EN EL HOSPITAL

Sintió, medio inconsciente, que alguien ponía un paño frío sobre su frente y le aliviaba del ardor que parecía envolver todo su ser. Algo punzante le fue inyectado en un brazo… ¿Cuánto tiempo estuvo bajo esa sensación de que nada había en su mente…?

Poco a poco notaba que volvía en sí, la suavidad y el frescor que sentía en la frente le iba serenando…

A pesar de ello se resistía a abrir los ojos, quería estar listo para tomar una decisión antes de dar señales de estar consciente, fuera quien fuera la persona que le estaba atendiendo, no le interesaba aún que notara su vuelta en sí.

 Él seguía con al asunto que le preocupaba.

 —¿Será posible que sea este de verdad mi destino? —se preguntaba— ¿Qué me puede suponer el aceptarlo?

No tenía ninguna referencia donde apoyarse.

—¿Cómo podré dirigirme a unas personas completamente ajenas al tema? Pero… ¿Quién me escuchará? ¿Qué les voy a decir?…

Sin darse cuenta, estas últimas palabras las había pronunciado en voz alta, mientras se revolvía en la cama inquieto, entre sudor y fiebre.

—Calma, no grites, serénate, no te inquietes más. Ya ha pasado todo. Estás en buenas manos. Calma…

Oía aquella voz como si llegase de muy lejano.

—¿Quién eres? —preguntó aún medio inseguro de su consciencia. Notaba la lengua muy pastosa y, con dificultad, siguió preguntando—. ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado?

Demasiadas preguntas para una persona… El caso es que no hubo o no oyó las respuestas… Poco a poco volvió a tomar en peso su presente. La mirada se le iba clarificando… Y así llegó a darse cuenta de que estaba en una habitación desconocida, supuestamente en un hospital. Una joven enfermera estaba inclinada sobre él poniéndole paños fríos en la frente ardiente. Su mente iba recuperando estabilidad.

—¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy?

—Estás en el hospital de investigación científica. Hace tres días te encontraron en tu casa inconsciente y te trajeron aquí. Al parecer algo ha ido mal en esa misión, pues por los síntomas de fiebre y de constantes ataque de espasmos sensoriales, se piensa que puede ser el resultado de algún virus que tu cuerpo no ha podido asimilar y nos ha resultado muy difícil el combatirla por la extrañeza del caso. Esperemos que sólo te haya afectado físicamente. Ya el hecho de que hayas recuperado el conocimiento es buena señal.

Sentía un dolor agudo por todo el cuerpo, acentuándosele en las articulaciones, le parecía que los músculos y los sentidos se resistían a obedecer. A pesar de ello se alegró de haber regresado a la realidad cotidiana. ¡Era un alivio el pensar que todo había sido una pesadilla febril!

—De momento parece que vas saliendo de la crisis de parálisis sensorial que tanto nos ha preocupado. Espero que poco a poco, con unos días de reposo salgas adelante. ¿Cómo te encuentra?

—Me duele todo el cuerpo, aunque me parece que me voy recuperando.

Pero se daba cuenta que le costaba pronunciar correctamente las palabras, sentía la lengua pesada.

—Es natural esas molestias. De todas formas, ahora se trata de que consigas descansar sin pesadillas ni sobresaltos. Un sueño sereno, será la mejor terapia para que recuperes cuanto antes las fuerzas. Te dejo solo. Si al despertar te encuentra con ánimos, levántate e intenta moverte por la habitación tratando de apoyarte por si te mareas.

¿Cuánto tiempo estuvo durmiendo

 Esta vez se sentía recuperado. El dolor articular había cedido casi por completo y parecía que los sentidos ya no le causaban ninguna molestia. Trató de incorporarse, pero al hacerlo la habitación se le vino encima.

Se echó de nuevo en la cama, cerró los ojos y procuró concentrarse mentalmente para dirigir todas sus energías hacia la acción que trataba de realizar.

