FAVORECED EL BIEN COMÚN

Hoy vamos a situar nuestra lectura, -donde estamos recorriendo los textos bíblicos del libro-, en el aula donde la profesora de informática Kay Moor imparte clase.

Estas dos últimas semanas he estado trabajando con mis alumnos del último curso, un proyecto social que Andrés les ha mandado sobre los derechos del ciudadano y la responsabilidad del gobierno para que el estado de bienestar sea una realidad que disfrute toda persona que habita en el país. Dividí la clase en tres grupos para poder tener distintos enfoques sobre el tema. Los jóvenes buscaron información en internet, haciendo sus ajustes, y reflexiones a nivel individual y más tarde se intercambiaron sus trabajos hasta llegar a un consenso dentro del grupo, siempre valiéndose del ordenador como medio de información y comunicación.

Copio el tercer documento que termina con una reflexión bíblica

¿QUÉ DEMOCRACIA QUEREMOS?

Entendemos que el proceso democrático es asunto de todos, no podemos quejarnos de nuestra insatisfacción ciudadana si nos limitamos a un voto dado el día de las elecciones y protestamos desde el sillón de nuestra casa, lamentándonos del mal que gobiernan nuestros políticos, de que las instituciones públicas que tenemos no nos sirven porque no satisfacen nuestras necesidades, porque las pro­mesas se quedaron en las campañas electorales…

Y como creemos que lo esencial no es producir, ni lu­crarse, ni mucho menos consumir, desde aquí nos suble­vamos ante una democracia cuyos políticos están bajo el dominio del mercado. La economía financiera no puede ser lo esencial de nuestra existencia. No podemos confundir el ser con el tener, el vivir con el consumir, el existir con la conquista de un beneficio económico.

León Tolstoi, el mismo año de su muerte (1910), escribía en su diario:

“Sólo nos es dada una forma de felicidad del todo inalie­nable, la del amor. Basta con amar y todo es alegría: el cielo, los árboles, uno mismo… Y, sin embargo, la gente busca la felicidad en todas partes menos en el amor. Y es precisamen­te esta forma errónea de búsqueda de felicidad en la riqueza, en el poder, en la fama o en amor excluyente, la que no sólo no nos da felicidad, sino que nos la quita del todo”

Por eso apostamos por una transformación social don­de lo esencial es conseguir la felicidad. No se trata de una gran idea, sino de un tesoro que sólo se alcanza en la me­dida que aprendemos a amar porque nos sabemos amados, y esto no se da en un modelo de democracia donde no se trabaja en función de ir creando comunidades sociales que vivan confiadas porque se saben gobernadas por unas insti­tuciones públicas que actúan por el bienestar justo de todos los habitantes del país.

Pero existe aún otra vía por analizar, pues nuestra felici­dad irá creciendo en la medida en que cada uno nos com­prometamos a ir creando una segura y armónica sociedad, donde la convivencia y la paz tengan como fundamento el amor de hermandad universal, sólo desde este convenci­miento, podremos hablar de vivir en lo esencial y será en­tonces cuando podremos movilizarnos, ejerciendo presión política ante un sistema que nos parezca injusto y desco­nectado de los intereses de los ciudadanos.

Nos parece urgente que la ciudadanía se movilice a tra­vés de los movimientos sociales, organizaciones de veci­nos, ONGs, cooperativas laborales… porque, aun que son pequeños espacios, es ahí donde podemos ejercer nuestros derechos y defender esa soberanía del pueblo, donde poda­mos reivindicar por un futuro basado en la equidad, la jus­ticia social, la solidaridad y la protección medioambiental. El reto está en conquistar el poder de decisión desde los distintos estamentos ciudadanos para que nuestra demo­cracia sea capaz de actuar como fruto de todas las estruc­turas sociales.

¿Por dónde empezar?

Por tomar conciencia de lo importante que es la partici­pación como ciudadanos comprometidos por el bien común. Hay que comenzar por promover y participar en propuestas colectivas, donde se puedan ejercer la legitimidad política de la ciudadanía, como espacios donde desarrollar nuestra capa­cidad crítica y desde donde poder hacer presión social, como plataforma para la regeneración democrática que buscamos.

Concluiremos con unos consejos de S. Pablo a los cris­tianos de Roma:

Rotulando caminos (1)

En este nuevo capítulo, conoceremos el colegio de este barrio, a fin de considerar su bien hacer pedagógico y valorar su ilusionado esfuerzo por transformar el lugar, después de casi cuatro décadas de constante desvelo y constancia.

 Hoy he coincidido con el director del colegio a la hora de la comida y aprovechando que estaba solo me he acercado a su mesa con mi bandeja.

¡Qué sorpresa verte!

—Hola, me alegro de encontrarte. Como ahora me he que­dado solo en casa, he decidido acercarme por aquí para comer.

Sí, ya me enteré de la boda de tu hijo pequeño.

—Así es, se casó el sábado y marchó a vivir al otro extremo de la ciudad. Ahora tengo que plantearme la vida en solitario y presiento que en lo sucesivo me convendrá tomar esta alternativa más de una vez. Pero… siéntate y charlaremos mientras comemos. ¿Te parece?

Pues claro. A mí también me gusta comer aquí y vengo muy a menudo. ¿Vives muy lejos?

—Pues verás, en coche sólo tardo quince minutos en llegar a casa, pero como esta tarde tengo que volver al colegio y no me había preparado nada, he optado por no desplazarme.

Ya veo. ¿Cuántos hijos tienes?

—Tengo tres, un chico y una chica que viven actualmente en Brasil, y este que, aunque está en la ciudad, se ha trasladado a otro barrio al casarse, así que me he quedado solo.

¿Hace mucho que murió tu esposa?

—No, solo tres meses.

¡Cuánto lo siento!

—Gracias. La verdad es que fueron muy duro sus últimos meses, pues ella era el alma del colegio y me costó mucho su en­fermedad. Aún no me hago a su ausencia.

¿Cómo empezaron el colegio?

—Fue un proyecto social del Banco de mi suegro. Comenza­ron por rehabilitar el barrio, que era uno de los más pobres de la ciudad, convirtiendo para aquellos menesterosos las chabolas en casas, sencillas pero dignas. Construyeron varios locales públicos y entre ellos también una escuela para los niños del barrio. De todo esto ya hace casi 37 años, y nosotros, que habíamos acabado ese curso la carrera superior de educación, se nos solicitó para llevar la parte pedagógica del colegio.

¡Qué interesante!

—Cuando comenzamos, este barrio estaba en los límites de la ciudad, la mayoría de las familias eran forasteras, emi­grantes de otros países, colectivos de realidades campesinas o simplemente personas que al aterrizar en esta ciudad y verse anquilosadas en un callejón sin futuro, habían perdido toda su autoestima social, vivían en situaciones de exclusión, con gran­des privaciones de todo orden, donde sobresalía la precariedad de los empleos, la ausencia de oportunidades y donde los re­cursos económicos eran escasos. En fin, esto era meternos en un ambiente de personas socialmente consideradas excluidas. El problema de la marginación, la discriminación, la violencia, eran los factores dominantes.

Y entonces comenzasteis esto para cambiarlo.

—Así fue, somos testigos directos de haber sido parte de los agentes de cambio de esta gente. La transformación social ha sido posible gracias a la educación recibida en nuestro centro entre otros factores.

Si, yo veo que el barrio ya no es marginal

—Así es. Fue una idea brillante y aquí nos vinimos. Con la ilusión e intrepidez de los novatos, presentamos una propues­ta pedagógica donde nuestro último objetivo era hacer personas dignas, cultas y responsables de aquella gente sencilla e ignorante. Tuve la suerte de tener por esposa una fuera de serie que, siempre fue el alma de este proyecto educativo.

Supongo que en todos estos años habéis trabajado mucho.

