CHOQUE DE CIVILIZACIONES

Sin duda, a medida que M95 se va adentrando en esta pretérita civilización, sin ella pretenderlo, se ve envuelta en una experiencia concreta de autoconocimiento, y para liberarse de aquellas discrepancias e impedimentos emotivos, con frecuencia inconscientes, que constituyen obstáculo para seguir la investigación, trata de confrontarse con su compañero que, pacientemente ve cómo va introduciéndose en un conflicto profundo consigo misma y con la sociedad de donde procede.

He aquí uno de los diálogos que ambos sostienen:

—¿Qué me dices de todo esto? Si la reacción de Andrés me admiró, ¿qué añadir a la manera de enfocar la vida, según lo que me ha explicado Marta? ¿Entiendo realmente sus conceptos filosóficos o es mi mente la que traduce estos términos en palabras? Pues en el fondo veo que aún me cuesta captar sus últimas razones.

—Ya sabes que tu trabajo no es interpretar, sino sólo transmitir lo que ellos te van comunicando. Y es peligroso hacer comentarios, pues tus expresiones conceptuales al contar sus experiencias pueden que no reflejen cien por cien la realidad.

 —Por eso intento ser fiel grabándolo todo, pero la verdad es que sus argumentos mentales me desbordan.

—¡Por supuesto, estamos ante otra cultura! No lo olvides.

—Sí, sí, ya lo sé. Y aunque usáramos el mismo idioma, estoy segura de que hablaríamos con otro lenguaje, nos expresaríamos con otro vocabulario, pues tenemos diferentes referencias intelectuales.

—Estoy completamente de acuerdo, por eso tienes que ser muy escrupulosa en tus comentarios, para no excederte y no decir lo que no es realmente auténtico.

—Pero es que… Todo esto me está atrayendo de una manera tan vital, que no sé hasta donde me puede llevar. De todas formas, ¿no te parece sorprendente la reacción de esta gente?

—Si realmente te interesa mi opinión, te diré que me cuesta comprenderlos, pero no somos nosotros los que tenemos que juzgarlos.

—A mí me gustaría poder llegar a bucear en esos abismos intelectuales donde ellos…

—Te repito, que ni lo intentes.

—Pero es que aman la vida de una manera muy extraña… ¿Cómo la definiría…? ¿Inhumana? ¡No, no! Más bien sobrehumana. Sí, eso es, los veo situados en otra dimensión, en una escala superior.

—¡Qué barbaridad!

—Sí, tienen otra mentalidad. Es cierto. Nosotros hemos construido un mundo en donde el único artífice es el propio hombre, por eso pensamos que todo lo podemos solucionar a partir de una buena inteligencia organizativa y científica, pero ellos eran más simples y se sabían limitados, poniendo su confianza en el poder y la sabiduría de su Dios.

—¡Primitivismos superados!

—Supongo que sí…

—¡Pues claro, no lo dudes! Nuestro diálogo no es un análisis de especialistas, pero tienes que reconocer que nuestros sociólogos y nuestros psicólogos son expertos en el conocimiento de las respuestas del hombre, hasta sus últimas motivaciones. Saben cómo planificar las situaciones para conseguir una buena estabilidad cívica. También nuestros líderes políticos y sus organismos técnicos nos proporcionan cuanto necesitamos y deseamos. E incluso en el caso de que no lo consiguieran, procuran crear en la gente otros intereses que nos convenzan tratando de que olvidemos lo anterior por mejores motivaciones. Nuestros médicos y científicos intentan, por todos los medios que están a su alcance, controlar la naturaleza hasta vencer, en lo más posible, la batalla a la misma muerte si viniera al caso. Según ellos las enfermedades incurables y las taras físicas, no son más que un producto de la limitación de nuestros conocimientos científicos. Donde no llega la capacidad humana existe una posibilidad de resistencia de la naturaleza. La tara, lo imperfecto, la enfermedad… sólo puede ser vencida por el hombre investigador y científico.

—Sí, ya sé. Yo sólo intento transmitirte mis inquietudes y por tanto no pretendo otra cosa que dialogar contigo desde las confusiones que me provoca lo que estoy viviendo. Pero como tú, estoy convencida de que el hombre con su sabia investigación llegará a vencer las incorrecciones de la naturaleza, y con una buena organización el mundo será el paraíso soñado por tantas generaciones pretéritas. De aquí que nuestra investigación vaya encaminada al mismo fin.

—Entonces, ¿por qué tantos prejuicios?