 Esperó unos minutos y por fin, sin prisas, con suavidad, intentó sentarse al borde de la cama poniendo los pies en el suelo y relajándose con su frescor. Permaneció así unos minutos, procurando controlar la situación. Se colocó las zapatillas y trató de ponerse de pie, pero tuvo que asirse a los barrotes de la cama, porque el vértigo le podía. Apretó fuertemente aquel metal frio, hasta notar daño. Cuando sintió que recuperaba la estabilidad, intentó mover los pies que parecían ir calzados con zapatillas de plomo. Llegó hasta la pared y se apoyó en ella, permaneciendo allí sin atreverse a continuar. En ello estaba cuando se abrió la puerta de la habitación y entró la enfermera. La joven, al verle levantado sonrió satisfecha, dejó en una silla una toalla que traía y se acercó ofreciéndole su brazo para ayudarle a caminar.

—Me alegro de verte tan animado. ¿Cómo te encuentra?

Él le devolvió la sonrisa y contestó:

—Parece que poco a poco voy ganando terreno a la inestabilidad física.

—Has estado muy mal. Pero parece que lo más complicado ya lo has superado.

 —Gracias. Te agradezco de veras toda la paciencia que has tenido conmigo.

—Es mi trabajo, pero la verdad es que lo he hecho con mucho gusto. —Sinceramente te repito mi agradecimiento, supongo que no he sido un paciente fácil.

—Es que todo esto es muy irregular.

Siguieron caminando en silencio por el pasillo. Paso a paso percibía que iba haciéndose dueño de su cuerpo. Se sentía más estable pero aún no se atrevía a caminar solo. Por fin dejó de concentrarse en sus torpes movimientos y se atrevió a romper el silencio para preguntar:

—¿Sabes qué ha sido de la agente M95?

La joven bajó la cabeza y nada contestó.

—Comprendo —se le hizo un nudo en la garganta.

Después de unos segundos eternos preguntó con temor:

—¿Y yo?

—Perdona que me meta en tus asuntos, pero creo que la respuesta a esa pregunta la tienes tú mismo.

—¿Yo?… No comprendo. ¿Qué sabes tú de este proyecto? Se supone que aún no es público.

—Soy del equipo médico de este plan, por lo que me da pie para estar al tanto de cómo se va desarrollando el caso. Al parecer, están esperando que te reponga y termines tu trabajo, aunque yo creo que después de lo que ha pasado estos días, tendrás que pensarlo un poco más despacio y dar una respuesta valiente.

—¿A qué te refieres?

—Ten en cuenta que he pasado muchas horas a tu lado y, por si no lo sabes, eres de los que proclaman sus pesadillas a todo pulmón, por eso me destinaron a cuidarte temiendo que otra persona ajena al proyecto te escuchara.

—Entonces…

 —Mira, si me permites un consejo te diré que, si yo estuviera en tu lugar, me arriesgaría a ser coherente tomando libremente una decisión de acuerdo con mis convicciones. Aunque suene muy arriesgado es lo que debes hacer. Este es el momento y lugar adecuado para proclamar el mensaje, y a ti se te ha confiado esta misión. Debes de anunciarlo a nuestra generación.

—¿Cómo…? Pero… ¿Quién eres? ¿Qué sabes sobre este tema? ¿Qué he dicho en mis delirios?

—Cálmate, no te conviene inquietarte por el bien de tu salud. No te agites. Sólo quiero que sepas que puedes confiar en mí. Que me han mandado aquí para ayudarte. Sólo queremos conectar con tus sentimientos y enviarte un mensaje de colaboración a tu misma causa.

—Pero… ¿Dónde estoy? ¿Sigo con mis pesadillas?

—No, estás en la realidad. Pero tiene que entender que, en nuestra propia generación, no todo el mundo es frio e insensible. Aquí también podemos ser cercanos y capaces de intentar echar una mano a la gente, sobre todo cuando nos interesa sacar adelante un proyecto tan interesante como el que llevamos entre manos.

—¡Yo…! ¿Entonces…? ¡Tú…! ¡Estamos…!

—Si, hemos tratado de que todo pareciera lo más natural posible, pero tienes que saber que, detrás de este proyecto hay un grupo de personas que estamos dispuestos a colaborar contigo para que S.H. sea conocido en nuestra sociedad.

—Pero si yo… ¡No entiendo nada!… ¡Esto es absurdo! ¿Tú… vosotros… quiénes sois?