—Pues sí, como te decía, comenzamos con una pequeña es­cuelita a la que llamamos “La siembra”, porque este era nues­tro propósito, sembrar educación en esa gente tan necesitada de todo. Y con sólo cuatro aulas, dos de niñas y dos de niños, a dos niveles cada una, nos lanzamos a esta maravillosa aventura. El colegio era sólo un bloque de dos alturas, en el centro de la planta baja estaba la dirección y secretaría y en el piso superior, separaba las dos aulas una biblioteca que era a su vez la sala de profesores, de reuniones… en fin, lo que ahora llamaríamos sala multiusos. En el exterior, rodeando el edificio había un jardín y un patio de recreo que hacía a su vez de campo de deportes, Esto era todo.

LOS DOS HERMANOS

Hoy nos vamos a recrear conociendo la vida de D. Juan, el sacerdote del barrio.  La narradora será Josefa, su sirvienta de toda la vida. M95, aprovechando la ausencia de aquél, se acerca a su casa para fisgonear sobre el asunto y así nos enteramos de una historia muy interesante.

—¿Hace mucho tiempo que está trabajando aquí?

—Bueno, si se refiere a la materialidad de esta vivienda, vinimos hace unos diez años, pero a D. Juan lo he tenido en mis brazos el mismo día de su nacimiento.

 —¿Sí? ¡Cuénteme! ¡Me encantan las historias de familia!

—Esta no es del todo muy agradable. Aunque, ¿acaso hay una historia humana realmente sin problemas? Pero creo que será una manera de matar el tiempo mientras estamos juntas.

—¡Oh, bueno! Si lo prefiere… podemos poner la televisión, puede ser hay algo interesante. Yo soy con pena de cambiar sus planes.

—No hay que hablar para nada sobre eso. Si algo me tiene recomendado D. Juan es que he de atender bien a las personas que llaman a nuestra puerta. Así que, si está interesada en saber la historia de la familia, nadie mejor que yo para contársela, ya que fui a servir a aquella casa como regalo de la abuela en la boda de la madre de D. Juan.

—¿Sí?

—Sí, así fue. Mi padre era el administrador de “Mi huerta” la finca mayor de las propiedades de la familia, y cuando se casó el señorito, el padre de D. Juan, su madre le dijo a la mía que quería que yo fuera como doncella a servir a la nueva señora. Y allí me fui. Yo tenía dieciocho años cuando comencé. Bueno, todo esto es para decirle que cuando nació el primogénito, Carlos, yo ya estaba con ellos y por supuesto cuando nació el segundo que fue D. Juan.

—¿No hay más hermanos?

—Hubo una niña, la tercera, pero murió de una meningitis a los cuatro años. La señora lo sintió tanto, que decidió cambiar completamente de vida y dedicarse con exclusividad a la atención de sus dos hijos.

—¿Antes no lo hacía?

—Era joven. Pienso que demasiado joven. Y ese acontecimiento le hizo madurar. Fue la muerte de aquella preciosa niña lo que la hizo sentar cabeza y despertó en ella la responsabilidad materna. A partir de aquel momento, los niños siempre la encontraban en casa cuando volvían del colegio y si por asuntos profesionales de su marido tenía que ausentarse, yo era la que los atendía, con estrictas instrucciones de la madre.

—¿Era muy severa?

—Era muy exigente en llevar orden y disciplina. Nunca me hubiera perdonado, que a la vuelta de una de sus ausencias los niños hubieran aflojado en el esfuerzo de su dedicación educativa.

Hizo una pausa para beber y prosiguió:

—Con el curso del tiempo, los dos hermanos iban creciendo bajo la mirada de la madre, y a pesar de que ella procuraba tratarlos por igual, en cada uno se iba forjando una personalidad completamente distinta.

—En el físico no había mucha diferencia, aun ahora se les ve los rasgos de familia, pero mientras Juan era un niño travieso, alegre, inquieto, extrovertido y resultaba muchas veces agotador, Carlos, por lo contrario, era la tranquilidad andando. Era tímido, silencioso, muy introvertido, prefería pasar las horas delante de un libro interesante que corretear detrás de su hermano. Pero es verdad que a la hora de sentarse a estudiar los dos rendían por igual. Juan era el típico niño que disfruta y gasta todas sus energías en actividades dinámicas, pero también cogía al vuelo cuanto le enseñaban en el colegio. ¡Cómo disfrutaba cuando marchábamos a la finca de la abuela por las vacaciones de verano! En la ciudad había veces que parecía se le venía encima las paredes de la casa.

» Pero esta familia necesitó siempre de experiencias fuertes para cambiarles la vida, y fue en un verano cuando ocurrió algo que decidió el futuro de los dos muchachos.

 —¿Sí? ¿Qué fue?

 —Pues, era ya a finales de agosto. Carlos tenía entonces veinte años y Juan dieciocho. Una mañana, cuando estaba ordeñando una vaca para preparar el desayuno, cosa que me gustaba hacer a mí personalmente, apareció por puerta Marián, la hija de uno de los colonos fijos de la finca. Hacía mucho tiempo que no la veía y me sorprendió verla tan crecida. Se había hecho muy bonita y reflejaba la salud que disfrutan todas las mozas del campo. Estaba hecha una mujer. Aunque siempre me había parecido muy descarada y pretenciosa, aquella mañana se mostró sinceramente insolente.

 ‘Vete diciendo a los viejos que se vayan haciendo a la idea de casarme con su hijo’ —me soltó con brusquedad.

 ‘¿De dónde sacas tantos humos?’ —le reproché.

‘De donde puedo —me contestó—. Quizás cambies de idea cuando te diga que estoy ‘preñá’ de uno de esos señoritos’.

‘¿Qué has hecho descarada? ¿Cómo se te ha ocurrido tentar a un inocente?’

 ‘Yo no tengo la culpa. Nos queremos y ese es el resultado de nuestros amores’

‘¿Tú? ¡Tú no quieres a nadie! —le dije asiéndole de los brazos—. Te has aprovechado de un niño para trepar alto’

 ‘¡Suéltame! Pero que conste que no es tan crío, pues ya sabe cómo amar a una mujer’

‘Y tú has sido su maestra ¿no?’

‘Seguramente’

 ‘¡Furcia! ¡Mala pécora! ¿Qué has hecho?’

 ‘¡Suéltame! ¡No vuelvas a tocarme! Además, que yo sepa eso es cosa de dos. ¿Por qué no le preguntas a él?’

» Ya imaginará lo furiosa que volví a la cocina. No daba pie con bola. Se me salió la leche, se quemaron las tostadas… ¡un desastre! Sólo estaba pendiente de cómo coger al toro por los cuernos y enterarme de todo. ¿Qué había pasado? ¿Cómo era posible que Juan…? -porque yo no dudaba quién había sido- Así que, en cuanto terminaron el desayuno, cogí de un empuño a Juan y me lo llevé casi a rastras hasta mi habitación. El chico se resistía, pero yo no le soltaba y le insistía en que no hiciera ningún escándalo pues lo que quería tratar con él era muy íntimo.

 ‘¿Se puede saber qué mosca te ha picado? —me preguntó cuando estuvimos allí.

 ‘Eso quiero saber yo, qué ha pasado aquí’

‘¿Aquí dónde? ¡No entiendo nada! ¿Quieres explicarte?’

‘Si, eso voy a hacer —y armándome de valor le ataqué directamente—. Mira Juan, yo sé que eres ya un hombre y que no te puedo tratar como hasta ahora lo he hecho. Tú sabes que te quiero como si fueras mi hijo y por eso me atrevo a hablarte como tal. Hay cosas que se tienen que resolver con urgencia, y aunque sea lo último que haga en mi vida lo voy a hacer’

 ‘¡Uf, qué trágica! ¡Anda, suéltalo ya!’

‘Quiero que me cuentes qué hay entre tú y esa Marián’

‘¡Ah! ¿Es eso? Mira Jose, a mí no me vengas con esos chismes, yo no tengo nada que decir. Eso es cosa de mi hermano’

 ‘¿De Carlos?’ ‘Que yo sepa no tengo otro’

 ‘Pero si yo..

