. Por otra parte, existe el peligro de uniformar los modelos culturales anulando las autonomías nacionales, el surgir de redes globales de terrorismo, droga, explotación de las emigraciones…

Ya veo que es muy grande y complicado el campo de actuar.

—Así es. Pero no soy de esos que atribuye a la globalización todos los males del mundo, pues ya se van viendo resultados po­sitivos que hay que ir fomentando y motivando para que crezcan. Necesitamos pasar por encima de posiciones simplistas y enfocar nuestra atención sobre lo positivo que nos puede aportar este nuevo signo histórico. Creo que puede tener éxito cuando todos disfruten de sus beneficios.

Todo esto es un programa de muy compromiso.

—Si, pero en lo que respecta al modo de enfocar nuestra res­ponsabilidad social es mucho más profundo, porque sabemos que se nos ha dado este mandato de construir la historia presente con las actuales herramientas. Y si somos coherentes hemos de estar dispuestos a sacrificarlo todo, hasta la vida, para ser fieles a nuestra misión existencial.

A lo largo de toda la novela M95 tiene un único confidente, el agente V71, el cual siempre trata de frenar sus emociones ante el proceso de las investigaciones.

Ni que decir tiene que, a estas alturas de su estancia entre esta gente, M95 tiene muchas sospechas, dudas, interrogantes… que sólo las puede compartir con su compañero de proyecto.

Hoy vamos a introducirnos en su conversación después de oír esta última entrevista con Andrés.

Entre unos y otros, nos van ayudando a ir comprendiendo esta realidad. Al parecer actúan en los diferentes campos de la sociedad cultural, política y económica.

Si, vamos conociendo y valorando las características de este con­texto sociocultural, los fenómenos de influencia filosófica que motivan sus comportamientos. Su presencia en las diferentes estructuras cívicas es muy comprometida, procurando ser siempre portavoz de los derechos de todos los ciudadanos. Pero ya sé que su última motivación es el compromiso que han adquirido al saberse implicados en la empresa de ese misterioso S. H., al que llaman el Señor y que según ellos tiene un plan que dicen va más allá de la Historia.

Todo esto suena extraño y fantasioso.

¡Si pudiera ponerme directamente en contacto con él! ¡Tengo tan­tas preguntas aún sin respuestas!

¿Por ejemplo?

Pues… por ejemplo ¿cuál es el verdadero sentido de la historia de la humanidad?

¡Qué pregunta más trascendente!

¡No te burles!

Ten cuidado con tus impulsos, no te entusiasmes con tanta ve­hemencia. Recuerda que las grandes ideologías religiosas no colmaron las expectativas de sus creyentes, más bien les llevó al fanatismo y a la guerra en nombre de su dios. ¡Cuántas guerras santas han llenado la tierra de sangre y la historia de odio!

Es cierto, pero parece ser que aquí no es el caso

Bueno, algo habrá que no nos convenza.

Puede ser, pero creo que hemos descubierto algo que no nos puede cegar ante una verdad que parece tenemos olvidada.

¿A qué te refieres?

Pues a que la vida no se puede reducir sólo a las cosas que cap­tamos a simple vista. Ahora veo que esto no es la única realidad, hay algo más allá. Pero si somos todos de la misma naturaleza ¿por qué nos comportamos con unas respuestas tan distintas? ¡Aquí falla algo! ¿Quién está en lo cierto? ¿Cuál es el camino correcto? ¿Acaso hemos de recuperar los criterios existenciales de esta gente y que parece que nuestra civilización ha perdido?

M95, te lo repito no te metas a filosofa, no es tu cometido.

Pero creo que todos tenemos derecho a descubrir la verdad. Esta es una aventura que implica no sólo a la inteligencia y a las emociones, sino que requiere una escucha interior que nos hace trascender, que nos lleva más allá de los meros instintos y sensaciones por los que hasta aho­ra hemos funcionado. Entiendo que hemos sido educados en un nivel muy superficial que nos lleva a tomar decisiones muy poco comprome­tidas existencialmente, pensamientos débiles, meras opiniones, simples datos… Creo que hemos de dar el salto a otra dimensión olvidada, la dimensión del espíritu.

¡Sí…? Bueno… ¿y qué?

