DESCUBRIENDO CAMINOS

Hoy te invito a que presencies una de las clases de Andrés, donde hace un comentario sobre un pasaje del Evangelio

—Vamos a continuar el tema que comentábamos el último día.

 »Decíamos que el reino está dentro de nosotros. Todos llevamos esa semilla en nuestro interior, pero hay que poner los medios para que se vaya desarrollando. Hay quienes no tienen interés por estas cosas y de esto se aprovecha el enemigo, para robarle o ahogar la buena simiente de su corazón. Hay otros que empiezan con ilusión y entusiasmo, pero son cobardes y en cuanto aparece la dificultad abandonan. Los hay que les parece interesante el cultivar esta hermosa vida interior, pero las ambiciones mundanas del poder, la riqueza, los honores y placeres de este mundo, les pueden y renuncian a lo más importante, por esas otras luces engañosas y superficiales. Por fin hay también gente con coraje, que desarrollan lo mejor de su existencia.

»Busquemos por tanto el reino y su justo crecimiento y todo lo demás hay que saberlo relativizar, colocándolo en el lugar que le corresponde en la escala de valores que constituyen los peldaños para conquistar ese reino. Recordad que hemos de pasar por la historia como elegidos y amados que somos, llamados a ir haciendo realidad el proyecto de S. H., su Reino, y que no es otro que ir sembrando para que crezca la familia de Dios, porque su reino no es de gobernadores y súbditos sino de una familia donde todos se aman sirviendo y atendiendo las necesidades de los hermanos.

—A mí siempre me llama la atención cuando hablas de que somos elegidos. ¿Acaso no hemos sido llamados, toda la humanidad, a ser ciudadanos del reino?

—Por supuesto. Todos somos llamados, pero no todos son conscientes de esta realidad. Y los que hemos tenido la gracia de caer en la cuenta de esta misión no podemos despreciarla o tratar de ignorarla. A eso me refiero al decir que somos elegidos, mejor sería decir que somos conscientes de la elección.

—A veces es una tarea costosa.

—Por supuesto que exige renunciar a muchas cosas, a muchos ídolos que atan nuestro corazón, por eso hay tantos que abandonan. Pues en el fondo es cuestión de generosidad, de comprender el valor del amor desinteresado y gratuito, pero nunca se nos impondrá, es una decisión libre y voluntaria. Pero el Señor no se deja ganar en generosidad, y cuando ve nuestro interés y nuestro esfuerzo, se pone de nuestra parte.

—Es verdad que no todos responden, pero, así y todo, no me negarás que se necesita mucho coraje y mucha confianza en la ayuda del Señor para no flaquear en los momentos difíciles.

—Así es. Y sólo los que lo intentan con constancia lo consiguen. Aunque tenéis que ser realistas, porque esto es tarea de toda la vida, y el enemigo es muy astuto y busca los puntos más débiles para atacar, pero tened ánimo, el amor de Dios puede convertir nuestra debilidad en fortaleza y si estamos llenos de estas inquietudes, nuestras palabras y nuestras obras nos han de delatar, pues de la abundancia del corazón habla la boca.

—Aunque al oírte no lo parece, la verdad es que en realidad no es tan sencillo. ¿Cómo hacer para que todas nuestras inquietudes y nuestros deseos estén enfocados hacia los intereses del Señor exclusivamente?

—Ya os lo he dicho, con paciencia y perseverancia. Poniendo nuestra confianza en el espíritu del Señor que nos guía y nos da fuerza. Se trata de romper con todo de una vez, y optar con determinación a caminar en lo sucesivo, hacia esta meta. Pero esto no se hace de una por todas. Hay que intentarlo cada día, empeñarnos en cada nueva situación por la causa que nos convoca. Levantándonos en las caídas y no hundirnos ante el fracaso. Poco a poco se va adquiriendo más conciencia de ello y se crea en nuestro interior unos hábitos que favorecen el actuar cada vez con menos tensión y más confianza en la fuerza de su espíritu que nos habita.