‘¡Por supuesto! ¿Tú creías que era yo?… ¡Guau! ¡Qué gracia! ¡Es él! Él que se escabulle por las noches cuando todos estamos en la cama. Espera un rato y cuando se cree que yo duermo, va y se escapa, pero siempre lo oigo. Al principio lo seguía, pero me aburría, no podía hacer ningún ruido y todo estaba oscuro, así que decidí esperarle tranquilamente en mi cama ¡era más cómodo! Aunque tengo que confesarte que como tarda tanto la mayoría de las noches no me entero cuando regresa’

‘¿Hace mucho tiempo de todo esto?’

‘Bueno, empezó el verano pasado. Y durante este invierno se han escrito algunas veces’

 ‘¿Escrito? ¿Y ella envía las cartas a casa?’

‘¡Por supuesto que no! Se las envía a la dirección de un compañero de la “Uni”. Por cierto, que se las cobra bien caro, pues el muy fresco le chantajea con apuntes y exámenes’

‘Y aparte de ese chico y tú, ¿lo sabe alguien más?’

‘Que yo sepa no. Pero es que él no sabe que yo estoy enterado de todo’

‘Pues me temo que esto ha llegado demasiado lejos y que dentro de poco lo va a saber todo el mundo’

‘¿Sí? ¿Vas a ser capaz de contarlo tú?’

‘Yo no. Ella’

‘¿Ella?’

‘Sí. Pero tú de esto ni una palabra. Cuando llegue la noticia hazte de nuevas ¿vale? Tú nada tienes que ver con este asunto. ¿Te has enterado?’

 ‘Está bien, como quieras. La verdad que es sólo cosa de ellos’

‘Por eso’

» A los pocos días la bomba explotó. Hubo reunión familiar y el resultado fue que Carlos se tendría que comprometer a casarse con ella y Juan marcharía interno a un colegio de curas. Aquellos tiempos eran así. Seguro que hoy se hubiera resuelto el asunto de otra manera, pero entonces no había otro camino para un hombre con honra. ¡Bien lo tenía planeado aquella lagarta! Un embarazo era la puerta más segura para cambiar de posición social y entrar por la puerta grande hacia un brillante futuro. ¡Y fue a elegir al hombre más inocente de la tierra!

(Continuará)

DESAFÍO CULTURAL

Sin duda, a lo largo de estas últimas entradas ya habrás captado lo esencial de estas dos civilizaciones.  Dos culturas muy distintas fruto de la educación que se le ha inculcado. ¿Progreso? ¿Prosperidad del ser humano? La historia nos lo dirá.

Yo me limito a narrar mis sospechas sabiendo que al final la última carta la tiene S.H. EL SEÑOR DE LA HISTORIA, pero entre medio, nosotros hemos de ser consciente de nuestra responsabilidad y, descubriendo la misión que se nos ha encomendado a cada uno, tratar de vivir con coherencia.

Por eso no me extraña que a M95 se le moviera la inteligencia y el corazón ante tanta sospecha novedosa.

Veamos otra conversación con su compañero

—¿Qué pensar de esta gente? Nosotros pertenecemos a una civilización que no nos motiva para bucear en nuestro interior, ni ir más allá de las necesidades inmediatas. Y por supuesto menos aún para preocuparnos de los problemas ajenos

—Es verdad, nuestros contactos personales no tienen que ver nada con las relaciones que aquí se detectan.

—Nunca se me ha ocurrido hacerme preguntas sobre qué le hará feliz a esta o a esa otra persona, si no tiene que ver con mi propia satisfacción. Nuestras relaciones no son desinteresadas.

—Bueno, supongo que esto se debe a la educación que se nos ha impartido. Nos limitamos a procurarnos nuestro propio bienestar o comodidad, aceptamos los límites impuestos por una tranquilizadora superficialidad, sin complicarnos la vida con razonamientos filosóficos.

—Sí, vivimos resguardados y seguros a la sombra del sistema social cerrando los ojos al terrible desafío del pensar autónomo, a lo arriesgado que es el hacerse preguntas intangibles. Pero la verdad es que tenemos miedo a perder la tranquilidad de una vida sin complicaciones.

—No olvides que esta es nuestra filosofía, el pragmatismo y el propio bienestar, son nuestros pilares existenciales. Las cosas y los acontecimientos hay que disfrutarlos sin preguntarse para qué sirven, cuánto duran, qué beneficios aportan…

—Sí y todo esto no deja espacio para plantearnos la existencia más allá de la realidad presente, y en esta sociedad al parecer, se vivió con otras categorías existenciales.

—Así es. Se nos ha enseñado a usar de las cosas y de las personas sólo para solucionar con satisfacción nuestras propias necesidades primarias y los placeres inmediatos y esto debe bastarnos. Ya sabes, sólo es válido lo que nos resulta útil aquí y ahora.

—Es cierto. Hemos recibido una formación, que no nos permite rebasar los límites que nos impusieron nuestros convencionales profesores, y ahora tengo que lamentar el no estar preparada para pensar soluciones de situaciones que no son patentes. ¿No te pasa a ti lo mismo?

 —Yo prefiero no hacer ningún comentario.

 —Nos movemos en una concepción de la existencia humana donde no damos por buena ninguna realidad que no sea palpable y medible. Sin embargo, me estoy dando cuenta de que esto no quiere decir que no existan otros valores, otros intereses hasta ahora ignorados. Y hoy me pregunto: ¿Estamos en el camino vital correcto? ¡Esta gente me está haciendo ver la vida desde otro ángulo! ¡Algo nuevo está naciendo en mí! No sé si para mejor o peor, pero estoy empezando a pensar de una manera distinta.

—¡Pero, bueno! ¡Esto no puede seguir así! Agente M95, sospecho que te estás metiendo en un campo prohibido.

 —Tienes razón V71, pero estos interrogantes están inquietándome y con alguien los tengo que compartir, ¿no?

 —Será mejor que volvamos a plantear el proyecto tal como nos lo programamos anotando los acontecimientos sin más comentarios.

—Espero que sepas entenderme. Yo por mi parte intentaré controlarme.

—Lo lamento, pero esta no es nuestra misión, y mucho me temo que si no estás atenta a tus reacciones me veré obligado a dar cuenta a la Central de investigación.

—Está bien, reconozco que me he excedido en mis comentarios, en lo sucesivo procuraré tenerlo en cuenta.

—Más te vale, pues te puedes fácilmente desviar y poner en peligro nuestro trabajo.

SED SAL Y LEVADURA

“La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad, pues es la base de toda transformación de progreso humano, tanto personal como comunitario… No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen” (Papa Francisco a los educadores).

Hoy nos vamos a meter de incógnito -como hizo M95- en una charla de Andrés con sus alumnos, para discernir sobre su modo de enfocar sus charlas.

He aquí lo que ella nos cuenta:    

Tenía muchas ganas de saber personalmente cómo se desenvuelve Andrés entre los jóvenes, por lo que esta tarde, antes de que alguien llegara, me las he ingeniado para entrar en la sala donde tiene sus reuniones en el club, y he instalado un mini-cassette debajo de su silla, para grabar la sesión con control remoto.

—Buenas tardes. Me gustaría que hoy reflexionáramos juntos sobre nuestra responsabilidad personal de ir mostrando con actos concretos que vivimos lo que decimos. En otras palabras, ser coherentes, actuando según hablamos, pues esta es la única manera de convencer, no con lo que se dice sino con lo que se hace y se vive. Ya sabéis las palabras del Señor que por nuestros frutos nos conocerán. ¿Queremos ser levadura pequeña, silenciosa, pero capaz de fermentar toda la masa? ¿Queremos ser sal que sazona toda la comida sin que se vea, pero que se la echa de menos si está ausente del guiso? Pues esto sólo se consigue teniendo cuidado con ser coherente con los principios que nos han inculcado.

