UN CAMBIO DE VIDA COLECTIVO

El seguimiento de Jesús es personal, pero no individual, es comunitario, es un formar parte de un colectivo que no sigue una doctrina, ni una filosofía, ni una ley, ni un catecismo… es un seguir junto con otros, a una persona, Jesús de Nazaret, que tuvo como proyecto de vida el hacer realidad el sueño amoroso de Dios Padre para toda la humanidad.

Esto es lo que M95 intuyó con la información que le estaba proporcionando Juan, sobre el encuentro de Andrés con el supuesto S.H., por eso le preguntó:

—Y ¿cuál es los planes de vosotros de trabajar con la gente?

—Bueno, para que lo entiendas desde tu propio modo de ver las cosas, digamos que nuestra filosofía es anunciar un cambio de vida, para aquellos que buscan la auténtica felicidad.

—¿La auténtica felicidad? ¿Quieres explicar más?

—Mira, la esperanza de una felicidad eterna no es algo que convence a todo el mundo, pero sí la búsqueda de una vida mejor en el aquí y ahora, por eso creemos que hay que lucha por conseguir mejorar nuestra realidad cotidiana, sabiendo que la felicidad autentica va más allá de la vida, pero no podemos esperar que aquella llegue pasivamente ni con resignación estoica. No es algo que se realizará en un después lejano, en un luego más allá de este paso por la vida terrena. Es un después que tiene sus comienzos ya. Estamos experimentando sus primeros brotes aquí y ahora, por eso los que hemos descubierto esta verdad y nos hemos apuntado a este programa de vida, podemos, después de varios años de experiencia, proclamar que es una realidad, que con nuestro programa existencial somos felices ya; aunque con las limitaciones por nuestra corporalidad, vivimos la ilusión y la esperanza de una felicidad para toda la eternidad.

—¿Tú crees así? … El sentido este de la vida ser nuevo para mí.

 —¿Acaso no sientes en lo más sincero de tu interior que has nacido para ser feliz? ¿No estás más contenta cuando haces el bien, cuando ayudas a los demás, cuando todo a tu alrededor es armónico?

—Bueno, pero creo que hablamos distinto significado del mismo vocabulario. No lo veo tan fácil.

—Por supuesto que no es fácil, pero ¿qué es para ti la felicidad?

—-Pues… No sé si es la manera que estás diciendo.

—Ser feliz es ver satisfechas todas tus necesidades. TODAS. Quiero decir desde las más elementales a las más profundas. Y esto no se consigue si no se vive rodeado de justicia, equidad y solidaridad valores que se conquistan con el auténtico amor. Porque el hombre no se puede realizar solo, por tanto, no conseguirá la felicidad mientras no tome conciencia de sus niveles colectivos y no se ocupe de ir construyendo una sociedad de gente feliz. Nuestro mundo necesita de personas comprometidas con el bienestar de todos los ciudadanos. El primer paso por dar es ser consciente de la dignidad y los derechos de cada persona, empeñarnos en que cada uno pueda disfrutar dignamente de su vida, ser respetado en su originalidad y saberse libre para escoger y decidir su propio destino ayudando y respetando a los que caminan junto a él a la vez que se sabe ayudado y respetado por sus semejantes.

 —-Si, ya sé, eso que se lee por ahí de que todos somos iguales y todos somos únicos.

—Algo así. Todos tenemos derecho a ser respetado en nuestra singularidad y a la vez somos conscientes de que formamos la gran familia de la humanidad, y en una familia todos son dignos de ser amados, ayudados y comprendidos.

—Esto suena muy bonito, pero es todo muy nuevo. Yo no pensar así.

—Ya, pero ten en cuenta que no estoy hablando de algo original, es elementalmente humano. La sociedad actual necesita recuperar este valor tan esencial para saber convivir. Por eso nos hemos propuesto empezar por los más cercanos, intentamos ir creando pequeños grupos donde todos nos ayudemos a ir descubriendo la trascendencia de los valores humanos y a hacerlos vida en nosotros para poder entender y ayudar al que convive conmigo. Aquí tratamos de sentir con los otros los problemas, las inquietudes, las necesidades y las alegrías de cada uno, sabiendo que todo tiene una repercusión colectiva, porque nos hacemos solidarios y el compartir libremente fortalece nuestro desarrollo personal. Este es el secreto de nuestra felicidad.

—¿De verdad vosotros vivir como tú dices?

—¿Acaso crees que puede haber auténtica felicidad cuando palpas la injusticia y los individualismos a tu alrededor?

—Bueno, así pensado… Pero… ¿yo debo pensar que otra persona es como yo y lo que yo tengo, tiene que tener él?

—Así es. Todos somos iguales como seres humanos, por tanto, yo no merezco más ni menos que los otros.

—Es cierto, pero no es en la práctica.