—A mí a veces me da la sensación de que estamos viviendo contra corriente, pues nuestra sociedad te bombardea constantemente con otros valores y sólo aquí me encuentro seguro.

—De acuerdo, pero recuerda lo del tesoro escondido. Cuando uno lo encuentra y es capaz de medir su valor, nada ni nadie se le pone como obstáculo para poder conseguirlo. Aunque a los ojos de los demás sea una locura, él vende cuanto posee, se desprende de todo, olvida cuanto tiene con tal de conseguir lo que para él es algo que vale la pena aun al precio de perderlo todo. Si esto es lo que da sentido a tu vida, vale la pena arriesgarte y dejar todo lo demás. ¿No te parece?

 —Sí. Yo estoy de acuerdo contigo, pero ¿por qué somos tan pocos?

—Este es uno de los grandes misterios de la condición humana. Pero a nosotros se nos pide el proclamar esta verdad, quizás si fuéramos más responsables de anunciar y vivir lo que hemos descubierto, más personas se convencerían de esta realidad, puesto que todos somos llamados al Reino.

—Sí, pienso que hemos de ser más audaces y no acobardarnos al primer desplante.

—No lo dudes, si has captado esta buena noticia, no puedes ya seguir viviendo como antes, porque has descubierto la única verdad que merece ser seguida. Este es tu tesoro que tienes que ir conquistando y anunciando.

—Esto supone una gran responsabilidad.

—Por supuesto. Pero el día que te convenzas de que es el mismo espíritu del Señor el que va moldeando tu corazón y haciendo crecer tu semilla interior, te será todo más fácil.

¡sorprendente pero real! Así sigue Andrés comunicando su mensaje, como si nada ajeno al tema ocupara su mente y sus sentimientos

—Las primicias del Reino se está manifestando en esta nueva sociedad que entre todos queremos construir. Una sociedad que responda al proyecto que el Señor tiene sobre la humanidad. Una humanidad solidaria y fraterna. Una sociedad donde todos ten[1]gamos un sitio digno, donde todos nos sepamos personas aceptadas tal como somos, con nuestras luces y sombras, pero con perseverancia y con confianza, a la vez que nos sabemos con el compromiso de colaborar por la felicidad de los otros

—¡Esto suena a utopía!

—Yo diría más bien a mucha tarea por hacer. Todo esto no pueden ser sólo palabras bonitas, hay que cambiar el corazón para poder aceptar a todos como hermanos y desearles lo mejor. Claro que no es fácil y por supuesto que no se consigue a fuerza de puños. Pues nuestro hombre egoísta, que reina en el interior de cada uno, lucha por situarse en el puesto que tratamos de arrebatarle.

—Entonces, ¿qué nos recomiendas?

 —Trabajar dando paso en nosotros al amor que se nos ha dado y que va desarrollando en nuestro ser, una nueva criatura digna de poder derramar ese amor en los demás. Este es el único camino, así conseguiremos poco a poco ganarle las batallas de esta guerra interior a nuestro cruel enemigo. Se trata pues, de ser valientes y colaborar para que triunfe el bien, con las armas de ese hombre nuevo. Armas de paz, gratuidad, comprensión, acogida, generosidad… En fin, es un ir creando en nosotros un estilo de vida propio de los discípulos del Señor, y solo desde ahí, el mundo podrá ir caminando por sendas donde no crezca la cizaña del egoísmo y la insolidaridad.

 —No sé… Hablas con una firmeza y seguridad, que parece como si para ti todo esto resultara muy fácil.