—Pero… ¿qué podemos hacer nosotros tan pocos, un grupo tan pequeño, ante todo un ambiente muchas veces hostil?

—Hay que ser imaginativos y creativos, pero sobre todo hemos de hilar muy fino y tener las antenas del espíritu conectadas permanentemente con nuestro maestro interior. Tened la plena confianza de que cada uno de nosotros lleva en su interior una gran riqueza, aunque no siempre seamos conscientes de ello.

 —Esto, no parece muy fácil.

—No digo que lo sea, pero hemos de intentar poco a poco vencer las dificultades, seguros de que hemos sido llamados para ir colaborando en la transformación de la sociedad en la que vivimos, cada uno en su sitio y con las fuerzas que va recibiendo para cada ocasión, por eso nunca dejo de insistir en que el secreto de nuestro poder está en dejar que el maestro interior nos conduzca según sus planes, sin ser nosotros obstáculo, ni pretender ser los protagonistas. Este es el secreto, pues en cuanto queremos dominar la situación con nuestras pobres fuerzas o nuestro corto entender, el fracaso viene seguro.

—Tú lo dices muy convencido ¿verdad?

—Sí que lo estoy. Y si vosotros también creéis firmemente en que esta es vuestra misión y actuáis en consecuencia, poco a poco lo viviréis por dentro y podréis ser sembradores de la semilla de un mundo nuevo.

—¿Tú crees que la gente aprecia nuestro esfuerzo?

 —No se trata de que los otros lo aprecien o no. Nuestro actuar no es para ser aplaudido por ellos, sino que nuestra última motivación es vivir intensamente la única vida que vale la pena vivir. Si ellos descubren que esta verdad, no es obra nuestra, sino de aquél que mueve los corazones, pero siempre respeta las decisiones del hombre, pues lo hizo con el riesgo de elegir y de poder equivocarse, comprenderán. El secreto está en creer que en cada ser humano el Señor interviene llamándonos en nuestra singularidad y en nuestro ser para el otro, en nuestra autonomía y en nuestra dependencia fraterna. Confiad en que su ayuda nunca os ha de faltar. Os aseguro que vale la pena intentarlo.

—Pero a veces no nos entienden y tenemos dificultades.

—Es verdad. Esto que tú nos propones puede ser más o menos sencillo entre nosotros, pero cuando alguien por ahí se pone terco y se empeña en llevarte la contraria o en ridiculizarte… entonces se te calienta la sangre y ya no es tan fácil guardar las formas.

—¿Y qué Luis? Cuando uno no quiere enfadarse, dos no se pelean. ¿Has olvidado esto?

—No, pero…

—Mira, los psicólogos aconsejan contar hasta veinte antes de responder, pero para nosotros la solución la encontramos en recurrir a nuestra fuerza interior, al espíritu de paz y reconciliación que habita en lo más sano de nuestro ser. Si es este nuestro recurso, vendrá a nuestros labios la palabra justa y nuestro ánimo se serenará. Y para que todo esto tenga su fundamento, vamos a escuchar lo que dice el Libro

—Así que obremos siempre el bien, para que el mundo crea en nuestro mensaje y se anime a buscar la auténtica felicidad que es el fruto de las buenas obras. Estas son las palabras que he recibido hoy para que os las transmitiera.

—Y ¿qué nos aconsejas?

—Voy a leeros el consejo que el propio Libro nos da

Creo que vale la pena pararnos a reflexionar sobre la PALABRA de DIOS

PODER: ¿FUERZA O AUTORIDAD?

Ya estamos en la fase 1 esto no significa que el peligro haya pasado, sino que queremos evitar la ruina económica del país, pues al estar tantos meses sin producción, hay muchas familias que ya no tienen dinero, no pueden mantenerse en casa sin ninguna entrada financiera, incluso las hay que pasan hambre y se necesitan trabajar.

El virus sigue ahí fuera y no podemos relajarnos. Aún estamos a medio camino y el peligro podría aumentar si no somos disciplinados y responsables Debemos de seguir protegiéndonos unos a otros, poniendo el mayor énfasis en el uso de mascarillas, la higiene y la distancia de seguridad. No podemos bajar la guardia.  Tampoco sabemos si habrá un rebrote o un virus nuevo. Lo único seguro es que esta pandemia no terminará hasta que no se encuentre una vacuna para atacarla, pero nunca antes.

Lo que está por ver, es qué ocurrirá cuando se abran las puertas del todo. Ojalá, que la humanidad haya reflexionado sobre su modo de estar en el mundo y trate de conquista una mejora para toda la sociedad, incluyendo el reparto y la propiedad compartida de los bienes de la tierra. Este tiempo puede ser una oportunidad y no sólo una gran tragedia, que es lo que lamentamos en estos momentos. La vida se abre paso aun en las circunstancias más difíciles.

Ahora bien, yo estoy convencida de que no habrá un cambio radical estructural, ni social, ni ecológico si no hay un cambio en el modo de entendernos, sentirnos y relacionarnos los seres humanos. Si no conquistáramos personalmente, un profundo cambio radical en nuestro enfoque ante la vida, profundizando en la idea fundamental de la equidad, la justicia, la solidaridad y la acción humanitaria en beneficio de todos.

 ¿Cómo hacer que esta experiencia se transforme en aprendizaje? Teniendo en cuenta que queremos reflexionar sobre ese cambio social, que alcance las raíces de nuestro ser en nuestro vivir cotidiano, hoy os propongo que asistamos juntos a una exposición de los alumnos de Andrés sobre: Los conceptos de gobierno político, con un equilibrio de los tres poderes públicos: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. En él se nos presenta una propuesta social que me parece interesante a tener en cuenta.

 

Andrés me propuso asistir hoy a un debate que iban a tener sus alumnos de quinto de secundaria sobre “El hombre ante el poder ejecutivo”. Como coincidía con una hora que tengo libre acepté. La verdad es que fue muy interesante.

Prepararon el tema un grupo de doce estudiantes formados por cinco chicas y siete chicos. La presentación fue muy original, medio teatro medio discusión entre dos bandos, los que estaban a favor de crear instituciones de poder regidos por la autoridad moral y justa y los que apoyaban las instituciones que actuaran por el poder del dominio y el uso de la fuerza. El objetivo de todos era presentar los dirigentes más convincentes para crear una sociedad donde reinara el bienestar para todos, una calidad de vida donde el individuo alcanzara una posición digna dentro de su contexto cultural, pero desde puntos de vistas opuestos. La base de este poder constitutivo iría encaminada a fomentar la autodeterminación personal dentro de sus obligaciones sociales.

Con estas premisas de fondo se abrió el debate.

Todos iban caracterizados como correspondía al caso con togas y diferentes tocados según el papel que representaban.

 La escena se desarrollaba en un congreso internacional, donde cada personaje se presentaba como prototipo de la institución que representaba, además asistía un moderador que hacía de narrador.

Abrió el debate el narrador que estaba frente a las dos corrientes ideológicas:

— Señores congresistas, nos hemos reunido aquí para discernir sobre los poderes del mundo. Tenemos a los ciudadanos de la historia presente en nuestras manos. De nosotros depende el futuro de la sociedad. Son sus Señorías las instituciones dirigentes, por tanto, las resoluciones últimas de las conductas de todos los ciudadanos están en vuestras propias disposiciones. Para bien o para mal de la humanidad, aquí están sus gobernantes, son sus Señorías el poder del mundo. Y sin más les invito a que se presenten.

Comenzaron hablando los del ala derecha:

 — Nosotros representamos la autoridad. Formamos parte de cualquier institución dirigente, induciendo a nuestros ciudadanos a actuar porque nos ven coherentes, con prestigio, dando razones que convencen.

— Así es. Como somos humanistas, y nuestra causa es el bien del hombre, nuestro poder se convierte en autoridad moral.