Pues que ya no puedo conformarme con meras opiniones que nos hacen esclavos de la manipulación arbitraria de los más fuertes. Nece­sito respuestas más inapreciables, más profundas.

Me parece que lo único que vas a conseguir es complicarnos la vida a los dos. Tú por tanto discurrir y yo por consentírtelo.

Bueno, todo esto bien puede ser el precio de la conquista de nues­tra libertad ¿no?

No sé, es un riesgo muy grande que no me atrevo a asumir. Es verdad que yo tampoco me he planteado estas cosas hasta ahora. Quizás nunca se me había presentado la ocasión, pero se nos está complicando la vida con tanta novedad sobre el sentido de la existencia humana, con opiniones tan distintas a lo que estamos habituados a escuchar. Sinceramente, no quiero meterme en este juego.

Pues yo sigo teniendo muchas preguntas: ¿Qué puede haber de cierto en una utópica eternidad? ¿Es posible que esta no sea la única vida que vamos a vivir? ¿Cuál es el fin de nuestra existencia? ¿Tene­mos un futuro más allá de la muerte o (como se nos dice) somos puro producto genético con una finalidad meramente física?

Todo esto suena inquietante, pero te insisto en que es muy peligro­so buscar respuestas.

Sinceramente, me siento aturdida ante la exigencia de replan­tearme el significado de mi propia existencia humana. ¿Por qué existo realmente? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Para qué he nacido?

¡Quieres dejarlo ya!

¡No puedo! ¡Se me ha metido en mis propias entrañas! Al menos déjame que te lo verbalice.

Tú verás lo que haces, ya te digo que no quiero verme implicado en tu locura.

Llámalo como quieras, pero recuerda que esta gente afirma que la existencia actual es un recorrer un largo camino hasta la puerta que nos separa de la auténtica vida, que se nos promete eterna y feliz desde que cruzamos definitivamente el umbral del más allá, después de la muerte.

Mira, si esto fuera cierto, ya la humanidad con tantos siglos de pensamiento tendría menos respeto a la llegada de esa hora, ¿quién ha vuelto del otro lado de esa puerta que se supone es la muerte, para tener esa certeza?

¡Otra pregunta para hacer! Pero sólo sé que esta es la primera vez en mi vida en la que me he parado a reflexionar sobre esa posibilidad. A medida en que me voy metiendo en esta sociedad me veo impulsada más y más a confrontar mis últimas razones existenciales

EL PODER JUDICIAL

Hoy vamos a escuchar a Andrés que nos va a hablar sobre su planteamiento ante la autoridad judicial de un sistema democrático.

Háblame del sistema judicial.

—Este es otro punto realmente interesante para el auténtico bienestar de la nación. Este colectivo judicial tiene una tarea de mucha responsabilidad, y yo creo que el secreto de su eficiencia real está en el actuar con independencia absoluta frente a los poderes políticos, y al mismo tiempo deben destacarse por su honestidad y eficacia al servicio de su auténtica causa, la justicia.

¿Son fácil de sobornar?

—Como en todos los campos humanos, existe el peligro de que no sean del todo honrados. Pero el que es de verdad un au­téntico profesional de la justicia, no mira el soborno ni las ame­nazas y se juega todo por defender los derechos de los menos fa­vorecidos, siendo portavoz de aquél que la injusticia y el egoísmo humano le ha colocado en situaciones desfavorables.

¿Qué te parece a ti que hacen los jueces en los casos de corrupción?

—Verás, son situaciones muy delicadas. Hay casos donde se mezclan grandes fortunas, prestigiosos políticos, especuladores bursátiles… en fin, personas con poder que son muy difíciles de condenar.

Ya veo.

—Lo cierto es que son los jueces los que deberían ayudar a poner las cosas en su sitio si se ajustaran a hacer su trabajo de de­fensores de la justicia y el orden. Yo creo que si el que incurre en algún acto ilícito supiera que la justicia funciona como debería, más de uno se lo pensaría antes de delinquir.

Yo he oído una protesta porque se libran de la cárcel los que tienen dinero para pagar la fianza.

—Así es, los delincuentes pobres que no tienen dinero para pagar las cantidades que se les adjudica por el delito cometido, esos no se libran de la prisión, los ricos y poderosos, tan culpa­bles o más que ellos, con abonar los costes marcados por el juez, aunque sean cantidades enormes, suelen librarse de pasar un solo día en la cárcel.

