CORRUPCIÓN ECONÓMICA

A estas alturas, después de un mes de reclusión, creo que hemos adquirido nueva conciencia del fallo de los sistemas globales. Basta un simple virus para derrotar a la presupuesta omnipotente humanidad.

No sé cómo saldremos de esta situación, ¿creemos de veras que el presente es una oportunidad para el cambio? ¿estamos realmente dispuestos a corregir nuestros errores, a sopesar nuestros intereses y optar por lo que realmente tiene que llenar de significado nuestra vida? ¿Estamos tomando en peso lo que tiene realmente sentido, por lo que nunca renunciaríamos?

Creo de veras que el beneficio asociado a esta situación de encierro familiar es que ahora todos tenemos la oportunidad de reconstruir la resiliencia en nuestras relaciones más íntimas.

No puedo dejar de pensar en esos hogares donde reina el odio, los recelos, el maltrato… y ¡todo el día juntos! esos están ya viviendo el infierno y ruego para que sean pronto redimidos.

Pero ¿y nosotros? Lo positivo de esta situación es la oportunidad de disfrutar de nuestra familia, de añorar a los que están lejos, de desear vernos, abrazarnos, cuidarnos, decirnos personalmente que nos queremos; porque nos hemos dado cuenta de que, sólo una cosa es importante, el amor que nos tenemos a pesar de nuestras diferencias.

Y todo esto quiero hoy unirlo al peligro de seguir adorando al dinero, a la ambición, a la insolidaridad, al acumular egoístamente riquezas, a la corrupción y malversación económica, … ¿seguiremos teniendo a este ídolo por nuestro señor?, de todo esto conversaron Ana y M95 una tarde en una cafetería al amparo de unas cervezas.

Yo me pregunto que el paro es un problema a nivel nacional ¿verdad?

—Así es. Cada vez aumenta más el número de empresas que quiebran o que no pueden mantener tantos empleados. Pero a mí, una de las cosas que más me preocupan es el problema de la economía sumergida que empobrece oficialmente al país al no contribuir al progreso económico de la Nación.

¿Qué es eso?

—Mira, en un país democrático, todo adulto tiene la obliga­ción de mantener la economía de la Nación según su capacidad económica, puesto que los presupuestos generales del Estado se planean según la liquidez económica que dispone el Tesoro Público, fruto de la contribución de todos los ciudadanos del país. El Ministerio de Hacienda y las Administraciones Públi­cas son las estancias encargadas del presupuesto, aplicación y gestión de la política económica del Gobierno, así como el se­guimiento, inspección y evaluación de los servicios públicos. Pues bien, si tú engañas a la Hacienda Pública y no contribuyes a mantener el Tesoro Público con el fruto de tu legítimo tra­bajo, estás cometiendo un fraude y perjudicas entre otros a los presupuestos del Estado sobre educación, sanidad, seguridad social todos los servicios públicos que quizás criticamos por­que exigimos mejoras pero que tú estás contribuyendo a esos límites cuando te mueves con tu tarea delictiva al no contribuir y prevaleces en el campo de la economía sumergida.

¡Ah! ya veo. La economía sumergida es no ayudar económicamen­te para que el Gobierno tenga dinero para los gastos económicos públicos.

—Así es. Se refiere a la actividad económica oculta que se ge­nera en un país al margen de la ley, de manera que la riqueza que produce no está controlada fiscalmente y por tanto no aparece oficialmente en la economía nacional.

¿Podrías decirme ejemplos?

—Pues… la venta ambulante de productos, el trabajo por ho­ras de limpieza doméstica sin dar de alta en la Seguridad Social, la falsificación en contratos y en facturas de compra y ventas, engaños en la obtención de becas, subvenciones o subsidios sin que corresponda, perjudicando con ello a otras personas que por derecho le corresponde esas ayudas… los hay que, percibiendo el subsidio de desempleo, están cobrando por actividades clan­destinas, por otras parte también es denunciable que los adminis­tradores del dinero público destinado a obras sociales, lo desvíen para su enriquecimiento personal, y los que teniendo un más o menos boyante patrimonio se escaqueen de declararlo y ocultan su fortuna para no verse obligado a compartirla, en fin, un cú­mulo de acciones ilegales que no sólo causa daño a los ingresos patrimoniales de la Nación, sino que va contra toda rectitud de conciencia.

¿Esto tiene que ver con el dinero negro?

—Pues sí, así se llama al dinero que se invierte o se recibe sin declarar a Hacienda, y esto no deja de ser una estafa, un robo a nivel nacional.

Entonces el blanqueo de dinero, ¿qué quiere decir?