— Nuestra meta es la calidad de vida, el progreso y el bienestar, de cada uno de nuestros ciudadanos. Ellos lo saben porque trabajamos para no defraudarles.

 — No sean ilusos — intervino cortándoles los del ala izquierda — Nosotros somos la fuerza y esto es lo que aquí tiene eficacia, la gente sólo escucha a los que están en el poder, sin preocuparse de los medios que se utilicen para mantenerlos, con tal de saberse beneficiados. Los fuertes somos los que dominaremos la sociedad.

— Estoy de acuerdo. Las razones nadie las escucha. Hay que demostrarles quienes son los más poderosos.

— ¿A caso no somos nosotros los administradores de su bienestar? Pues hay que mantener ese poder a costa de lo que sea.

— Sí. Lo que conviene es convencerlos, atraerlos a nuestro terreno, y los beneficios serán para los que estén de nuestra parte.

— Por supuesto. Aquí se trata de no perder el mando y el dominio de la sociedad.

— Y si llega el caso de que se les olvida donde está el poder, quienes son los que mandan, también tenemos medios para que entren en razones.

— Bueno, bueno, no nos pongamos nerviosos y agresivos. Hay otras maneras más sutiles de convencer a la gente. ¿Por qué la violencia? También existen otros medios de convencerlos, ¿no os parece?

 — Es verdad, siempre se me olvida que tenemos entre nuestras filas la fuerza moral, que sabe conquistar a los indecisos ciudadanos con sus artimañas seductoras y engañosas.

— Muchas veces esto basta para convencerlos.

— Está bien — concluyó el narrador— Una vez expuestas las razones de sus argumentos filosóficos, pasemos a debatir sus actuaciones institucionales.

La fuerza física — Bien, permítanme que sea la primera. Actualmente soy tan potente como temida. Prácticamente tengo el mundo en mis manos. El poder de las armas y los recursos bélicos me hacen reinar en los países más poderosos de la tierra y ¡pobre del que se le ocurra llevarme la contraria!

Narrador — Bueno, bueno, no se crea tan potente, pues incluso su Señoría necesita de otros. ¿Quiénes son los que le ayudan a tener tanta seguridad en su fuerza?

La fuerza física — ¡Por supuesto! Yo sería impotente sin la fuerza económica y el poder científico. Todos en esta vida necesitamos apoyarnos en el polémico dinero, pero son las grandes inteligencias de la humanidad las que me van haciendo crecer. Los físicos y químicos con sus sofisticadas armas, los biólogos con los experimentos bacteriológicos… incluso los avances de la genética con su manipulación están a mi favor, ¡ah! Se me olvidaba, también tengo que contar con el campo de la psicología y la sociología como ciencias capaces de orientar las estructuras mentales de las personas. Estas son mis armas más poderosas de este momento histórico.

Narrador —Ya que su Señoría nombró al poder económico ¿Qué dicen sus representantes?

La autoridad económica —Bueno, la economía en principio debe ser una plataforma positiva, puesto que está llamada a hacer un análisis de la realidad para planificar la distribución de los recursos de una manera justa, donde todo esté distribuido equitativamente y a nadie le falte lo necesario.

La fuerza económica — ¡Espere, espere! ¿Dónde ha visto su señoría un sistema económico que se sostenga con los argumentos que aquí se expone? Siempre ha habido y habrá ricos y pobres.

La autoridad económica — ¡Sí, ya sé! Y no sé si esa realidad histórica será posible hacerla desaparecer algún día, pero tenemos que colocarnos siempre a favor del desarrollo y el bienestar de todos los ciudadanos. Nuestro primer cometido ha de ser la justa redistribución de la riqueza producida y, sin embargo, nuestra mayor vergüenza es la enorme diferencia que existe entre ricos y pobres, cuando se sabe que los recursos pueden llegar para todos.

La fuerza económica— ¡Anda tú! Lo importante para mantener nuestro estatus económico es el trabajo, la producción, el consumo, el aumento de capitales. Las grandes empresas bien saben de eso, de ahí, que se hable de las multinacionales e incluso de la globalización del mercado.

La autoridad económica — Si, ya veo por donde va. Pero esto puede ser un arma de doble filos, pues el instigar al consumo y las motivaciones del aumento del capital sólo favorece a los que ya se abastecen económicamente, pero ¿qué oportunidades damos a los menesterosos de cambiar su situación?

La fuerza económica — ¿No será que los hay muy flojos? El secreto de nuestro poder consiste en el saber cómo motivar y crear nuevas necesidades en el hombre para que siga consumiendo, para que no se tenga más remedio que seguir produciendo y así, aumentar la riqueza con el producto de las ventas.

La autoridad económica — ¿Y su Señoría crees que va a ser fácil triunfar en los países que carecen de poder adquisitivo con esa filosofía consumista? A mí esto me suena a explotación económica y esto no cuadra con mis principios.

íLa fuerza económica — No se preocupe, con tal de tener como los otros, siempre caen en la tentación de comprar, aun los que no pueden permitirselo. Todo es cuestión de tener a nuestro servicio un buen “marketing” que estudie los intereses del individuo y desde ahí imponer las reglas de producción y mercado.

La autoridad económica — ¿No sería interesante probar la rentabilidad que puede proporcionar el resolver los grandes problemas de la escasez de los pueblos, distribuyendo los recursos que de hecho nos ofrece la Naturaleza, en vez ignorar o explotar a los menos favorecidos? Además, si hay para todos, ¿dónde está la justicia social? Yo pienso que nuestro cometido ha de ser el garantizar para todo, el acceso a la adquisición de los recursos de producción. Los bienes de la Tierra pertenecen a todos y no sólo a unos cuantos que se han tomado el título de privilegiados.

La fuerza económica — Mire, a mí lo que me interesa es pegarme donde hay sólidas y seguras finanzas y a la garantía de dinero fácil. Yo he nacido para vivir en la abundancia y no para perderme en negocios de poca monta. Eso se lo dejo para los de pocas ambiciones.

La autoridad económica — Está bien, ese es su punto de vista. Pero no puede olvidar que jugamos un papel muy importante en la satisfacción de las necesidades primarias de todos los hombres y no sólo de las de unos pocos, que son precisamente los únicos que su Señoría parece favorecer.

La fuerza económica — ¡No sea iluso! También estoy en los económicamente débiles. ¿No ve que he montado un buen negocio con eso del consumo y todos quieren disfrutar de los bienes materiales aun por encima de sus posibilidades?

La autoridad económica — ¿Y qué me dice de los 800 millones de hombres que pasan hambre, pobreza, subdesarrollo… son también sus clientes hoy día?

La fuerza económica — ¡Está bien, está bien! ¡No me maree más! Estoy de acuerdo con que mi sistema económico no es el más perfecto, pero me lo he montado con tanta eficacia y comodidad que no puedo pensar en renunciar a ninguno de mis poderes adquiridos. Por el momento no me convence ninguna de las otras alternativas que se me presentan. Tengan en cuenta que las gigantescas multinacionales operan realmente en la trastienda de la marcha de nuestros gobiernos.

La autoridad económica — Esta es mi mayor preocupación, por eso quisiera desde aquí hacer una llamada colectiva, hacia una reflexión conjunta sobre el tema. Yo sugiero que se podría empezar por una revisión del objetivo sobre el aumento desproporcionado de la distribución de la producción y el instinto compulsivo por consumir sin juicio y sin medida, lo que lleva al individuo a crearse necesidades de lo que en realidad es un valor superfluo.

(CONTINUARÁ)

Las primeras impresiones

Hoy te voy a comentar los primeros informes de M95 a su compañero el agente V71

Esto acontece durante la primera semana de estancia en esa ciudad a comienzos del siglo XXI y mi interés se centra en comunicarte las primeras impresiones de M95 ante la novedad que le rodea

Agente V71. ¿Me captas? Aquí agente M95. Llamando…. Lla­mando… Conexión con la base. Agente M95… llamando…

Sí, aquí agente V71 al habla. ¡Por fin! Te oigo perfectamente. Me tenías preocupado. Estaba impaciente por tu tardanza en comunicarte. ¿Ha habido algún contratiempo?