¿qué haces cuando ves una injusticia?

—Mira como queremos ir buscando creativamente los cami­nos pacificadores de reconciliación ante los conflictos cotidia­nos, lo primero que hay que evitar es toda clase de irritación o agresividad, pero nunca mantenernos pasivos ni indiferentes ante ella. La mentira, la falsedad de la manipulación del poder o ante la privación de los más elementales derechos de la persona como son el ser respetado con dignidad, el recibir el trato que se merece por el sólo hecho de ser persona, el tener lo mínimo para subsistir en cualquier situación, son condiciones que nos mueven a alzar la voz contra los hechos injustos. Aquí es donde jugamos la partida más arriesgada, pues se requiere mucho tacto para po­der convencer a los contrarios con mano de hierro en guante de terciopelo. ¿Entiendes lo que quiero decir?

Sí, que hay que ser firmes, pero no agresivos.

—¡Eres una chica muy lista!

Gracias. Explícame. ¿Si una ley permite algo que no os parece recto, vosotros podéis negaros a hacerlo?

—Como ciudadanos de una sociedad democrática tenemos que saber cuáles son nuestros derechos y no acobardarnos ante una legislación que no está de acuerdo con nuestros principios morales, pues por encima de toda ley está la conciencia como última instancia que hemos de seguir a la hora de actuar y no po­demos apoyar una legislación que no está a favor de la persona, un orden democrático debe respetar la conciencia de cada uno.

¿Y si os equivocáis?

—Por eso la urgencia de una buena formación, de consultar a expertos, a personas con autoridad moral, con garantía de serie­dad y rectitud de conciencia. Desde ahí es donde nos atrevemos a enfrentarnos, lo que es lo mismo, a objetar sobre una ley que consideramos injusta o incorrecta.

¿Supongo que no todos tienen ocasión de consultar a expertos?

—Supones bien. En cualquier caso, ante la duda de la rectitud de un comportamiento concreto, siempre hay un recurso que no falla, y es el preguntarnos qué es lo que va más a favor de la persona, qué nos hace más humanos, qué es lo que nos ayuda a vivir más dignamente.

¿Dónde trabajáis para poder ayudar a la gente que necesita?

—En cualquier estamento social, hay que ir introduciendo este estilo humanizador. Hay que vivirlo en el trabajo, en el lugar donde estudias, en casa, en fin, donde tienes ocasión de relacionarte con los demás. Pero es sobre todo en el campo de la educación y en los medios de comunicación donde nos jugamos el mayor reto, pues son lugares donde se puede ir haciendo pensamiento, donde se puede ofrecer otra alternativa para enfocar la existencia humana. Estamos allí donde son convocados los ciudadanos. Se trata de ir trazando otro camino, no sólo con la palabra sino con la coheren­cia de vida. Es así como tratamos de dar nuestra opinión desde el diálogo, el ejemplo y nunca desde la fuerza ni la violencia.

¿Y hay muchos jóvenes que os siguen?

—Pues veras, esta generación de jóvenes, lo tiene muy difícil porque son muchas las fuerzas, y de muy variados signos, las que tratan de ganarlos o confundirlos. Los jóvenes son seres aun sin criterio y por tanto fáciles de manipular, pero yo creo que el papel más influyente pueden tenerlo los padres y los educadores. La fa­milia aún tiene un lugar privilegiado para formar el futuro de nues­tra sociedad, aunque haya otras fuerzas que trabajen con energía para destruirla. Hoy por hoy, son los padres los que, con su cohe­rencia de vida, pueden impulsar a sus niños a ser honrados, traba­jadores, generosos, solidarios, porque, aun yendo en contra de las estructuras sociales, deben de luchar por conquistar para sus hijos un futuro donde todos puedan participar de una mesa fraterna.

Para terminar, permíteme que te copie un documento resultado de un trabajo de sus alumnos del último curso de bachiller

LOS DERECHOS DE LA CIUDADANÍA

“En un país que presume de llamarse democrático, el Estado debe velar porque todos sus habitantes tengan to­das sus necesidades básicas cubiertas.