—Esto es más delictivo. Es mover el dinero procedente de negocios que incumplen la legislación laboral y fiscal, de forma que una vez convertido, aparezca como dinero producto de ne­gocios legítimos. El blanqueo de capitales es un mecanismo que permite salir al dinero obtenido de actividades delictivas ocultan­do el verdadero origen de estos fondos. A gran escala, en general, suele proceder de actividades relacionadas con el tráfico de dro­gas, de armas, la trata de personas… suelen ser organizaciones de bandas armadas, terroristas, mafias… en fin el producto de los magnates que no les interesa que se sepa la procedencia de su riqueza, pero todo esto son palabras mayores.

¿Y esto es difícil de controlar?

—Bueno, la verdad es que no siempre se consigue. Hay va­rios procedimientos, para llevar a término la evasión fiscal, los delincuentes suelen tener muchas estrategias estudiadas para encubrir la procedencia del crimen como es el no llamar la aten­ción de las instituciones financieras con grandes operaciones monetarias, pues aquí, al ingresar el dinero en una entidad ban­caria, hay un control estricto y puntual y se podría detectar la procedencia sospechosa de la operación de blanqueo, pero hay otra forma de utilizar el efectivo negro y es el invertir en ciertos países que permiten la compra y venta de operaciones mercan­tiles de modo que el importe oficial que aparece en la factura no tenga que ver nada con el realmente pagado y comprado, por lo que así se puede manejar cantidades importantes del dinero en contabilidades fraudulentas. Otro camino son los llamados paraísos fiscales.

Sí, creo que algo he oído de esto

—Pues son territorios alrededor del planeta donde se paga menos impuestos que en el sitio residencial habitual de un nego­ciante. Allí van a para la mayoría de las grandes fortunas que hu­yen de hacienda. Los hay que son muy atrayentes para el crimen organizado porque no se rigen por ninguna ley internacional del mercado de finanzas. Hay empresarios y grandes fortunas que buscan negociar con la banca privada de Suiza y Andorra, por ejemplo, para ocultar su dinero sin dejar rastro. En cambio, los pequeños y medianos empresarios que quieren sacar el dinero del país buscan otros mercados, generalmente compañías asiáticas que cobran menos comisión.

¡Qué sorprendente!

—Bueno, pero con todo esto nos hemos desviado del tema, es verdad que estas actividades delictivas de evasión de impuestos de los grandes capitales son lamentables, pero hay otras gestiones que no por ser de menor escala hay que considerarlas menos pe­nales, me refiero a las empresas que se valen de trabajadores sin contrato, sin darlos de alta en la Seguridad Social, y que quizás es­tos están cobrando el subsidio de desempleo cuando la verdad es que están trabajando de manera oculta para la Hacienda Pública.

¿Y esto no se descubre? ¿No hay una fiscalía que esté atenta a estos fraudes?

—Sí que lo hay, pero no lo suficientemente eficaz como para acabar con ello. Estoy segura de que en nuestro país existen gran­des y pequeñas empresas que busca la manera de engañar a la administración pública en beneficio propio, sin ser conscientes de que el bien común a la larga les beneficia a ellos también.

¿Quieres decir que esas entidades no cumplen las normas del em­pleo?

—Así es. Estas actividades clandestinas no respetan las normas que hay que cumplir, violando las leyes laborales y llegando a la explotación del trabajador. Son empleos ilegales que se dan en el campo de la corrupción, con mano de obra barata, que manipulan y abusan al no tener en cuenta sus derechos de operario, ocasio­nándoles daños y perjuicios, con el riesgos incluso de poder sufrir un accidente laboral y no tener derecho a ser atendido, por no ha­berle dado de alta en la Seguridad Social y además el no cotizar, les priva también del subsidio para la pensión de jubilación… en fin una serie de irregularidades que permanecen ajenos al control del Estado y que va en contra del trabajador. Todo esto son conductas del contribuyente fraudulento que busca evitar el pago del impues­to que le corresponde, valiéndose para ello de engaños y trampas para librarse de las aportaciones fiscales.

Ya veo que puede ser grave problema.

—Sí y una vergüenza pues por el fraude fiscal en este país se pierden miles de millones de Euros, fraude que repercute en ma­yores impuestos para los ciudadanos honrados. Te confieso que no me equivoco al afirmar que existe un porcentaje no desprecia­ble de personas que realmente ganan mucho, pero se las apañan para engañar a hacienda y pagar poco o al menos por debajo de lo que en justicia deberían contribuir.

¡Esto es asombroso!