 —¡Por supuesto que no lo es! ¿Qué te crees que a mí no me cuesta?, Llevo ya muchos años en esta empresa y a fuerza de ganar y perder batallas voy conquistando terreno al bien que hay en mí y debilitando mi mal. ¿Cómo? buscando las fuerzas en la oración y en la ayuda de los hermanos. Si conseguimos una comunidad que se aviva por la oración y la ayuda mutua, sin duda que conseguiremos nuestra meta. No podemos olvidar que todos nos complementamos y es muy sano sabernos necesarios y necesitados, formando un todo con los demás.

—¿Y qué pasa cuando no te lo agradecen o te interpretan mal?

 —Ya os he dicho en otras ocasiones que esto es gratuito. Quiero decir que no podéis actuar según la reacción del beneficiario, esto ni se cobra ni se paga, es otra cosa, no podemos pretender alcanzar seguridades externas o buscar un reconocimiento y mucho menos actuar por ganarnos el prestigio de los otros.

—Pero supongo que, si te mueves entre personas sensatas, pronto te sabrán reconocer.

—Puede ser, pero no olvides que la envidia es muy sutil y uno de los enemigos más ocultos del ser humano, incluso entre los que se esfuerzan por ser buenos. Pero, aunque esto suceda, no podemos abandonar. Por eso mi empeño en meteros estos fundamentos muy dentro, para que no os sorprenda el mal y sepáis como enfrentaros a él.

—¿Cómo?

—Os lo repito, con la fuerza de vuestra vida interior y la ayuda de un buen consejo fraterno. En cuanto a la relación con los demás, hay que procurar, ir sembrando a nuestro paso gestos de respeto, comprensión, justicia, solidaridad… Que la gente se sienta feliz al compartir con nosotros el esfuerzo cotidiano. Os aseguro que no hay un camino más fácil de ser feliz que empeñarse en hacer felices a los que están con nosotros codo a codo.

—Tienes razón. Y yo creo que poco a poco vamos entrando en esta dinámica que nos propones. ¿Verdad?

—Estoy seguro de que así es. Y no olvidéis que el gran éxito lo conseguiremos cuando tratemos de estar junto al que más lo necesita, para remediarle, o al menos, para darle el consuelo de compartir en compañía solidaria. Os aseguro que no hay mayor dolor que sufrir en solitario, pero todo esto se puede superar en la medida en que aprendáis a vivir desde lo más profundo de vuestro ser. Bueno, dejamos aquí este tema, pues ya es la hora de ir terminando.

ESTOY A LA PUERTA

La puerta es el muro que nos separa o nos comunica con Dios. Lo transcendente de la vida se encuentra detrás de ella. Muchos son los pasajes bíblicos que la mencionan. En nuestro relato también hablo de ella:

»Empezaba a oscurecer cuando llegó. Yo estaba sentado debajo de un pino con un libro abierto. Me había quedado reflexionando sobre unas palabras que acababa de leer y no captaba su significado:

»El forastero entró. Vino para quedarse unas horas y permaneció allí todos los restantes días de vacaciones ¿Qué pasó durante ese tiempo?
»Aquella persona no era ni más ni menos que el mismo S.H. Yo llegué a convencerme de que en él existía un poder superior por el que me sentía atraído, no a la fuerza, sino porque al ir pasando los días se iba creando entre nosotros unos fuertes lazos de profundo entendimiento. Era una relación que iba despertando en mí sentimientos de admiración y confianza. Si al principio me resultó extraño y sospechoso, poco a poco me sentía más cómodo y sereno. Su
fuerte personalidad me daba seguridad. La amistad que me ofrecía me llenaba de entusiasmo y me impulsaba a grandes empresas. Si me hubiera pedido conquistar el mundo no hubiera dudado en aceptar el cometido. Fueron unos días irrepetibles, que me llevaron a descubrir facetas de mí mismo hasta entonces insospechadas.
»Fue ahí donde me lancé a dar un nuevo sentido a mi vida. Él mismo me ayudó a optar libremente por un comportamiento responsable en mi inserción social concreta. Este era el sentido personal de mi paso por la historia, tomar en peso mis posibilidades influyentes como educador de las próximas generaciones.