—De acuerdo. Vivimos en un mundo que ha elevado al máximo la prosperidad científica; la técnica y la producción son las generadoras de todo nuestro progreso, pero… ¿Llegaremos a conquistar esa sociedad tan perfecta?… ¿A qué precio? Hemos prácticamente eliminado el hambre del mundo ¿a fuerza de cuánto? Hemos de reconocer que, si algo sale distinto de lo planeado, no se nos ocurre filosofar sobre ese trastorno, nos deshacemos de ello y lo olvidamos. Por otra parte, no se nos pasaría nunca por la cabeza el dar un puesto en la sociedad al minusválido físico, a lo más se le mantiene para ir en él estudiando la posibilidad de no caer otra vez en el mismo error, pero nunca se nos plantea el pensar en que es una persona como nosotros, por tantos con unos derechos existenciales que no podemos manipular en favor de ningún progreso.

—¡Esto se está poniendo muy peligroso!

—Bueno, sólo hago pensar en alto. Considero que nuestro criterio predominante a la hora de valorar a las personas, sus relaciones, sus proyectos o la manera de vivir va condicionado por el sistema político que funciona desde una esfera ajena al individuo, Pero, ¿cómo reaccionaría Andrés mismo, si le dijera que en nuestro mundo tanto valemos cuanto somos útiles para la sociedad? ¿Dónde están los tarados? ¡Eliminados! ¿Qué hacemos con lo inútil? ¡Prescindid de ello! ¿Cómo remediamos los fallos? ¡Destruyendo, o manipulando la causa que lo produjo! ¿Es positivo todo esto?

—A mí no me lo preguntes. Yo no quiero ser cómplice de tus desvaríos.

—¡Por supuesto! Es muy arriesgado el cuestionar los triunfos de nuestra civilización. Pero, sé sincero por un segundo contigo mismo y dime ¿No te parece más humana aquella civilización? Para mí, que esa sociedad que trataban de ir construyendo esa gente…

—Mira, agente M95, ¡ya me estoy cansando! no quiero entrar en tus intrigas. Te repito con insistencia, por enésima vez, que no me gusta nada el cariz que está tomando este asunto. Bien sabes, desde el principio, que sus palabras, sus vidas, no entran en nuestro planteamiento de estudio como elemento de juicio, por tanto, tus comparaciones están de más.

—Es verdad, por eso me siento limitada al tratar de informar simplemente y procuro asirme a lo grabado, ya que los conceptos referenciales de ambas civilizaciones son muy diferentes. A veces me da la sensación de que nunca alcanzaré a captar la profundidad de sus vidas, a pesar de que como ellos somos seres humanos. Pero he de admitir que cada vez me cuesta más situarme como mera espectadora fría y objetiva, porque todo esto me está abriendo a nuevos enfoques existenciales de los que no puedo evadirme.

—Tú verás hasta dónde quieres arriesgarte. Pero conmigo no cuentes. A mí no me comprometas. A lo más que me ofrezco es a escuchar tus barbaridades y procurar dejar constancia de mi imparcialidad en lo que vas informándome, pero no me pidas más pues no estoy de acuerdo con tu absurdo proceder.

—Está bien. Ya veo que eres un buen chico. Pero tienes que admitir que a pesar de que eran humanos como nosotros, tenían un modo muy distinto de entender la realidad existencial ¿verdad?

—De acuerdo. Esto no puedo negarlo. Pero de ahí a poner entre dicho nuestro propio sistema social y el llevar con tus comentarios a menospreciar nuestra civilización, poniendo en peligro todo lo nuestro bagaje cultural, eso es otro cantar.

 —¡Ya sé! ¡Ya sé! No te creas que actúo inconscientemente. Reconozco que mi intelecto se resiste, que es un riesgo muy peligroso, incluso para mi estabilidad emocional e intelectual, pero lo que me está provocando interiormente esta experiencia, es demasiado fuerte para ignorarla.

—Bueno, pero todo esto no te puede llevar a comprometerte tanto que te veas en un proceso judicial por desacato a la autoridad.

—¡Si, si! ¡No me lo repitas más! Pero trata tú también de comprenderme. Los sentimientos que todo esto me está avivando, en lo más profundo de mi ser, se rebelan contra la voluntad de mantenerme al margen.

—Por eso te advierto. Quizás nos hemos equivocado y no eres capaz de terminar esta investigación sin sucumbir en este peligro al que te estás exponiendo.

—¿Abandonar? ¡Eso nunca!

—Pues entonces. Procura no hacer más tonterías.