—Esa es una penosa realidad. El aceptar el pluralismo y las diferencias, no está reñido con la igualdad y los derechos de cada uno. Todos tenemos derecho a alcanzar lo mejor en nuestras vidas sin ser coartados ni manipulados y esto es muy difícil pues la psicología humana es muy complicada y posesiva, por eso hay que estar muy alertas para no ser dominadores ni dominados por nadie. Sólo así construiremos una sociedad libre y feliz para todos.

—Pero no estáis solos en este mundo.

—Es verdad, pero al menos tratamos de ayudarnos a niveles de cercanía, proponiéndonos llegar a tantos lugares y ambientes donde estamos ligados en la vida cotidiana. Allí buscamos el compartir con los otros sus inquietudes sabiendo que cuando uno ve que el otro se preocupa de verdad por él, que le escucha con respeto y se interesa por sus interrogantes y preocupaciones, por su angustiosa búsqueda de sentido existencial… entonces puede comenzar un diálogo en profundidad. Sólo cuando nos sabemos respetados y reconocemos en el otro su libertad y su verdad, podremos establecer unos lazos que ayudan a dar de sí lo mejor.

—Esto suena muy interesante

—Sí que lo es. Hemos conseguido crear un cuerpo social donde se comparte plenamente las condiciones de vida y de trabajo, las dificultades, las luces, las sombras y las expectativas de todos los que formamos este colectivo humano. Nos sabemos empeñados en ir construyendo un ambiente favorable, para crear una sociedad más humana y hacer realidad el auténtico bienestar para todos. Tratamos de ayudarnos mutuamente para llegar a una ciudadanía que realmente está cómoda y es feliz en su existencia cotidiana.

—¿Y sois muchos los felices?

—¡Ja, ja, …! Me hace gracia ese calificativo, pero si te refieres a las personas que estamos empeñados en este programa, te diré que cada vez nos van conociendo más gente y algunos se convencen de que vale la pena intentarlo. Pues al fin y al cabo no anunciamos nada extraño a la condición humana, ya que ninguna persona que está satisfecha y feliz se entretiene haciendo el mal o tratando de fastidiar al vecino. Nuestro único deseo es llegar al corazón del cercano, amigo o colega para abrirle al sentido pleno de la existencia humana que es lo único que puede dar razón íntegra a la vida. Si los padres son felices la familia funcionará, si el profesional está contento en todas sus dimensiones rendirá más, si el estudiante está bien motivado dejará de ser una preocupación para el maestro… Si la sociedad es feliz, muchos males desaparecerían por sí mismos. La infelicidad arruina la vida humana, provoca agresividad y seres inconformistas.

¿Qué te parece el programa? Te aseguro que no es una utopía, sino una realidad hecha carne en los seguidores del Señor Jesús en el siglo XXI. Son personas que se saben elegidas, llamadas a colaborar en la acción salvífica de Dios en la historia presente, viviendo el proyecto del Señor apoyados en su Palabra y aprendiendo de su vida, desde cualquier lugar de la geografía humana.

UNA BUENA NOTICIA

En un momento en el que dos de las potencias mundiales China y Estados Unidos estaban en guerra por ser la mayor economía del mundo, llega un virus que los pone de rodillas y nos manda a todos a un confinamiento obligatorio. El virus no respeta muros, ni entiende de clases sociales afecta a todo el mundo sin preferencias. De repente todo pierde valor y fuerza frente a este enemigo común y nos sitúa desnudos ante nuestra debilidad humana.

Hay gente que se pregunta ¿Dónde está Dios en todo esto? ¿Cómo descubrir su presencia hoy, en la historia presente?

“Vosotros seréis mis testigos”.

A través de nosotros, él quiere actuar. Esta es la buena noticia, que Él está aquí y nos pide que demos testimonio de su presencia. Tenemos que sabernos sus manos, sus pies, su corazón… para que el mundo crea que hoy sigue actuando. Tenemos que ser coherentes con lo que hacemos, poner nuestras capacidades y talento, nuestra imaginación y creatividad, nuestra inteligencia y energía a su servicio, todo esto hecho por amor, pues “solo el Amor es digno de Fe”, sólo así seremos creíbles.

Hoy me atrevo a presentaros la propuesta de Andrés a sus alumnos, quizás a alguien le parezca interesante.

—Busquemos por tanto el reino y su justo crecimiento y todo lo demás hay que saberlo relativizar, colocándolo en el lugar que le corresponde en la escala de valores que constituyen los peldaños para conquistar ese reino. Recordad que hemos de pasar por la historia como elegidos y amados que somos, llamados a ir hacien­do realidad el proyecto de S. H., su Reino, y que no es otro que ir sembrando para que crezca la familia de Dios, porque su reino no es de gobernadores y súbditos sino de una familia donde todos se aman sirviendo y atendiendo las necesidades de los hermanos.

—A mí siempre me llama la atención cuando hablas de que somos elegidos. ¿Acaso no hemos sido llamados, toda la huma­nidad, a ser ciudadanos del reino?