Todo ciudadano posee unos derechos básicos, que im­plica al gobierno del país en justicia, a que se les facilite, a fin de adquirir unas condiciones de vida digna de un estado democrático.

La falta de atención al cumplimiento de estos derechos fomenta la desigualdad y genera la indigencia, con el agra­vante que supone el potenciar con ello la delincuencia y el pillaje por la carencia de medios de los más excluidos.

Es por ello por lo que pretendemos tomar conciencia de que la construcción del estado de bienestar se conseguirá a partir de un sistema en el que se garantice el derecho de toda persona a tener un nivel de recursos básicos cubiertos, de acuerdo con su dignidad humana. Un sistema que promue­va la igualdad, la solidaridad, la sostenibilidad ecológica, los derechos sociales y económicos, que faciliten el desarrollo pleno de cada individuo, es digno de llamarse justo.

Por tanto nos pronunciamos a favor de todo ciudadano, abogando por sus derechos al pleno desarrollo de una vida digna, haciendo hincapié en el sistema de protección social del Estado, para defender en justicia los derechos cívicos de cada persona, velando porque se le proporcione una vi­vienda, un empleo, un salario y una jubilación digna, una atención sanitaria y una educación que le abra las puertas para el acceso a la cultura y a todos los ámbitos de la vida pública, convencidos como estamos de que el estudio y la formación son elementos claves en la transformación y el progreso de la sociedad.

Todo esto es un toque de atención, no sólo para reflexio­nar sino para actuar e incluso para denunciar, ante las si­tuaciones de injusticia si procede, porque es compromiso de todos el conseguir una sociedad equilibrada y armonio­sa, apoyando los procesos de transformación social y cultu­ral, pero es deber del Estado el garantizar este progreso con unos servicios públicos, que velen por el cumplimiento de los derechos de los habitantes del país”

HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ

 Hoy en homenaje al 8 de marzo, quiero compartir contigo unas reflexiones sobre el hecho de ser persona.

No se trata solo del ser hombre o mujer, es el ser humano que se realiza como persona, a imagen de Dios en la unidad de la pareja.

¿Cómo enfocan este tema nuestros personajes?

    —Es evidente que existe lo femenino y lo masculino, creo que somos dos modos de ser persona, dos modos que se complementan pero que no se pueden confundir. Somos complementarios. Nos necesitamos mutuamente y sabemos que juntos formamos un todo.

» Estamos aún inmersos en una sociedad patriarcal, donde la mujer sigue un paso por detrás de los varones, pero ya va siendo hora de que nos pongamos a estudiar el modo y la manera de que esto vaya cambiando»

» Tenemos que ir corrigiendo esos errores ofreciendo a las nuevas generaciones la complementariedad del hombre-mujer, aceptando las dos dimensiones de la persona humana como necesarias para que la sociedad crezca armónicamente»

La experiencia biológica de la maternidad como raíz de lo genuinamente femenino, infundirá a la ciudadanía una gran riqueza en el campo relacional. Esos valores de entrega, acogida, apertura, preocupación por el otro, atención por el más débil, inclinación por la solidaridad, la unión, la aceptación de la singularidad de cada uno… En fin, asumir la dimensión femenina en la sociedades hacer una historia más comprensiva y tolerante, abierta a aceptar la igualdad y la originalidad de cada uno de los individuos que la componemos.

Lo femenino

8 AGOSTO, 2019 MARY CARMEN MURTULA

Todas estas cualidades que aunque se les puede atribuir como femeninas, sabemos que no dejan de ser más que actitudes de lo mejor del ser humano, de ahí que aquí se trate de valorar a la persona, hombre y mujer, como seres indiscutiblemente llamados a colaborar juntos en el avance del Reino. Por eso en este diálogo que a continuación te copio, se habla de la persona adulta que es consciente de su responsabilidad histórica.

—Nosotros somos un grupo de personas que hemos descubierto la misión específica y única que todo ser humano tiene en la vida. Esta consiste en favorecer la actuación del Señor en la Historia; tratar de hacer que sus planes sobre el aquí y ahora se hagan realidad, por eso no podemos excluir a nadie, todo el que descubra su misión de ir construyendo el Reino de S.H. será bienvenido.

¡Esto suena muy interesante!