—Está bien. Te prometo que trataré de estar a la altura de lo que me he comprometido.

ANTE OTRA CIVILIZACIÓN

¿Cómo va llevando M95 tanta novedad como está viviendo? Sin duda que se le presentan muchos interrogantes, como estamos viendo. ¡Son dos mundos tan distintos! Y aunque he dejado correr mi imaginación, no me sorprendería el ir bien encaminada.

Pero de lo que sí estoy segura es de que sea cual sea la evolución de los acontecimientos históricos, Él seguirá siendo EL SEÑOR DE LA HISTORIA.

Este es el desenlace de la novela, y mientras llegamos a él, vamos a seguir escuchando comentarios de estos dos investigadores ante esta novedosa cultura.

—El vocabulario de esta gente me está resultando muy novedoso, poseen palabras de difícil comprensión para mí. Ya sé que entiendo más de lo que puedo expresarme, pues aún no tengo conquistada la concordancia gramatical entre otras cosas, pero no se trata de eso, sino de los términos con que se expresan. Esto requiere estar familiarizada con un sistema filosófico concreto, estar sumergida en una mentalidad cultural para mi nueva, hay ciertas categorías que me resultan extrañas.

—Quizás tendríamos que empezar por aquí para poder llegar a comprenderlos.

—Puede ser. Los vocablos menos comprensibles, parecen ser los más importantes. Palabras como felicidad eterna, trascendencia, solidaridad… el sentido del mismo concepto de lo existencial… no tienen en nosotros ningún eco mental. ¿Qué profundidad tienen estas palabras para ellos?

—Estoy de acuerdo, para nosotros son términos sin sentido y me temo que nos será difícil llegar a captar el significado auténtico de los mismos.

—Aunque esperaba tener dificultades con algunos términos, nunca creí que me encontraría tan perdida antes tales categorías mentales. De todas las maneras, espero ir captando poco a poco su sentido. Menos mal que estoy grabando todas las conversaciones y puedo así transmitírtelas con fidelidad, aunque de momento no capte la idea.

—Quizás sería interesante, al final de cada grabación, añadir un glosario de estos vocablos para mayor comprensión de las personas que vayan a estudiar nuestro trabajo, pero esto tendremos que hacerlo al término de esta empresa, pues ahora no creo que estemos preparados para ello.

Pero una de las cosas que más les intriga es ese hipotético reino del que tanto hablan. Por eso comentan

—Esto del presunto reino, me ha llamado mucho la atención. No recuerdo ningún dato informativo sobre ello durante mi preparación para este proyecto.

—Procura, si te es posible, averiguar algo por tu cuenta y pásame cuanto antes la información para saber algo más científico sobre el tema y si llega la ocasión cotejarlo con esta gente.

—¿Acaso nos hemos puesto al habla con un posible líder de una inmediata revolución social? ¿Recuerdas si hubo por estas fechas algún cambio de sistema político o social en este país?

—Yo tengo entendido que se movían en una República Democrática que duró más allá de esta generación…

—¿Entonces…? ¿Qué sentido tenía el hablar de ese reino por el que Andrés parece tan empeñado?

—Si él fue elegido para ser alguien importante en dirigir ese extraño proyecto de implantación de un reino, ¿cómo sigue aquí, viviendo como un simple profesor? Es verdad que parece ser líder entre esta gente, pero aquí no veo ninguna señal que me lleve a lo que tengo entendido consistía el gobierno de una monarquía.

—¿Qué clase de reino es ese?

—Ni idea… ¿Es acaso S.H. el rey de estas gentes????

NUEVAS SENSACIONES

Después de unas semanas de convivencia de M95 con esta sociedad tan extraña para su mentalidad, se va peligrosamente adentrando en nuevas percepciones existenciales que llenan de interrogantes su vivir cotidiano. Es consciente del peligro que supone el dejarse arrastrar por estos nuevos conceptos y sensaciones, pero no acaba de tomar una convincente decisión.

He aquí un nuevo diálogo con su compañero

—¡Cómo disfruto escuchándolos! ¡Dicen tantas cosas interesantes! Aunque he de reconocer que aún hay términos que se me escapan.

—Cada cultura tiene su propio léxico y sin duda que la ciencia de esta gente requiere un específico conocimiento que esperemos poco a poco ir captando.

—Es verdad. El modo de pensar de este colectivo humano es nuevo y atrayente para mí, porque esto no lo encuentras en las informaciones teóricas.

—Por supuesto.