—Ya te lo he dicho, somos un grupo de personas que trabajamos por tu misma causa. Y por ahora te basta con saber esto. Sólo te pido que reflexiones sobre la determinación que quieres tomar y libremente te decidas con coraje y valentía a favor de los que queremos que este proyecto no sea un fracaso. Aún más, esto puede ser una ayuda recíproca si te unes a nosotros. De tu decisión depende que todos salgamos ganando.

—¿Esto quiere decir que hay más personas interesadas? —preguntó con entusiasmo y curiosidad.

—Si, las hay.

—¿Lo dices en serio?

 —¿Por qué iba a engañarte? Ahora quiero que sepas que no voy a comunicar de tu recuperación inmediatamente. Te dejo para que reflexiones. Tú verás lo que decides hacer con tu vida.

En cuanto la enfermera cerró la puerta tras de sí, V71 se acercó al ropero para buscar algo que ponerse y después de vestirse, salió al pasillo. ¡Era el momento! Utilizando la escalera de incendios para evitar encontrarse con alguien, se dirigió a la calle pasando desapercibido. Una vez fuera del edificio, tomó un vehículo público y llegó a su casa sin ningún obstáculo.

COMO JONÁS

Antes de seguir adelante con el desenlace de la novela, para entender lo que a continuación viene, os recomiendo la lectura de un pequeño libro bíblico que narra la historia del profeta Jonás.

Como a él, Dios le va a pedir al agente V71que sea el protagonista de su momento histórico.

S.H. tiene un plan, busca a alguien para que sea su mensajero ante esos ciudadanos tan ignorantes, pretende valerse de V71 para hacerse presente en la historia a su manera.

Jonás se resistía a cumplir su misión ¿Qué respuesta va a dar V71?

V71 estaba recostado en su cama leyendo la carta de su compañera

. ¿Qué hacer?

Hoy es ella y pronto vendrán por él si no cumple el mandato del Supremo Consejo.

¿Será capaz de terminar con este asunto de una vez por todas como si nada hubiera ocurrido? ¿Es él tan frío e insensible como ellos pretendían que fuese? ¿Por qué se iba a complicar la vida? ¿A caso tenía tanto valor para enfrentarse con la realidad como lo había hecho ella? ¿No es más importante seguir viviendo que morir por una causa que no termina de entender? ¿Valía la pena arriesgar su seguridad, su propia existencia? … ?

 ¡No, no lo haría!… ¡No quería morir!…

Tenía otros planes y no estaba dispuesto a perderlo todo como lo había perdido M95

Pero… ¡Ella…!

¡Qué cobarde y temeroso se sentía!

¿Cómo salir de esta pesadilla?

¡… …!

No entendía nada de lo que pasaba. Sin saber cómo, se vio dentro de un oscuro túnel que le absorbía hacia atrás, como una aspiradora potente. Iba tropezando en las duras y aristadas paredes, magullándose todo el cuerpo. ¡Parecía que le estaban arrancando la piel! Tal era el dolor que sentía.

Por fin aquella tortura se paró y se encontró escupido en un lugar extraño.

 ¡Estaba agotado!

Físicamente no podía moverse y su mente sufría una alarmante confusión.

 Alguien le tomó de la mano y le obligó a incorporarse al tiempo que le decía:

“Levántate, ve a la Gran Ciudad,

y predica contra ella

 porque su maldad ha llegado hasta mí”

  —¿Qué es esto? ¿Cómo yo? ¡No entiendo nada…! Imposible. ¿Qué se yo? ¿Quién eres que así me llamas?

  Se sentía sin fuerzas… y ahora… ¡una nueva demanda!…

 ¿No tenía suficiente con terminar lo que tanto le angustiaba?

  Eso ya le estaba superando física y psicológicamente, le estaba causando tales problemas que se sentía incapaz de someterse a más presión.

¿Qué hacía él ahí?

Esperaba una respuesta para chillar que se habían equivocado de persona.