No, en absoluto. Ocurre que esta gente es tan hospitalaria que no he podido liberarme hasta ahora. Mi casera y su hija se empeñaron en que tenía que cenar con ellas. Pero todo ha ido muy bien. Como planeamos ha sido todo un éxito el cuento de mi procedencia. Se extrañaron al no ver una cara japonesa, pero, según lo pensado, es el mejor resorte para presentarme tan ajena a esta cultura; a pesar de mi preparación, es mejor así que dármelas de saberlo todo y cometer un fallo del que me sería más difícil salir airosa. ¡Ha sido el primer éxito! Cuando me presente igno­rante y preguntona no sospecharán, verán en mí a una forastera curiosa e interesada por conocerlos y hacerse así más cercana a la gente del lugar.

Me alegro de que todo empiece bien. ¿Tienes todo bajo control?

Por ahora sí. Ya estoy casi instalada. El piso es pequeño pero cómodo. Lo mejor es la amplia terraza desde donde se domina la ma­ravilla de un mar extenso. Todos los pisos de este bloque disfrutan de esta espléndida vista en el salón y en la habitación contigua, que por supuesto es donde he colocado todo el equipo de trabajo. Ahora mismo, la combinación de la luna, el mar y la suave brisa de una noche de finales de agosto, tienen un embrujo que me fascina. Es una sensación nueva que me sugiere un futuro prometedor.

Bueno, bueno. Cuéntame lo que has hecho en estas horas sin filosofar y cuáles son tus planes próximos.

¡Oh, sí, claro! … A lo que íbamos. Como te decía, mi primer contacto con esta gente ha sido la velada de esta noche con mi casera y su hija. Al parecer esta es enfermera y tenía turno de noche en el hospital, lo que ha sido para mí un buen pretexto para poder despedirme, pues sospechaba tu inquietud esperando saber de mí. Eso es todo, les hablé del cuento de mi nacionalidad japonesa de padres americanos y de mis planes de querer tra­bajar en el colegio para tener unas entradas con las que poder mantenerme económicamente durante mi estancia entre ellos. Y eso ha sido todo. Ma­ñana, cuando vuelva de la entrevista con el director del colegio te contaré.

Ya te he comentado en otra ocasión este primer contacto con el director. Hoy me interesa la reacción de M95 ante tantas nuevas sensaciones

Ya he pasado la primera prueba y, aunque sé que es peligroso hacerse precipitadamente ilusiones, te cuento que el recibimiento ha sido muy posi­tivo; parece ser que les he causado buena impresión de algo me tiene que servir tanto tiempo de entrenamiento para poder entrar con facilidad en la psicología de estas gentes, Me cuesta creer que no seré admitida.

»El colegio está situado a unos metros de mi vivienda. Le llaman “La siembra” porque su filosofía desde un principio es el de ir inculcan­do en los alumnos la semilla de la educación y la cultura. Es un centro muy amplio, con una capacidad para 4.000 alumnos desde preescolar hasta preuniversitario. Está dividido en varias secciones por bloques de edificios, separados por jardines, campos de deportes y espacios de juegos para los distintos niveles educativos. Las dependencias administrativas y las diferentes oficinas directivas están situadas en primer plano, en­frente de las aulas de los más pequeños.

» Después de la entrevista personal con el director, donde comenta­mos mi currículum, hicimos una visita rápida por todo aquel complejo educativo, junto con otros candidatos a diferentes puestos de trabajo, pero como comprenderás de este primer vistazo poco puedo decirte. Sí que traté de mostrarles mi interés por conocer la sección de informática, dotada de veinte ordenadores y un sólo terminal, todo ello muy primi­tivo, como esperábamos.

» Mañana tengo la prueba de aptitud pedagógica. Presentaré mi plan de los tres niveles y trabajaré con un grupo de alumnos del segun­do curso. Me ha dicho el director que haga un sondeo del nivel de co­nocimientos y a la vista de los resultados presente el plan de la primera semana escolar. Espero salir airosa de todo ello, gracias al material teó­rico y práctico que preparamos anteriormente. Unos cuantos ejercicios de iniciación de lo más simple, creo que será lo adecuado. Confío en que no los hayamos juzgado erróneamente.

   » Con todo esto me temo que voy a estar muy entretenida durante toda la semana. Ya te tendré al tanto, pero si no hay ninguna novedad extra, no me comunicaré contigo hasta el jueves por la noche, hacia esta misma hora. Pues ese día me dirán si me admiten en el Centro como profesora adjunta de informática.

He sido admitida para impartir las clases a los alumnos de secun­daria, en total 12 horas semanales. Además, me han ofrecido la posibili­dad de participar en el centro cultural del barrio. Es un club de tiempo libre donde los adultos ofrecen sus conocimientos gratuitamente, para complementar la cultura de personas de diferentes edades, según sus intere­ses. En el colegio tendré que someterme a los programas oficiales, pero allí podré actuar con más libertad para ampliar los conocimientos de los que quieran innovaciones. Como lo que saben aquí es muy rudimentario, estoy segura de que cualquier propuesta mía será acogida con interés.

» Cuando me dieron el programa de enseñanza para prepararme a esta situación, comprobé que algunas teorías ya están superadas en nues­tra cultura, pero sé que no puedo modificar el proceso histórico, sino que debo ir siguiendo su ritmo, aunque conozca las soluciones, no soy yo la que tenga que darlas. Cierto que no puedo cometer errores que levanten sospechas, pues el ser mujer en esta civilización, puede traerme problemas ante la supuesta ventaja intelectual y técnica de cualquiera de mis colegas masculinos. Su natural machismo, no consentiría que me situase por en­cima de ellos y estarán pendientes de encontrarme con algún fallo, por eso he de ir con mucho tiento para ganármelos sin desairarlos, aunque en este campo de tecnología, por mucho que sepan, no pueden competir conmigo.

» Mañana tenemos claustro de profesores. Parece ser que éste primero siempre resulta algo magno y un poco informal pues se trata de que nos conozcamos todos y presentarnos los nuevos. Tengo entendido que somos 150 más el equipo directivo de los diferentes niveles educativos. Así que ten­dremos un primer encuentro de presentaciones, de normas generales y un in­forme sobre las novedades de principio de curso, luego nos separaremos por niveles y ya la cosa será más seria. En mi departamento somos veintitrés.

» El director de nuestra sección ha dado un discursito pedagógico recordando la filosofía del centro que resumo para que no resulte de­masiada teoría.

» Según él, y con ello digo lo que me ha parecido más novedoso, el mé­todo más importante, y que es el fondo de la línea pedagógica del centro, es convencer al alumno de que está completamente de acuerdo con la educación y la disciplina que se le imparte. Lo que llaman los psicólogos la autodeterminación. Escoger con libertad y con personal determina­ción la autoridad del profesor. Hemos de enseñar sin usar la fuerza, apelando a su curiosidad por conocer nuevas cosas y por satisfacer sus necesidades, así como despertar en los alumnos el interés por el mundo que le rodea. Estas actitudes marcarán, según ellos, el principio de una progresiva educación pues son las raíces de un buen desarrollo humano.