»¡Este era el reto de mi existencia! Y acepté. No era un proyecto fácil, pero me arriesgué.

‘Bueno Andrés, estamos en la última noche, hoy cenaremos juntos y ya no me volverás a ver físicamente, aunque yo estaré contigo siempre porque te he inculcado mi espíritu. Como puedes ver, no he estado contigo estos días para transmitirte unos conocimientos, sino para despertar en ti unos sentimientos, unas motivaciones que llenen lo más profundo de tu ser con la energía de mi propia causa. Hemos creado unos lazos de amistad que te comprometen a serme fiel, a no fallarme porque yo cuento contigo y lo último que espero de ti es que me defraudes. Has llegado a entender que ese misterio que te atrae y te compromete es algo real. Ahora sabes que posees un tesoro inagotable que tienes que ir descubriéndolo y conquistándolo, no sólo para ti, sino para cuantos se relacionen contigo. Pues todos habéis sido llamados, pero cada uno tiene su puesto y su misión, como obreros de un proyecto común.

‘Te he elegido para que anuncies todo esto a tus hermanos. Te hago mi profeta. Yo cuento contigo para que tu mundo sea más fraterno y construyan entre todos, el camino hacia la felicidad.

El que te escuche, a mí me escucha. El que te rechace, a mí me rechaza. Y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió. El que no está conmigo está contra mí.

Mi Reino irrumpe con violencia. Y los que se esfuerzan lo conquistan.

Mira que te envío como oveja entre lobos. Sé, pues, prudente y precavido, pero confía en mí y no les tengas miedo.

ANTE OTRA CIVILIZACIÓN

¿Cómo va llevando M95 tanta novedad como está viviendo? Sin duda que se le presentan muchos interrogantes, como estamos viendo. ¡Son dos mundos tan distintos! Y aunque he dejado correr mi imaginación, no me sorprendería el ir bien encaminada.

Pero de lo que sí estoy segura es de que sea cual sea la evolución de los acontecimientos históricos, Él seguirá siendo EL SEÑOR DE LA HISTORIA.

Este es el desenlace de la novela, y mientras llegamos a él, vamos a seguir escuchando comentarios de estos dos investigadores ante esta novedosa cultura.

—El vocabulario de esta gente me está resultando muy novedoso, poseen palabras de difícil comprensión para mí. Ya sé que entiendo más de lo que puedo expresarme, pues aún no tengo conquistada la concordancia gramatical entre otras cosas, pero no se trata de eso, sino de los términos con que se expresan. Esto requiere estar familiarizada con un sistema filosófico concreto, estar sumergida en una mentalidad cultural para mi nueva, hay ciertas categorías que me resultan extrañas.

—Quizás tendríamos que empezar por aquí para poder llegar a comprenderlos.

—Puede ser. Los vocablos menos comprensibles, parecen ser los más importantes. Palabras como felicidad eterna, trascendencia, solidaridad… el sentido del mismo concepto de lo existencial… no tienen en nosotros ningún eco mental. ¿Qué profundidad tienen estas palabras para ellos?

—Estoy de acuerdo, para nosotros son términos sin sentido y me temo que nos será difícil llegar a captar el significado auténtico de los mismos.

—Aunque esperaba tener dificultades con algunos términos, nunca creí que me encontraría tan perdida antes tales categorías mentales. De todas las maneras, espero ir captando poco a poco su sentido. Menos mal que estoy grabando todas las conversaciones y puedo así transmitírtelas con fidelidad, aunque de momento no capte la idea.

—Quizás sería interesante, al final de cada grabación, añadir un glosario de estos vocablos para mayor comprensión de las personas que vayan a estudiar nuestro trabajo, pero esto tendremos que hacerlo al término de esta empresa, pues ahora no creo que estemos preparados para ello.