—Si e indignante, añadiría yo. Si los inspectores se dedicaran a perseguir a los grandes defraudadores y no a la gente común, como parece estar haciendo, buena parte del problema econó­mico del país se resolvería. Ahora que te digo otra cosa, tampo­co el estado es inocente, porque hay ciudadanos que se niega a colaborar porque no quieren ser cómplices del mal uso que en ocasiones hace el mismo gobierno del dinero de todos los contri­buyentes, cuando aprueban leyes que van contra la vida, como el aborto o la eutanasia, o se implica en el comercio de armas o en multinacionales que van en perjuicio del bien para el hombre o el medio ambiente. En fin, que aquí hay materia para reflexionar personal y socialmente.

Confío en que aprendamos la lección y que todo esto nos sirva para comprender que el cambio sigue siendo necesario y obligatorio, que hemos de valorar la vida de forma consciente, dando prioridad a lo que realmente tiene un valor existencial como son los valores humanos, el defender los derechos de todos los ciudadanos y el salvaguardar el medio ambiente, lo demás usarlo en tanto en cuanto ayudan a estos principios sin caer en la tentación de ser esclavos de nada y nadie.

LA GLOBALIZACIÓN

La charla del relato anterior entre Andrés y M95 terminó con esta solicitud por parte de ella

—Una última pregunta. ¿Qué piensas de la globalización?

—Bueno, este es un tema muy complejo, con consecuencias éticas muy importantes, pues la actividad económica no puede de­jar de considerar el bienestar de toda la humanidad, por lo que se trata de buscar nuevos caminos para llegar a un desarrollo justo y sostenible, especialmente a favor de los países menos favorecidos. No se puede hablar de grandes avances en este campo cuando se siguen muriendo gente en muchos lugares del planeta por falta de alimento y atención sanitaria. Por eso yo soy partidario de la crea­ción de organizaciones internacionales de control y guía, para que orienten la economía hacia el bien de todos los pueblos.

¿Tú crees que la globalización es solo al campo económico?

—No, aún más, pienso que toda acción colectiva, del campo que sea, tiene que ponerse en favor de todas las personas del planeta. Cualquiera que sea el sistema, la organización social o económica ha de favorecer efectivamente la justicia y la solidari­dad en favor de cualquier ser humano.

¿Tú piensas que es la globalización para un mundo mejor?

—Todo depende de la orientación que los implicados quieran darle. El incremento de la producción, la difusión de las nuevas tecnologías, las buenas relaciones comerciales y culturales a nivel planetario, las buenas intenciones de favorecer la paz y la soli­daridad entre los países, la fuerza con que se trata de aplicar los derechos humanos… son rasgos positivos que sin duda ayudan a construir una historia más humanizadora.

¿Y ves algo negativo?

—Pues sí, también hay el peligro de que se creen organizaciones mercantilistas donde se marque más las diferencias económicas entre los países, la forzada e injusta competencia, organizaciones internacio­nales en manos de intereses particulares, grandes poderes que confi­guren monopolios. Por otra parte, existe el peligro de uniformar los modelos culturales anulando las autonomías nacionales, el surgir de redes globales de terrorismo, droga, explotación de las emigraciones…

Ya veo que es muy grande y complicado el campo de actuar.

—Así es. Pero no soy de esos que atribuye a la globalización todos los males del mundo, pues ya se van viendo resultados po­sitivos que hay que ir fomentando y motivando para que crezcan. Necesitamos pasar por encima de posiciones simplistas y enfocar nuestra atención sobre lo positivo que nos puede aportar este nuevo signo histórico. Creo que puede tener éxito cuando todos disfruten de sus beneficios.

Todo esto es un programa de muy compromiso.

—Si, pero en lo que respecta al modo de enfocar nuestra res­ponsabilidad social es mucho más profundo, porque sabemos que se nos ha dado este mandato de construir la historia presente con las actuales herramientas. Y si somos coherentes hemos de estar dispuestos a sacrificarlo todo, hasta la vida, para ser fieles a nuestra misión existencial.

A lo largo de toda la novela M95 tiene un único confidente, el agente V71, el cual siempre trata de frenar sus emociones ante el proceso de las investigaciones.

Ni que decir tiene que, a estas alturas de su estancia entre esta gente, M95 tiene muchas sospechas, dudas, interrogantes… que sólo las puede compartir con su compañero de proyecto.

Hoy vamos a introducirnos en su conversación después de oír esta última entrevista con Andrés.

Entre unos y otros, nos van ayudando a ir comprendiendo esta realidad. Al parecer actúan en los diferentes campos de la sociedad cultural, política y económica.

Si, vamos conociendo y valorando las características de este con­texto sociocultural, los fenómenos de influencia filosófica que motivan sus comportamientos. Su presencia en las diferentes estructuras cívicas es muy comprometida, procurando ser siempre portavoz de los derechos de todos los ciudadanos. Pero ya sé que su última motivación es el compromiso que han adquirido al saberse implicados en la empresa de ese misterioso S. H., al que llaman el Señor y que según ellos tiene un plan que dicen va más allá de la Historia.