(Transmito textualmente un fragmento)

“Nuestro proyecto pedagógico sólo tendrá éxito si el profesor está convencido de ello y tiene un control pleno de la situación. Sabemos que la disciplina de la persona ha de venir de dentro, de una determinación personal, y como el niño no tiene su voluntad formada, ahí es donde interviene el profesor, que tiene que haber adquirido por su parte ese dominio personal, para poder transmitir a sus alumnos la semilla de su propia experiencia. Ya sé que es mucho pedir para los nuevos, pero todos habéis leído el reglamento y en teoría aceptáis esta filosofía del centro. Uno de nuestros principios es el hacer agradable la autoridad de los profe­sores a los ojos de los alumnos, y esto lo conseguiremos si ellos están convencidos de nuestro amor y entrega, si cada uno se siente amado y respetado en su persona, si se sa­ben siempre alentados y apoyados por sus profesores, no les costará seguir sus propuestas. Que le demos confianza y certeza para que nos obedezcan seguros de que esto es lo que más les conviene para satisfacer sus necesidades e intereses. Nuestra autoridad moral ha de ser tal, que nun­ca se sienta el alumno forzado por nosotros a hacer lo que le pedimos que haga. Si les persuadimos diciendo que es­tamos convencidos de que ellos quieren hacer lo que les presentamos, si les mostramos nuestra desilusión por fa­llarnos, si nos sentimos apenados al sufrir una decepción ante nuestras expectaciones respecto a sus respuestas, el resultado puede ser más eficaz que cualquier castigo. No significa esto que la autoridad desaparece o que pierde su fuerza, sino que hemos cambiado de método y en vez de forzar, sólo nos interesamos por persuadir y sugerir lo que nos interesa que el alumno acepte libremente porque par­timos de la premisa de que siempre obramos según su pro­vecho y conveniencia y esto ellos lo detectan si lo hacemos de corazón. Que se convenzan de que cuanto se le ofrece es digno de aceptarlo porque es lo mejor para su bienestar. Como aquello de que al niño se le da una medicina que le gusta porque se la presenta envuelta en agradable caramelo dulce. Ya sé que esto es un riesgo porque puede sonar a manipulación de la voluntad del alumno, pero como parti­mos de que sólo y exclusivamente actuamos movidos por el auténtico amor que les profesamos, no cabe el proceder de otro modo, pues sólo queremos actuar por su propio bien”

MEJORAR EL PRESENTE

Sin duda a ti y a todos no nos gusta el presente, pero cada uno tiene su personal reacción ante esta realidad. Unos se pasan los días lamentándose, echando la culpa a los otros, sin hacer ellos nada, otros pasan del tema con tal de tener las espaldas cubiertas y los hay que se lo toman a la tremenda y arman la marimorena con tal de hacer bronca por una situación que les sobrepasa. En fin, el presente no es perfecto, pero sin duda algo hay que hacer para mejorarlo.

Hoy te voy a comentar parte de la primera entrevista de M95 con el director del colegio

¿Estáis contentos de la democracia del país?

—Bueno, ningún gobierno es perfecto. Hay que tener en cuenta que muchas veces en nombre de una idea se hacen mu­chos disparates, y eso le puede pasar a la democracia, del decir y prometer al actuar por un compromiso realista…; no siempre en la práctica se trabaja por buscar el bien de los que forman la población. El sistema no funciona si los dirigentes no actúan por el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos y por desgra­cia es más frecuente comprobar que en la práctica, digan lo que digan en sus programas electorales, la meta de muchos suele ser la del beneficio personal o del partido.

Eso suena a fraude electoral.

—Y lo es.

¿Por qué?

—Pienso que el problema está cuando las personas no han madurado en el valor de la gratuidad y del servicio a la comuni­dad, cosa que me parece imprescindible en un político que pre­sume de ser demócrata. No se puede trabajar por buscar unos resultados partidistas, por tener más interés en perpetuarse en el poder que en ayudar a la sociedad. No se puede reducir la par­ticipación ciudadana a un simple voto, desvinculando así de sus responsabilidades. No se puede actuar procurando el máximo beneficio personal ignorando los derechos del pueblo. Y si me apuras, no estoy nada de acuerdo cuando veo a mi alrededor la pasividad y la inercia por parte del ciudadano.

Y todo esto cambiáis con educación ¿verdad?

—Veo que vas cogiendo la idea. Como educadores compro­metidos con nuestra labor, nos creemos con la obligación de pre­parar al alumno para ser persona consciente de su dignidad y de la de los otros, a fin de que pueda defender sus derechos y com­prometerse con sus obligaciones. Esto lo vemos como algo esen­cial para tener éxito en sus futuras relaciones sociales. Tratamos de proporcionarles los instrumentos necesarios para que sean capaces de reconocer, cuestionar y gestionar situaciones múlti­ples y complejas que les vayan capacitando para desenvolverse en un futuro inmediato con responsabilidad, comprometiéndose en su participación como ciudadano, sabiendo cómo luchar por mejorar la sociedad, reclamando los derechos de cada individuo en beneficio de todos, no de unos pocos.

Si, yo leo que la educación es un camino para hacer un cambio social.

—Exacto. Hay otros caminos, pero este es el nuestro. Nues­tras sociedades están experimentando profundas transformacio­nes, que pueden llevarnos a un cambio de era con la entrada del nuevo siglo, y nosotros queremos contribuir a ese cambio social entendiendo la educación como un proceso de aprendizaje vinculado a cada contexto y con una intención transformadora. Hay que desarrollar la iniciativa y la autonomía de los alumnos, favoreciendo la flexibilidad y la planificación en la enseñanza, utilizando nuevas técnicas e incluso atreviéndose a innovar.

Todo esto yo tengo estudiar.

—Sí, conviene que lo reflexiones detenidamente y si necesitas aclaraciones no dudes en pedirlas, pues es necesario que entien­das bien nuestra postura educativa.

Sí, yo veo.

—Todo esto tendrá éxito si estamos convencidos de lo que hacemos. Si nuestra última intención es estar al servicio de una enseñanza que favorezca el progreso de cada individuo. Nuestra aportación como educadores nos ha de llevar a la mejora del fu­turo inmediato de todos los ciudadanos que pasan por nuestras aulas.

¡Esta es mucha obligación!

—Así es, pero si creemos que hemos sido llamados a poner lo mejor de nosotros al servicio del cambio por un mundo mejor, lo conseguiremos. Si nos empeñamos por trabajar por una sociedad más justa y respetuosa con los derechos de todos, lo conseguire­mos. Sabiendo que el mundo mejor que logremos siempre será imperfecto, con contradicciones y conflictos propios de la con­dición humana. Aunque nunca se llegará a alcanzar sociedades perfectas, sí que hemos de ser conscientes de que hemos sido llamados a mejorar el presente.

Yo pienso que esto tiene que tener un grupo de profesores muy buenos.

—Sí, esto es un reto para el Centro, pero tenemos la suerte de poder seleccionar al profesorado y prepararlo para que se inte­rese y se comprometa con nuestro ideario educativo. Tienen que estar entusiasmados por una educación que apoye la transforma­ción personal y social, convencidos de que el cambio es posible y que nos hemos embarcado para ser alternancia social. Los pro­fesores han de pretender, desde su tarea cotidiana, favorecer las relaciones entre todos, potenciar y defender los derechos de los alumnos y del colectivo. Con su manera de pensar y actuar, han de ser forjadores de culturas solidarias, sembrando esperanza de un mundo mejor. En una palabra, educadores convencidos de que son llamados a despertar en sus alumnos el deseo de cono­cer, saber y compartir, desarrollando sus capacidades.

¿Y las familias colaboran?

—Cada vez más. Ten en cuenta que la mayoría de nuestros alumnos actuales son hijos de aquellos primeros, testigos de su propia transformación humana y social, y ya han pasado 30 pro­mociones. Esto favorece mucho al progreso de la formación de las nuevas generaciones porque nuestro éxito está en la perfecta colaboración familia-escuela.

Si, que estáis haciendo una buena labor educativa para esta sociedad

—Eso es lo que pretendemos. Creemos que la primera res­ponsabilidad de la familia es su misión educadora y como tal está llamada a ser la primera en participar como agente de transfor­mación social, de aquí nuestro empeño en trabajar al unísono por esa meta común.