Pero una de las cosas que más les intriga es ese hipotético reino del que tanto hablan. Por eso comentan

—Esto del presunto reino, me ha llamado mucho la atención. No recuerdo ningún dato informativo sobre ello durante mi preparación para este proyecto.

—Procura, si te es posible, averiguar algo por tu cuenta y pásame cuanto antes la información para saber algo más científico sobre el tema y si llega la ocasión cotejarlo con esta gente.

—¿Acaso nos hemos puesto al habla con un posible líder de una inmediata revolución social? ¿Recuerdas si hubo por estas fechas algún cambio de sistema político o social en este país?

—Yo tengo entendido que se movían en una República Democrática que duró más allá de esta generación…

—¿Entonces…? ¿Qué sentido tenía el hablar de ese reino por el que Andrés parece tan empeñado?

—Si él fue elegido para ser alguien importante en dirigir ese extraño proyecto de implantación de un reino, ¿cómo sigue aquí, viviendo como un simple profesor? Es verdad que parece ser líder entre esta gente, pero aquí no veo ninguna señal que me lleve a lo que tengo entendido consistía el gobierno de una monarquía.

—¿Qué clase de reino es ese?

—Ni idea… ¿Es acaso S.H. el rey de estas gentes????

VEN Y VERÁS

El pasar de un antes y un después del encuentro con el Señor, es dejar atrás una vida más o menos equilibrada para lanzarse a un cierto vacío existencial, a sumergirse en una iniciación de lo desconocido e incierto. Es pasar por la experiencia de un nuevo nacimiento, de una nueva vida que se nos ofrece como gracia y don, pero a la vez, como toda novedad, es un dar comienzo a algo que supera nuestros cálculos de personas razonables y prácticas. Es, en fin, un atreverse a ponerse confiadamente en las manos de aquél que nos marca nuevos horizontes existenciales. Es un vivir a la escucha del Espíritu que nos impulsa a seguir a Jesús como sus discípulos y colaboradores en la extensión del Reino aquí y ahora.

Por eso hoy vamos a seguir la conversación de nuestros dos amigos, adentrándonos en el misterio del Reino

—Y ¿qué tiene que ver esto con un reino que me dijo Andrés?

 —El reino que el Señor nos propone, es de orden espiritual, crece en el interior de la persona, se va desarrollando en la medida que va rompiendo muros y barreras que destruyen la fraternidad. Se trata de dejar atrás los prejuicios y las costumbres cimentadas en ideas de superioridad, separatismo y desigualdad, dominio y afán de poder, de tener, de ser más que los que nos rodean para ir construyendo el reino de la fraternidad, de la familia de Dios. Hay que empezar por construir en nuestro propio interior un talante nuevo de unidad fraternal, de tolerancia con la diferencia, de solidaridad con las necesidades de todos los que la vida les ha dado menos que a mí. Hay que ir creando unos nuevos esquemas mentales, donde se admiten a todos, no solo como útiles y necesarios sino como amados por sí mismo por el mero hecho de pertenecer a la familia de la humanidad.

—A ver si yo me entiendo. Ese reino, es esa sociedad nueva, esa historia distinta que queréis hacer con todos juntos ¿no?

—Correcto. El reino que S. H. -El Señor de la Historia- nos propone, se va haciendo entre nosotros a medida que vamos arrancando las hostilidades y las diferencias, cuando tratamos de construir esa sociedad donde no residen las ambiciones, prepotencias y desigualdades injustas. Su reino no es de poder y dominio, sino de fraternidad, servicio y amor. Como ya te he dicho es la familia de Dios en la tierra.

—¿Y veis algún éxito?

—Por supuesto. Pero no busques resultados espectaculares. El reino de este Señor es como la sal y la levadura que son necesarias en un buen guiso, pero no se perciben a simple vista. Hay señales inconfundibles y prometedoras en la sencillez de la existencia cotidiana. Señales ocultas y perseverantes de muchos hombres y mujeres anónimos que, sin ruido, están sembrando estos valores, que sin duda son semillas de nuevas relaciones humanas. ¿No te parece un programa muy interesante?