—Tengo que confesarte que presiento que algo se mueve en mi interior, que ya no me sé indiferente y lejana a sus conceptos. Empiezo a sospechar que estoy captando el sentido de la importancia de profundizar en el ser por encima de gastar tu tiempo en hacer o disfrutar. Poco a poco me voy metiendo en un nuevo camino existencial que sin duda me conduce hacia regiones nuevas, pero no por eso dejan de ser realidades sorprendentes y enriquecedoras. Tengo la impresión de que esta cultura, a pesar de ser más primitiva, es más rica que la nuestra en lo que respecta al conocimiento de la ser humano y al sentido de su existir.

—Agente M95, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? no me gusta nada tus comentarios. Nuestra postura ante esta realidad se supone que debe ser neutral y veo que cada vez estás más implicada. ¡Te estás metiendo en terreno peligroso! No nos interesa colocarnos en la cuerda floja. Tú sabes muy bien que por este camino podemos caer fácilmente en un delito penal.

—Ya esperaba tu reacción, soy consciente de que me estoy desviando de la misión que nos ha traído, pero confío en tu buena labor de redactor final para salir de esta situación.

—¡Muy amable! Ahora resulta que me tocará a mí sacarte las castañas del fuego.

—Mira, este es mi plan. Cuanto más me meta a fondo en la mente y en el vivir de esta generación, más la comprenderemos y esto nos ayudará a poder calificarla, pero para eso cuento con tu discreción y tu buen hacer.

—Me temo que no te comprendo. Nuestra capacidad cerebral ha sido educada desarrollando unas categorías mentales muy diferentes. ¿Crees que de verdad puedes llegar a entenderles a la profundidad que tú aspiras?

—Por supuesto que no ignoro que nuestra capacidad cognoscitiva funciona en direcciones diferentes a las de estas personas. Pero por esto mismo estoy asombrada de cómo voy captando los nuevos conceptos.

—Aunque así sea, ¡No te entusiasmes ante esta realidad! Bien sabes lo arriesgado que puede ser esta postura.

—Voy a confesarte algo. Al examinar los documentos que he traído desde nuestra sociedad, (que se supone tenía que servirme de base para saberme desenvolver con más o menos soltura entre esta gente), me he dado cuenta de lo incompleta y superficial que es su información e incluso sospecho que es un material manipulado, al menos desde aquí, puedo atreverme a juzgarlo como superfluo y con poco rigor científico. Pero lo que más me preocupa es que en absoluto se ocupa de las raíces que motivan a esta sociedad, y esto es donde pretendo llegar.

—Insisto en que esto no es de nuestra incumbencia. Limítate a hacer tu trabajo y punto.

—Pero ¿cómo vamos a conseguir conocer verdaderamente a esta gente si partimos de una información inepta y no tratamos de enmendarla?

—¿Te han pedido a ti que lo hagas? Ellos sabrán cuáles son sus planes. A nosotros sólo nos toca ceñirnos exclusivamente a la misión que nos solicitaron. Lo demás no es responsabilidad nuestra.

—Tienes razón. Creo que me he entusiasmado ante la novedad. Estoy demasiado fascinada por sus misterios y su visión trascendental de la existencia humana.

—Tú verás cómo sales de esta, pero lo que no puedo consentir es que tengas el atrevimiento de hacerme cómplice de tus desvaríos. Te lo repito, debes de intentar ver las cosas desde un enfoque más neutral.

—De todas formas, creo que podemos enriquecernos con los conocimientos que vamos adquiriendo. Por otra parte, ningún testimonio humano puede ser absolutamente imparcial. Tenemos inteligencia y razonamos. No somos máquinas. Eso me lleva a contar los hechos tal y como pasan por mi capacidad de información. No ignoro a lo que me expongo, es un riesgo, porque quizás no sepan interpretarlo desde mi propia cultura, pero no puedo informar sin pasión alguna, porque sería renunciar a ser persona, y además estoy convencida que es precisamente esto lo que da calor humano a la narración.

NUEVA VISIÓN EXISTENCIAL

Voy a empezar una serie de entradas donde procuraré meterme en la piel de M95, persona escéptica recelosa, e ir tratando a su paso de descubrir los secretos más profundos de las motivaciones existenciales de este colectivo humano a la vista de su razonamiento nihilista.

Lo primero que le sorprendió, como era de suponer, fue la personalidad de Andrés, de ahí surgió el diálogo que tuvo con su colega V71 a los pocos días de llegar a aquella ciudad.