  —Buscad a otro —gritó—, yo no os sirvo. Estoy demasiado implicado en otro asunto. Mis fuerzas tienen un límite y ya me he agotado. ¡Bastante aré si salgo bien de esta! ¡Uf…! como para complicarme en otra aventura…

   —Te necesito. Yo te he elegido de entre todos los tuyos. Yo soy quien te envío y esto te ha de dar seguridad, pues si respondes aceptando, te daré las fuerzas necesarias para que cumplas bien esta misión en la que te quiero involucrar. Nada temas, yo estoy contigo y esto te ha de bastar para saberte vencedor. Tú serás mi testigo, mi mensajero, mi presencia física ante aquellos a los que te envío. Deja tu existencia en mis manos. Pon tu vida a favor de esta misión. Yo te llamo, te quiero hacer un hombre nuevo. Tus planes, tus proyectos, tu futuro… ponlos ante mí, porque tu existencia quiero sellarla con mis propios intereses. Serás un signo de mi presencia en tu historia cotidiana para que

El pueblo que camina en tinieblas

vera una gran luz.

Sobre los que habitan la tierra de sombras

 brillará la luz.

-—¿Qué significa esto? ¿Por qué yo?

No temas, yo estoy contigo

 no me mires con ansiedad,

 porque yo te fortalezco y te ayudo,

te sostengo con la diestra de mi justicia.

   A pesar de estas palabras, él se resistía. Se sabía incapaz de comenzar otro proyecto que le supusiera dificultades existenciales y nadie le iba a hacer cambiar de planes.

Se decía en su interior:

—No me voy a dejar convencer. No creo que sea cosa mía. Esto es parte de la pesadilla que estoy viviendo estos días. La tensión del desenlace de todo lo acontecido, me hace ya ver visiones. ¡Este no puede ser mi destino! ¡No estoy hecho para complicarme la vida!

Y dirigiéndose a su interlocutor volvió a gritarle

—¡Búscate a otro! ¡Te estás equivocando conmigo!

  Pero el peso de su presencia se le hacía irresistible.

¿Cómo liberarse de él?

Tendría que actuar con astucia. El otro parecía ser una persona muy inteligente y poderosa.

¿Qué hacer…?

¡Ya tenía un plan!

Está bien —le dijo—. Iré y les hablaré.

 —Me alegro de que seas sensato y te fíes de mí.

Y antes de poder responder, volvió a verse envuelto en aquel absorbente túnel.

Mientras se dejaba llevar por aquella fuerza, avanzando hecho un ovillo, con la cabeza entre las rodillas y tratando de cubrirse con los brazos, iba pensando entre golpe y golpe:

—Llegaré, me meteré en una nave del tiempo y cuando haya alcanzado cualquier lugar extraño la destruiré. Prefiero quedarme en cualquier sitio, por muy mal que me vaya y vivir sin responsabilidades, antes que enfrentarme con mi gente que sin duda pedirá mi cabeza. No estoy dispuesto a comprometer mi existencia por ponerme con absoluta disponibilidad en manos de alguien a quien casi no creo y que me pide ir en contra de los que también conozco y de los que sé cómo tratan a los que se colocan en el otro bando.

No le había gustado nunca enfrentarse con riesgos que no le aseguraban plenamente el poder dominarlos.

—¡Quiero ser libre! ¡Apártate de mí! ¿Qué tengo yo que ver contigo? ¡No lo haré! ¡No voy a complicarme la vida por ti! ¡Nada tienes que ver conmigo!…

¡Quizás esta llamada tenía que ver con ese misterioso SH…!

Poco a poco iba coordinando su capacidad mental.

Si, comenzaba a sospechar que todo estaba relacionado con su responsabilidad de destruir o no el mensaje que traía del proyecto que llevaba entre manos. ¿Tendría que aceptar que lo tenía que dar a conocer a su generación?

¿Qué hacer?

De nuevo se presentaba ante él las dudas del principio, con el agravante de que ahora se sabía llamado a cumplir una misión en la que cada vez se veía más implicado.

¿Sería capaz de llevar a cabo esta empresa?

Pero ¿cómo enfrentarse a su gente?

¿Cómo reaccionarían?

¿Habrá alguien que le escuche?

¿Qué era en concreto lo que tenía que comunicarles?

Si tuviera la certeza de sentirse ayudado por alguien…quizás si encontrara a alguien que mostrara el mismo interés… ¡aunque sólo fuera por curiosidad ante algo tan novedoso…!

¡Alguien en quien apoyarse, para al menos poder compartir triunfos y derrotas!

—¡No puede ser! ¡Nadie me escuchará!