 

—Sí, parece bonito, pero… ¡es todo tan novedoso…!

—Sin duda. Pero de cómo sepamos hoy aprovechar esta fuerza transformadora, ayudaremos a ir construyendo el futuro de las próximas generaciones.

—¡Qué responsabilidad!

—Sí que lo es. Espero que cuando lleves una temporada entre nosotros, vayas comprendiendo y acogiendo este estilo de vida. Lo único que pretendemos es ir construyendo, dentro de nuestro pequeño círculo, un ambiente donde predomine el amor y la libertad fruto de la fortaleza interior de cada uno de sus individuos.

—¿Dónde tú aprender esto?

—Cada día, antes de comenzar la jornada, nos ponemos a la escucha del espíritu del Señor. Él es el que nos comunica estos buenos consejos y nos enseña a vivir ese día desde un discernimiento comunitario, a la luz de la palabra del mismo Señor. Es ahí donde cogemos fuerzas para el caminar cotidiano. Estos momentos diarios de escucha y de intercambio con los hermanos convocados por el espíritu, es lo que alimenta nuestra vida interior y da energía a toda nuestra jornada. El cometido que debemos realizar en la familia y en la sociedad, tiene su fuente en esta disposición interior compartida cada mañana. Así intentamos dar respuestas a los acontecimientos diarios desde estas coordenadas que impulsan nuestro caminar en la historia al lado de nuestros hermanos los hombres. Porque sabemos que la felicidad se fundamenta en el amor y que el amar va creando unas relaciones humanas cuyos pilares son la justicia y el reconocer a todos sus derechos, desterrando con ello la desigualdad de oportunidades, la opresión y el dominio, la rivalidad y toda clase de marginación. Por supuesto que no es fácil, exige el cultivo de la propia autonomía y del propio altruismo, pero esta es, por así llamarlo, la meta de nuestra filosofía vital.

¿Quién se apunta a continuar la misión de llevar la Buena Nueva a la gente, profundizando en el verdadero mensaje del Evangelio e invitándoles a seguirle?

Tal vez esta puede ser nuestra primera experiencia en la búsqueda de Dios.

“Ven y verás” es lo que le dijo Felipe a su amigo Bartolomé cuando le anunció que había conocido a Jesús. Quizás recordemos quien nos mostró el camino de nuestra fe, quien, en nuestra iniciación espiritual, nos ayudó a creer, a seguir, a confiar, porque vimos en ello ese brillo de Cristo en sus ojos, sentimos ese Amor que Cristo nos da en el corazón de los otros, en su forma de vivir, de transmitir lo que sienten, en su felicidad. Eso es lo que nos transforma y nos ayuda a ser seguidores de Jesús.  Somos eslabones de una cadena de testigos que une la historia presente con lo eterno.

EL ELEGIDO

Según mi corto entender, nuestra existencia tiene un sentido trascendente que sólo lo podemos vislumbrar a la luz de nuestra vida interior.

Nuestros padres fueron los primeros instrumentos de los que Dios se valió para formar en el seno materno un ser elegido para cumplir una misión específica y única en la historia de la humanidad. Cada uno tenemos un cometido único e irremplazable, que hemos de ir asumiendo a lo largo de la vida.

-TU MISIÓN- lo que tú no haces se quedará sin hacer, aunque otros hagan su parte, faltará tu colaboración y de esto, sólo de esto, el Señor te pedirá cuenta”.

Hemos de ser personas reflexivas, pues en la medida en que vamos profundizando en el porqué de nuestro vivir, se nos ilumina el conocimiento y descubrimos la verdad de nuestra existencia.