Todo esto suena extraño y fantasioso.

¡Si pudiera ponerme directamente en contacto con él! ¡Tengo tan­tas preguntas aún sin respuestas!

¿Por ejemplo?

Pues… por ejemplo ¿cuál es el verdadero sentido de la historia de la humanidad?

¡Qué pregunta más trascendente!

¡No te burles!

Ten cuidado con tus impulsos, no te entusiasmes con tanta ve­hemencia. Recuerda que las grandes ideologías religiosas no colmaron las expectativas de sus creyentes, más bien les llevó al fanatismo y a la guerra en nombre de su dios. ¡Cuántas guerras santas han llenado la tierra de sangre y la historia de odio!

Es cierto, pero parece ser que aquí no es el caso

Bueno, algo habrá que no nos convenza.

Puede ser, pero creo que hemos descubierto algo que no nos puede cegar ante una verdad que parece tenemos olvidada.

¿A qué te refieres?

Pues a que la vida no se puede reducir sólo a las cosas que cap­tamos a simple vista. Ahora veo que esto no es la única realidad, hay algo más allá. Pero si somos todos de la misma naturaleza ¿por qué nos comportamos con unas respuestas tan distintas? ¡Aquí falla algo! ¿Quién está en lo cierto? ¿Cuál es el camino correcto? ¿Acaso hemos de recuperar los criterios existenciales de esta gente y que parece que nuestra civilización ha perdido?

M95, te lo repito no te metas a filosofa, no es tu cometido.

Pero creo que todos tenemos derecho a descubrir la verdad. Esta es una aventura que implica no sólo a la inteligencia y a las emociones, sino que requiere una escucha interior que nos hace trascender, que nos lleva más allá de los meros instintos y sensaciones por los que hasta aho­ra hemos funcionado. Entiendo que hemos sido educados en un nivel muy superficial que nos lleva a tomar decisiones muy poco comprome­tidas existencialmente, pensamientos débiles, meras opiniones, simples datos… Creo que hemos de dar el salto a otra dimensión olvidada, la dimensión del espíritu.

¡Sí…? Bueno… ¿y qué?

Pues que ya no puedo conformarme con meras opiniones que nos hacen esclavos de la manipulación arbitraria de los más fuertes. Nece­sito respuestas más inapreciables, más profundas.

Me parece que lo único que vas a conseguir es complicarnos la vida a los dos. Tú por tanto discurrir y yo por consentírtelo.

Bueno, todo esto bien puede ser el precio de la conquista de nues­tra libertad ¿no?

No sé, es un riesgo muy grande que no me atrevo a asumir. Es verdad que yo tampoco me he planteado estas cosas hasta ahora. Quizás nunca se me había presentado la ocasión, pero se nos está complicando la vida con tanta novedad sobre el sentido de la existencia humana, con opiniones tan distintas a lo que estamos habituados a escuchar. Sinceramente, no quiero meterme en este juego.

Pues yo sigo teniendo muchas preguntas: ¿Qué puede haber de cierto en una utópica eternidad? ¿Es posible que esta no sea la única vida que vamos a vivir? ¿Cuál es el fin de nuestra existencia? ¿Tene­mos un futuro más allá de la muerte o (como se nos dice) somos puro producto genético con una finalidad meramente física?

Todo esto suena inquietante, pero te insisto en que es muy peligro­so buscar respuestas.

Sinceramente, me siento aturdida ante la exigencia de replan­tearme el significado de mi propia existencia humana. ¿Por qué existo realmente? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Para qué he nacido?

¡Quieres dejarlo ya!

¡No puedo! ¡Se me ha metido en mis propias entrañas! Al menos déjame que te lo verbalice.

Tú verás lo que haces, ya te digo que no quiero verme implicado en tu locura.

Llámalo como quieras, pero recuerda que esta gente afirma que la existencia actual es un recorrer un largo camino hasta la puerta que nos separa de la auténtica vida, que se nos promete eterna y feliz desde que cruzamos definitivamente el umbral del más allá, después de la muerte.

Mira, si esto fuera cierto, ya la humanidad con tantos siglos de pensamiento tendría menos respeto a la llegada de esa hora, ¿quién ha vuelto del otro lado de esa puerta que se supone es la muerte, para tener esa certeza?

¡Otra pregunta para hacer! Pero sólo sé que esta es la primera vez en mi vida en la que me he parado a reflexionar sobre esa posibilidad. A medida en que me voy metiendo en esta sociedad me veo impulsada más y más a confrontar mis últimas razones existenciales