—Como puedes ir advirtiendo, V71, la personalidad de Andrés no puede ser ignorada por sus vecinos. Pero… intuyo que hay algo más, algo que hace que él sea así, que actúe con esas características que le hace tan atrayente… ¿Cuáles son sus motivaciones más profundas? ¿Qué es lo que le impulsa a actuar de esa forma? ¿Qué móvil secreto da eje a su vida? ¿Adónde quiere llegar? ¿Qué pretende comportándose de esa manera tan singular? ¿Vive en la realidad o se ha creado un mundo de fantasía? ¿Qué fuerza le empuja para hacer que esta buena gente le siga? ¡Me tiene intrigadísima!

—Supongo que, con toda esta información, ya podemos llegar a darnos una buena idea del talante de este hombre.

—Sí, resulta original. Su manera de actuar, su forma de enfrentarse con la vida… parece muy particular.

—Sin duda es un líder nato.

—Así debe ser. En él se descubre algo que le da impulso, que da unidad y sentido a toda su conducta, que le sitúa ante la vida en una plataforma muy original.

—¿Qué quieres que te diga?

—Llevo ya tres semanas en este lugar y he de reconocer que estoy algo confundida. Aquí viven con un sentido de la vida que puede resultarnos realmente paradójico y me pregunto quién está en el auténtico camino existencial.

—No creo que sea sano el hacer comparaciones.

—Bueno, espero saber expresarme, pues a veces siento que tengo dificultad para hacerlo. No porque no les entienda, pero el caso es que me parece un poco complicado el ir captando sus razonamientos, las expresiones de sus sentimientos, sus propios puntos de vista ante las situaciones concretas e ir colocando todo esto en nuestras propias categorías mentales para que mi información sea fiel por ambas partes.

—Me temo que sus contenidos ideológicos no tienen ninguna resonancia en nuestros conceptos mentales.

—Así creo, por eso trato de ceñirme a lo grabado. Estoy intentando mantenerme neutral, según las normas recibidas, pero me temo que vas a tener que ayudarme con más precisión de lo que habíamos planeado, pues he de reconocer que me está resultando más difícil de lo que pensábamos.

—Sí. Sospecho que no va a ser tarea fácil.

—Lo mismo pienso yo. Este estudio, aunque pase por mí, tiene que ser lo más objetivo posible, tratando de limitarme a narrar los acontecimientos, pero indudablemente, como humana que soy, puedo cometer el error de sentirme cogida tanto por todo ello, que no pueda ser todo lo objetiva que me propongo ser.

—Sí, sí. Ya me estoy dando cuenta de que te está afectando más de la cuenta.

—Por eso te ruego que me ayudes, pues tú puedes ver la situación más fríamente. Sé muy exigente y ve corrigiendo todo lo que haga falta y así, entre los dos, haremos un buen trabajo, según la misión que nos han encomendado.

—Tú procura ceñirte al programa e intentaremos ir estudiando las dificultades que nos salgan al paso. Pero mantenerte al margen y no impliques tu mente ni sus emociones en ello. Esto es muy arriesgado. Confío en que serás capaz de permanecer neutral.

 —Eso espero, de todas las maneras me temo que va a ser más difícil de lo que creíamos en un principio.

—Se trata de no mezclar lo que ves y oyes con tus propios sentimientos.    

—Ya lo sé, pero esto no es tan simple. El caso es que, al intentar ir metiéndome en el ambiente para descubrirlo por dentro, me veo cada vez con más dificultad para no implicarme. Ahora mismo mi actitud es de extrañeza, sorpresa, admiración…

—Quizás cuando avancemos en la información podamos volver atrás y juntos relatar los acontecimientos dándoles un sentido más realista y objetivo.

 —Esa es una buena sugerencia. Tú ten paciencia y recoge toda mi información tal como la estoy narrando, y más adelante, antes de la última redacción, lo revisaremos todo para que el informe que hemos de presentar sea del agrado de nuestros dirigentes.

—Sin duda nos estamos moviendo en un terreno muy resbaladizo, pues son situaciones vistas desde planos mentales nuevos.

—Es verdad. Una cosa es lo que sospechábamos al preparar el proyecto y otra muy distinta la realidad que estoy intentando comprender.

—¡Mantente con la cabeza fría!

—Lo intentaré.

—Y sobre todo no muestres ningún sentimiento que te comprometa. Recuerda que has sido preparada para una misión en la que tienes que mantenerte neutral, y por mucho que te sorprendan los acontecimientos no tienen porqué afectarte.