—Pues sí, sí que lo es. Creemos que cada generación, cada cultura tiene una misión concreta dispuesta por el Señor, para ir colaborando con él en sus planes de ir recapitu­lando todas las cosas hacia la instalación eterna de su Reino. Cada uno tiene que ir descubriendo su papel existencial dentro de ese proyecto divino y entregarse por entero a ser su incondicional instrumento. Por eso nos presentamos como personas adultas que nos comprometemos a vivir el proyecto de S.H. en este presente en el que él nos ha puesto.

—¿Cualquiera persona adulta sirve?

—Por supuesto, la llamada es a cualquier persona en el espa­cio y en el tiempo, pero no todos son capaces de poner su liber­tad al servicio de una causa tan gratuita. Esto es muy exigente y requiere un temple de persona que tiene que estar dispuesta a nadar contra corriente.

¿A nadar…? ¿Cómo?

—Quiero decir que, en muchas ocasiones, pueden surgir di­ficultades ambientales o sociales ante las que es muy difíciles to­mar decisiones o que nos ponen en situaciones muy comprome­tidas incluso de incomprensión y desprestigio y aquí nos jugamos nuestro pacto con el Señor, por eso hay que tener una fortaleza interior que no se adquiere en dos días.

Ya veo.

—Está claro que nuestra misión de ir transformando la sociedad, no puede ser exclusivo de unos po­cos. S.H. llama al hombre para que colabore en su obra de ir desarrollando la Historia en un proceso ascendente hasta que él decida concluir todas las cosas. Cuando la Historia llegue a su fin, quiere encontrarse a los hombres preparados para un final feliz.

Esta es una programa muy ambiciosa ¿no?

—Puede ser, pero sabemos que el final no está a la vuelta de la esquina, nuestra misión es ayudar a las personas que el Se­ñor pone en nuestro camino, a tomar conciencia de su destino y acompañarlas hacia su propia meta.

¿Y cómo sabéis estáis haciendo lo correcto?

—Pues verás. Para que esto sea una realidad contamos con la fuerza del Señor. Él es el que nos enseña todas las cosas y condu­ce todos nuestros pasos. No solemos hacer nada sin consultarle.

¿Consultarle?

—Supongo que es muy difícil de entender para una persona aje­na a nuestra formación, pero nosotros creemos que su espíritu está en nuestro interior, que se comunica con cada uno y nos ayuda.

¿En el interior? ¡Esto cada vez más complicado!

—Vamos a ver si te lo sé explicar con palabras sencillas. Todo ser humano, que es sincero consigo mismo, se sabe pobre e inca­paz de sobrevivir por sí solo. Necesita de los otros.Todos nece­sitamos de todos y todos estamos llamados a ayudar a los demás para ir creciendo en armonía. Pero si te embarcas en una causa espiritual, te das cuenta de que las energías y la fuerza para ser eficaz en esa empresa te ha de venir de otra dimensión, la espiri­tual. Y es allí donde se realizan las auténticas batallas. Existe en nuestro interior un bien y un mal que luchan por ser el dueño de nuestra persona, por conquistar nuestra voluntad, y si optamos por nuestro bien interior, nos encontramos con el Señor como el único que puede ayudarnos a que el bien, que es él, sea el dueño y señor de nuestras decisiones. Bueno y a estos encuentros con él es lo que llamamos oración.

—¡Oh!

—Sí, es en la interiorización, en el encuentro con él en nues­tro interior donde le oímos y percibimos sus planes concretos para cada uno y para la comunidad que se reúne para escucharle. Estos términos nos sitúan exclusivamente ante la experiencia de personas creyentes, porque no se puede llegar a hacer este des­cubrimiento, sino en la medida en que tu mirada está iluminada por la fe.

¡Ahora sí que me encuentro completamente perdida! Yo no en­tiendo ese lenguaje espiritual.

—Es comprensible. Pero nosotros creemos en ello y nos va bien. Esta es la fuerza interior que nos da energía y nos hace in­trépidos y arriesgados. Estos encuentros con él y los hermanos, son los momen­tos más fuertes de la jornada. Nos reunimos para compartir los problemas y las experiencias en clima orante. Nos ayudamos y nos damos ánimo, consejo, estímulo… impulsándonos con nue­vas energías en la empresa que llevamos entre manos.

«Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt.18,20)