Partiendo de esta afirmación, hoy te voy a presentar cómo descubrió Andrés su misión, y aunque lo he plasmado en un episodio fantasioso, basándome en diversas selecciones bíblicas de “elegidos” que enriquecieron mi imaginación, no deja de ser el relato de una experiencia que bien podría ser realidad.

—Mi primer encuentro con ‘el misterio’, ocurrió en las vacaciones de primavera hace 15 años, tres días después de lo que te conté la otra tarde.

 » Una noche que paseaba por el campo después de cenar, gozándome en el placer de la brisa y de la soledad del campo desierto a aquellas horas, me sorprendió, a corta distancia, una luz extraña. Me acerqué a ella, y cuando estaba a un par de metros, la luz se fue agrandando hasta que quedé dentro de ella. Mi reacción primera fue tratar de huir, pero mis pies no respondieron y quedé como pegado al suelo enfrente de un hombre que me extendió su brazo y sin violencia me tomó de la mano y me llevó hacia una puerta que yo no había visto hasta ese momento. La verja se abrió automáticamente en cuanto pisamos el umbral.

» ¿Qué hacía yo allí? ¿Por qué no ponía resistencia? ¿Hacia dónde nos dirigíamos? Estaba muy confuso, pero no sentía ninguna inquietud.

» Por fin llegamos a una gran sala intensamente iluminada.

«Durante la visión miré y vi que colocaban unos tronos. Un Anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve; su cabellera, como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes»

» Yo no sabía si estaba soñando o despierto. ¡Me parecía todo tan irreal y absurdo!

» ¿Dónde estaba realmente? ¿Era aquello un sueño o una ilusión?

» Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir

«Una especie de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el Anciano venerable y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y el Reino.  Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su poder es eterno, que nunca pasará. Su Reino no será destruido jamás«

» Yo estaba realmente confundido, no podía salir de mi asombro, estas visiones me espantaban. No cesaba de preguntarme si todo aquello estaba sucediendo de verdad.

» Miré a mi alrededor buscando una explicación, una salida… algo que me sacara del estado en el que me encontraba. Sentía la urgencia de situarme seguro ante este evento que desbordaba mis esquemas mentales.

» Me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía.  

» Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello. Él me contestó exponiéndome el sentido de la visión:

‘Esto es el fin. Así ha de concluir la historia de tu mundo. Ese que ves delante del Anciano es S.H. –El Señor de la Historia-, el cual es imagen de Él-Ser y su propio Hijo. Para S.H. Él-Ser ha hecho todas las cosas y todo tiene que ir caminando hacia su propio fin, hasta hacerse dignas de ser agradable a sus ojos y a su corazón.

«Todas las cosas, en el cielo y en la tierra, las visibles y las invisibles, pues todo fue creado por él y para él. Él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. En él mismo os eligió desde el principio y habéis sido destinados a entrar en su herencia y predestinados conforme al designio de quien lo realiza todo según el plan de su voluntad. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo será entregado al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, y todos los señores de la tierra le servirán y le obedecerán«

» Yo no entendía nada, -aún no se me había dado el entendimiento espiritual-

» Y oí una voz que decía:

‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?

» Yo sin pensar la respuesta dije:

‘Heme aquí. Envíame.

» ¿Qué había hecho? ¿Cómo se me había ocurrido responder así? ¿Habían salido de verdad esas palabras de mi boca? ¿Quién me impulsaba a tomar esa decisión tan comprometida ante una llamada que no entendía? ¿Qué sabía yo de todo aquello? ¡Cuántas preguntas en tan poco espacio de tiempo!

» ¿Poco tiempo?…  

» ¿Cuánto tiempo había transcurrido en realidad? ¿Cuánto me quedaba aún por estar ante este acontecimiento? ¿Qué iba a suceder a continuación?