Bueno, yo ahora ya estoy parte de este colegio

—Si y recuerda que has de cuidar mucho la participación, que hagan proyectos en grupo, que investiguen y sobre todo que aprendan a tomar decisiones personales y comunitarias. Con esto se ejercitarán para desenvolverse en un colectivo plural y más tarde les servirá para actuar en la comunidad de vecinos, barrio, ciudad, nación…

Transformación social

Sin duda que, una de las fuerzas más interesantes para cambiar una sociedad es la educación. Los profesores con su formación y dedicación son los primeros agentes de cambio.

He aquí el testimonio del director del colegio del barrio.

—Cuando comenzamos, este barrio estaba en los límites de la ciudad, la mayoría de las familias eran forasteras, emi­grantes de otros países, colectivos de realidades campesinas o simplemente personas que al aterrizar en esta ciudad y verse anquilosadas en un callejón sin futuro, habían perdido toda su autoestima social, vivían en situaciones de exclusión, con gran­des privaciones de todo orden, donde sobresalía la precariedad de los empleos, la ausencia de oportunidades y donde los re­cursos económicos eran escasos. En fin, esto era meternos en un ambiente de personas socialmente consideradas excluidas. El problema de la marginación, la discriminación, la violencia, eran los factores dominantes.

» Fue una idea brillante y aquí nos vinimos. Con la ilusión e intrepidez de los novatos, presentamos una propues­ta pedagógica donde nuestro último objetivo era hacer personas dignas, cultas y responsables de aquella gente sencilla e ignorante. Tuve la suerte de tener por esposa una fuera de serie que, siempre fue el alma de este proyecto educativo.

» Comenzamos con una pequeña es­cuelita a la que llamamos “La siembra”, porque este era nues­tro propósito, sembrar educación en esa gente tan necesitada de todo.

      » Siempre hemos procurado dar prioridad en cada alum­no al desarrollo de todo su potencial humano. Cada uno está llama­do a ir creciendo tanto física como intelectualmente al ritmo de sus capacidades personales y con ello vamos favoreciendo el progreso de una ciudadanía marcada por la autonomía y la responsabilidad.

  » El resultado es fruto del esfuerzo y de la buena vo­luntad de todo el colectivo educativo, que año tras año ha sabido ser fiel a la responsabilidad de ir asumiendo el compromiso de ser agente de cambio. Y este empeño se ha visto recompensado al ver cómo el entorno ha ido poco a poco dejando de ser el ba­rrio de la periferia de la ciudad, donde empezamos nuestra tarea educativa hace ya más de treinta años.

     » Esto que hoy ves, es el resultado de nuestro empeño por ir transformando la sociedad mediante una educa­ción basada en la dignidad de la persona y en el desarrollo ple­no de sus capacidades. Y cuando han sido adultos, ellos mismos han luchado por abrirse camino y mejorar sus condiciones de vida, defendiendo sus propios derechos, llamando a las puertas oportunas, valiéndose de los contactos que poco a poco han ido creándose y emprendiendo el camino de su propio destino.

» No te puedes imaginar lo que era cuando em­pezamos aquí. Las gentes no tenían ni las mínimas nociones de higiene ni de interés por salir de la indigencia, y ahora puedes ver que el sector goza de una posición digna. Además, se ha creado un ambiente de amistad entre ellos muy bonita. No es un con­glomerado de individuos independientes y anónimos, sino que forman un grupo de personas y familias que se relacionan entre sí, llegando a crear lazos de empatía más o menos fraterna donde se saben escuchados y pueden con libertad expresar sus intereses e inquietudes. En fin, un grupo humano que organiza su vida planeando juntos, buscando la realización de sus sueños por un futuro mejor, sabiendo que nadie es indiferente a la suerte del otro, que todos tienen interés porque salga bien lo colectivo.

    » Hoy ha dejado de ser un barrio marginal, gracias al intento de mejorar el nivel cultural de sus gentes. Han aprendido a vivir con dignidad, estableciendo un proceso desde la simple supervivencia hasta la adquisición de unos conocimien­tos que les dignifica, una cultura que ha desarrollado en ellos la capacidad de poder tomar sus propias decisiones haciéndolos libres y responsables para ir forjando su futuro.

   » Y esto se debe a que los adultos son todos profesionales bien cualificados, que han sabido prosperar caminando hacia el puesto que le corresponde en la sociedad, por los conocimientos adquiridos a lo largo de sus años de estudio.

        » Yo creo firmemente que, con nuestro enfo­que socioeducativo, estamos colaborando a la transformación social. Hemos ido rotulando caminos nuevos, comprometién­donos en el desarrollo de una ciudadanía corresponsable, por medio de una educación innovadora y democrática. Todo esto encarnado en profesores con sólida formación pedagógica, que trabajan por una enseñanza de calidad promoviendo los valores del estudio, la investigación, la participación y la integridad.

   —Somos testigos directos de haber sido parte de los agentes de cambio de esta gente. La transformación social ha sido posible gracias a la educación recibida en nuestro centro entre otros factores.

Una educación transformadora

 “La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo” Nelso Mandela

Este es el alma, la columna vertebral, de toda mi novela, volcarnos en una educación de las nuevas generaciones que transforme los esquemas de la futura sociedad.

¿Queremos cambiar el mundo? cambiemos la educación.

La sociedad no tiene ningún futuro sin personas formadas profesionalmente que marquen el camino de un progreso real. Por eso he querido, señalar la responsabilidad de los adultos que se preocupan seriamente de sus niños y jóvenes.

Somos ciudadanos que hemos tomado en serio la responsabilidad personal de entregar a la futura generación un mundo más humanizado que el que estamos viviendo actualmente.

Desgraciadamente, hay un colectivo humano de esta sociedad que se está convirtiendo en un gran mercado de analfabetos a los que no les interesa saber quiénes somos, para qué estamos hechos, hacia dónde vamos…Que se mueven por dinero sospechoso y prefieren la comodidad de ser borregos. ¿A quién le interesa mantener a la gente engañada e ignorante?

—Verás, los ciudadanos poco preparados intelectualmente, los que arrastran una falta de conocimientos culturales, son los más fáciles de manejar y engañar, de ahí que esto se puede usar como estrategia política muy poco honesta. Bien saben esto los manipuladores de turno. Es la masa débil que no se rebela contra nada y se cree todo lo que los medios de comunicación les dice como si fuera palabra sagrada, así no hay problema de oposición ni de disminución de votos.

» De ahí la urgencia de procurar que estén bien preparados para no caer en las redes de políticos desaprensivos, que les puedan manejar como marionetas, movidos por sus intereses particulares sin tener en cuenta los bienes de los ciudadanos.

El perfil del estudiante que desea conocer, que disfruta aprendiendo como un fin en sí mismo, que le preocupa su crecimiento integral, que busca interpretar el mundo, la historia y la cultura, desde una dimensión transcendente, es el futuro de una sociedad que camina hacer un mundo mejor.

—Se trata de planificar una educación integral para cada joven según sus capacidades personales, ayudándoles a ser ellos mismos, desarrollando su autonomía al tiempo que progresan en su capacidad crítica y avanzan en el análisis reflexi­vo ante las situaciones puntuales. Todo esto va encaminado a conquistar la identidad personal y social de su madurez humana, conduciéndoles al descubrimiento de su misión histórica, a la vez que les ayuda a saber responder ante ella. Nos interesa pues, ir formando ciudadanos capaces de enfrentarse con el entorno, sin caer en sus redes manipuladoras, sino con capacidad de modifi­carlo si viene el caso.           

» Este es el último objetivo de nuestra tarea como educado­res. Nos proponemos formar ciudadanos capaces de enfrentarse a la realidad, sin caer en sus redes, sino con capacidad de ir mo­dificando el propio ambiente.

No quiero terminar esta página sin denunciar la falta de un reconocimiento social de los maestros que contrasta con la nobleza y dificultad de su trabajo. Ninguna profesión se ocupa de un objeto más valioso, ni siquiera la medicina, puesto que en sus manos está el futuro de nuestra historia.