En un mundo en el que no nos ponemos de acuerdo para reaccionar ante el cambio climático, cuando la naturaleza la estamos deteriorando, cuando hay especies de animales que se van extinguiendo, cuando vamos perdiendo sensibilidad ante el campo, el bosque… De pronto, la pandemia del coronavirus nos revela que la humanidad es una de las especies en peligro. El virus nos está obligando a pensar, reflexionar y meditar en nuestro estatus como ser dependiente.
Quizás los primeros días nos parecían una buena ocasión para descansar y poder retomar aquello que siempre arrinconamos para cuando tengamos tiempo. Pero ya nos estamos cansando y añoramos el mar, la montaña, el bosque… un bello paisaje que nos libere de nuestras cuatro paredes.
Por eso me parece oportuno traerte hoy la primera experiencia de Andrés al contemplar y sumergirse en la belleza del MISTERIO de la propia Naturaleza.
—Voy a contarte el principio de todas las cosas para que no te coja desprevenida y te vayas haciendo una idea de la realidad que te vas a encontrar.
» Había sido un trimestre agotador y decidí escaparme a la soledad de una finca a pocos Km. de la ciudad para pasar allí el fin de semana. Salí a dar un paseo y me senté en una roca mirando al mar. ¡Era una puesta de sol espléndida!
» Trataba de relajarme ante la serenidad del maravilloso paisaje, cuando vi más allá de lo visible, me sentí sobrecogido por las fuerzas secretas de la misma naturaleza, por su vida, por el misterio de su fortaleza, de su belleza, de su permanencia resistiendo los elementos naturales y los ataques, a veces incluso destructores, del hombre. Todo esto pensaba, cuando me sorprendí yo mismo envuelto en esas mismas fuerzas superiores que me colocaban como parte de esa energía de la propia creación. Mi debilidad, mi cansancio, mi impotencia… se fortalecieron, hasta tal punto que experimenté toda la fuerza de mi existencia, hasta entonces desconocida para mí; era como si todo yo fuera el universo entero. Es algo que es muy difícil ponerlo en palabras, pero más tarde comprendí que, por primera vez, había tenido una experiencia de la presencia del Misterio en mi interior. Había cruzado el umbral de otra dimensión desconocida. Se me había hecho presente la grandeza de la gratuidad de todo lo creado.
» Aquella noche tuve un extraño sueño.
» Me encontraba durmiendo en una cueva situada en un monte y he aquí que oí una voz que me decía: “¿Qué haces aquí Andrés?
» Yo respondí: “He cruzado el umbral y quiero conocer el Misterio.
Sal y ponte de pie delante de la cueva. He aquí que Él pasará. Un viento muy fuerte sacudió la montaña y rompió la roca, pero en el viento no lo descubrí. Y después del viento un temblor. Tampoco allí le vi. Y después del temblor, fuego. No estaba Él en el fuego. Después del fuego oí un susurro, el ruido ligero de una brisa suave. Cuando lo oí, me cubrí el rostro y reconocí que en esa brisa estaba Él.

» Su presencia me llegó hasta los huesos. Fue entonces cuando advertí que le oía desde mi interior. Su voz la sentía brotar desde lo más profundo de mi propio ser:
“Pídeme lo que quieras.
“¿Qué he de pedirte? …
Dame un corazón que escuche atento, Para que sepa descubrir las necesidades de los que me rodean Y sabiduría para poderles ayudar a discernir entre el bien y el mal.
» Parece que le gustó mis deseos. Y prosiguió:
Llámame y te responderé, te revelaré cosas grandes, inaccesibles, que tú no conoces.
» Me desperté. Estaba amaneciendo, la ventana se había abierto y la brisa de la mañana me daba en el rostro.
» Yo sentía que aquello había sido algo más que un simple sueño. Había de verdad entrado en un ámbito misterioso, en un ‘espacio’ distinto, que nunca había experimentado. Todos los objetos de la habitación estaban allí, externamente todo permanecía igual, nada estaba alterado, pero… ‘algo’ o ‘alguien’ lo hacía diferente.
» Se había abierto una puerta invisible ante mí y yo había atravesado su umbral. Un umbral que me llevaba a otra dimensión, a ser diferente y definitivo”.
¿No necesitaremos como él sumergirnos en esa experiencia de valorar el GRAN MISTERIO DE LA NATURALEZA?
Quiero retomar estas palabras: Se me había hecho presente la grandeza de la gratuidad de todo lo creado.
Ojalá el añorar nuestra libertad nos ayude a valorar la belleza de la Naturaleza y nos lleve a la conclusión de que hemos de cambiar nuestro modo de vivir. Necesitamos urgentemente aprender a subsistir de manera más solidaria buscando el bien común de toda la creación, porque somos parte de ella y nada suyo nos puede dejar indiferente.
Y no estaba en el viento recio,ni en el temblor,,ni en el fuego,tampoco estaba en el virus… estaba en el servicio y en los que servian.
Saludos:Este virus lo paramos Orando Unidos en Familia
La Paz Contigo … y con los tuyos.
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Gracias por tu comentario tan certero. Allí donde está un cristiano debemos encontrar siempre al Dios que lo habita.
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