» Pues sucedió que se me acercó el propio S.H. y dijo:

‘Abre la boca y come lo que te voy a dar. Miré y he aquí que una mano extendía hacia él un libro enrollado. Lo desenrolló ante mi vista; estaba escrito por dentro y por fuera. Y me dijo: ‘Come lo que se te ofrece; come este rollo, y ve luego a hablar a tu gente sobre ello. Nutre tu vientre y llena tus entrañas de este rollo que te doy’. Lo comí y fue en mi boca como la miel por su dulzura.

» S.H. me explicó una vez que ya había concluido:

‘Mira, he puesto mi ley en tu corazón. No te habrá de instruir nadie, porque yo mismo seré tu maestro. Todas las palabras que te diga acógelas en tu corazón, escúchalas atentamente. Después ve, llégate a tus hermanos y háblales diciendo: Así dice el que me ha enviado. Sea que te escuchen o que te rechacen no les temas, porque yo estoy contigo, mi fuerza y mi poder te sostienen en todo momento. Diles que a los que sois míos, estaréis conmigo en mi Reino. Yo os tomaré de todas las naciones y os reuniré de todos los países y os conduciré a vuestra tierra. Yo derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará. Y os daré un corazón nuevo. Y pondré en vosotros un espíritu nuevo. Pondré en vuestro interior mi espíritu. Y haré que sigáis mis preceptos y guardéis mis leyes.

» Yo me daba cuenta de que algo superior a mis propias fuerzas me impulsaba a aceptar todo aquello por encima de mi entendimiento…Y me dejé conquistar. Esto me seducía… y me dejé seducir

» S.H. proseguía:

‘Yo haré de ti como muro invencible, combatirán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estaré contigo para salvarte, para liberarte. Porque todo colabora para bien de quienes me ama, de aquellos a quienes mi Padre ha elegido.

» Cuando S.H. terminó de decir estas cosas, yo sentí que todo me daba vueltas…  ¿Era yo o eran las cosas que se movían a mi alrededor?

» … Silencio… quietud… Paz…

» El sol estaba alto y yo me encontraba en el mismo lugar en el que había visto aquella luz… ¿Cuándo…? ¿Había sido la noche anterior…? ¿Qué tiempo había realmente transcurrido? ¿Fue un sueño?

» ¡Qué disparate! ¡Qué absurdo! ¡Qué inverosímil!

» Pero algo dentro de mí me decía que aquello había sucedido y no lo podía ignorar.

» ¡Era una realidad! Me sabía portador de un mensaje, había sido llamado a realizar una misión bien concreta y exigente. Me quemaba la urgencia de contar a todo el mundo la fuerza de esta experiencia.  

» Pero… ¿cómo? … ¿Quién me va a creer?

» Y me decía a mí mismo: Esto hay que madurarlo. No puedo precipitarme. Es demasiado serio como para tomarlo a la ligera. He de darme una respuesta convincente primero a mí mismo, y cuando yo me lo crea de verdad, sabré como transmitirlo. Y con esta inquietud volví a casa.

 » Pasé todo el día incómodo y me decía:

» No me acordaré más de él, y no hablaré en su nombre. Pero era en mi corazón fuego, un fuego devorador retenido en mis entrañas. No podía retenerlo y no podía soportarlo.

» Tenía la impresión de haberme metido en un callejón sin salida.

» ¿Quiénes eran todas esas personas que así se habían apoderado de mí?

» Sospechaba que me había puesto en contacto con seres superiores que me querían hacer cómplice de un proyecto que estaba por encima de las fuerzas humanas.  

» Por otra parte me veía impulsado a creer que había sido elegido para algo positivo para la humanidad, como mensajero del destino de la Historia.

» Confieso que esto no me disgustaba. Siempre me he sentido atraído por conocer el secreto de la existencia humana. Quizás ya lo llevaba en los genes. El caso es que ahí me encontraba yo aquel día. Con un insondable misterio ante mí. Y una misión que me seducía a la vez que me abrumaba.

» ¿Qué partido tomar?

(los párrafos destacados y en negrita son textos copiados de la Biblia)