—Por supuesto. Todos somos llamados, pero no todos son conscientes de esta realidad. Y los que hemos tenido la gracia de caer en la cuenta de esta misión no podemos despreciarla o tratar de ignorarla. A eso me refiero al decir que somos elegidos, mejor sería decir que somos conscientes de la elección.

     —Es verdad que no todos responden, pero, así y todo, no me negarás que se necesita mucho coraje y mucha confianza en la ayuda del Señor para no flaquear en los momentos difíciles.

—Así es. Y sólo los que lo intentan con constancia lo con­siguen. Aunque tenéis que ser realistas, porque esto es tarea de toda la vida, y el enemigo es muy astuto y busca los puntos más débiles para atacar, pero tened ánimo, el amor de Dios puede convertir nuestra debilidad en fortaleza y si estamos llenos de estas inquietudes, nuestras palabras y nuestras obras nos han de delatar, pues de la abundancia del corazón habla la boca.

—¡Esto suena a utopía!

—Yo diría más bien a mucha tarea por hacer. Todo esto no pueden ser sólo palabras bonitas, hay que cambiar el corazón para poder aceptar a todos como hermanos y desearles lo mejor. Claro que no es fácil y por supuesto que no se consigue a fuerza de pu­ños. Pues nuestro hombre egoísta, que reina en el interior de cada uno, lucha por situarse en el puesto que tratamos de arrebatarle.

—Entonces, ¿qué nos recomiendas?

—Trabajar dando paso en nosotros al amor que se nos ha dado y que va desarrollando en nuestro ser, una nueva criatura digna de poder derramar ese amor en los demás. Este es el único camino, así conseguiremos poco a poco ganarle las batallas de esta guerra interior a nuestro cruel enemigo. Se trata pues, de ser valientes y colaborar para que triunfe el bien, con las armas de ese hombre nuevo. Armas de paz, gratuidad, comprensión, aco­gida, generosidad… En fin, es un ir creando en nosotros un estilo de vida propio de los discípulos del Señor, y solo desde ahí, el mundo podrá ir caminando por sendas donde no crezca la cizaña del egoísmo y la insolidaridad.

—No sé… Hablas con una firmeza y seguridad, que parece como si para ti todo esto resultara muy fácil.

—¡Por supuesto que no lo es! ¿Qué te crees que a mí no me cuesta?, Llevo ya muchos años en esta empresa y a fuerza de ganar y perder batallas voy conquistando terreno al bien que hay en mí y debilitando mi mal. ¿Cómo? buscando las fuerzas en la oración y en la ayuda de los hermanos. Si conseguimos una co­munidad que se aviva por la oración y la ayuda mutua, sin duda que conseguiremos nuestra meta. No podemos olvidar que todos nos complementamos y es muy sano sabernos necesarios y nece­sitados, formando un todo con los demás.

—¿Y qué pasa cuando no te lo agradecen o te interpretan mal?

—Ya os he dicho en otras ocasiones que esto es gratuito. Quiero decir que no podéis actuar según la reacción del benefi­ciario, esto ni se cobra ni se paga, es otra cosa, no podemos pre­tender alcanzar seguridades externas o buscar un reconocimiento y mucho menos actuar por ganarnos el prestigio de los otros.

—Pero supongo que, si te mueves entre personas sensatas, pronto te sabrán reconocer.

—Puede ser, pero no olvides que la envidia es muy sutil y uno de los enemigos más ocultos del ser humano, incluso entre los que se esfuerzan por ser buenos. Pero, aunque esto suceda, no podemos abandonar. Por eso mi empeño en meteros estos fun­damentos muy dentro, para que no os sorprenda el mal y sepáis como enfrentaros a él.

—¿Cómo?

—Os lo repito, con la fuerza de vuestra vida interior y la ayu­da de un buen consejo fraterno. En cuanto a la relación con los demás, hay que procurar, ir sembrando a nuestro paso gestos de respeto, comprensión, justicia, solidaridad… Que la gente se sienta feliz al compartir con nosotros el esfuerzo cotidiano. Os aseguro que no hay un camino más fácil de ser feliz que empe­ñarse en hacer felices a los que están con nosotros codo a codo.

—Tienes razón. Y yo creo que poco a poco vamos entrando en esta dinámica que nos propones. ¿Verdad?

—Estoy seguro de que así es. Y no olvidéis que el gran éxito lo conseguiremos cuando tratemos de estar junto al que más lo nece­sita, para remediarle, o al menos, para darle el consuelo de compar­tir en compañía solidaria. Os aseguro que no hay mayor dolor que sufrir en solitario, pero todo esto se puede superar en la medida en que aprendáis a vivir desde lo más profundo de vuestro ser. Bueno, dejamos aquí este tema, pues ya es la hora de ir terminando.

Siempre hay algo bueno en el mundo por lo que vales la pena luchar