EL PRESENTE

Hoy me siento generosa y voy a comenzar el desenlace de la novela.

Esto va por los que me habéis seguido durante estos años, desde junio del 2019.

¿Cómo termina esta aventura del proyecto “Puente Histórico” donde tanto han aprendido M95 y su compañero V71?

Si estáis interesados, aún nos quedan dos capítulos que transcurrirán en su presente.

Aprovechando las vacaciones de invierno, vuelven los dos agentes a su realidad histórica y se someten a rendir cuentas ante el Supremo Consejo del Orden Mundial, como último responsable del proyecto.

—Se convoca al agente M95 para comparecer ante el Supremo Consejo del Orden Mundial.

 —Agente M95. Nos han llegado rumores de ciertas anomalías sobre el trabajo del proyecto que se le ha encomendado.

—El Tribunal del Supremo Consejo, como responsable último del bienestar y orden de esta sociedad, se ha visto obligado a convocarle para darle una oportunidad a defenderse de los cargos que se le acusa.

—Esperamos que se exprese con argumentos convincentes, para poder aceptar este Juzgado, el proceso que está siguiendo su investigación.

—Se le acusa de haberse permitido dirigir el proyecto por otras trayectorias ajenas al primitivo plan.

—Su cometido no era, ni mucho menos, enjuiciar esta sociedad, sino sólo limitarse a transcribir los acontecimientos que se le iba presentando y referirlos sin más.

—Y al parecer ha convertido su trabajo en una causa personal con respuestas y razones poco ortodoxas según los criterios de este Tribunal, autoridad suprema de sentenciar y último velador de los principios que dirigen nuestra nación.

—Esperamos que no se atreva a poner en tela de juicio los argumentos de esta legislación suprema y tenga sólidos argumentos para justificarse.

 —En ningún momento se le envió para que hiciera una investigación de crítica, desmerecimiento y desvalorización de la realidad presente.

—Con el debido respeto a sus señorías, reconozco que me he podido desviar de los planes que se proyectaron, al permitirme hacer ciertos comentarios que no venían al caso. Me temo que no he sido capaz de observar y comunicar fríamente los acontecimientos vividos. Sospecho que les he fallado.

—Luego, ¿se declara culpable?

—Antes de pronunciarme sobre este respecto, permítanme que les diga que algo superior a mí, me llevaba a reflexionar, comentar, argüir, y en suma a litigar, sobre todo los elementos objetivos en los que me he visto envuelta. A medida que iba metiéndome en aquel ambiente, me sentía más involucrada en sus motivaciones existenciales. Era una fuerza interior que me empujaba a sentirme implicada y cómplice de sus propias reacciones vitales. Surgía en mí un imperativo que me ahogaba si no hablaba, si no me manifestaba como testigo afirmativo de lo que veía y oía. Hasta tal punto que me siento impulsada a dar público testimonio de mi experiencia, de gritar que ya no soy la misma que un día fue enviada a cumplir la misión de observadora de aquel colectivo humano. Y ojalá mi pobre grito tenga resonancia primero en ustedes como líderes de esta sociedad y luego en nuestra gente.

—Pero… ¿Oyen esto sus Señorías?

—¡Qué atrevimiento! ¡Qué osadía!

—Agente M95, ¿acaso se cree transformadora de la historia presente?

—¿Quién se cree que es? ¿Cómo se atreve a darnos consejos? ¿Qué pretende dando lecciones al Supremo Tribunal?

 —Un poco de calma Señorías.

—Agente M95, la época que se le ha encomendado investigar, no puede ser de ninguna manera un desafío para nuestro avanzado y progresista sistema social. Nos enorgullece nuestra política de planificación ciudadana con su perfecto equilibrio demográfico y su desarrollo en asociaciones cívicas, donde todos y cada uno de los habitantes gozan de una vida cómoda y por supuesto productiva en función del desarrollo del bienestar comunitario. ¿Por qué pretender otra cosa? ¿Quién se beneficia de ello?

—Yo sólo sé y creo firmemente, que estos meses compartidos con aquellas gentes, me han servido para crecer como persona y que no podemos privar a nuestros coetáneos de esta riqueza existencial.

—¡Majaderías! No se puede concebir el creer que un sistema tan primitivo, pueda ser modelo para una sociedad tan evolutiva como la nuestra, que ha encontrado su sentido en la plenitud del desarrollo técnico-científico como camino para la comprensión de la existencia humana y como agente de cambio para la perfección del desarrollo de todo ser viviente.

—No se puede comparar aquella sociedad unifamiliar, con todos los problemas que acarreaba, con las facilidades sociales de una planificación demográfica por fecundaciones controladas y por desarrollo de la prole bajo control disciplinar, fomentando los valores cívicos y éticos de acuerdo con nuestro bienestar social. ¿No le parece más equilibrado y productivo nuestro sistema organizativo de ciudadanos estables?

—Puede ser. Pero con todos mis respetos, permítanme decirles que quizás hayamos perdido otros valores que ahora he empezado a descubrir y según mi pobre entender, merecen tenerlos en cuenta para nuestra plena realización si queremos de veras seguir avanzando en el desarrollo evolutivo de la humanidad.

—¡Patrañas! Nuestro régimen social se basa esencialmente en la conquista de un nuevo paso hacia la plenitud evolutiva del hombre y nunca una civilización anterior nos puede haber superado. En ningún momento se puede pensar que hemos o estamos retrocediendo. ¡No faltaba más!

—Si hemos puesto en marcha este proyecto, no es para poner en tela de juicio la organización social del presente, sino para descubrir los fallos de esa civilización anterior tratando de enriquecernos aprendiendo de sus errores.

—Sí, ya se. Ese era el planteamiento, pero… me temo que quizás nos pueden enseñar otras cosas positivas que no habíamos planeado porque las ignorábamos.

—Agente M95, usted sabe muy bien, pues me consta que es una de las ciudadanas más inteligentes de esta sociedad, al parecer con tantos fallos según usted, que este tribunal espera que la disciplina y fidelidad de nuestros mejores sean indiscutibles, por lo que no se le va a permitir comentarios públicos sobre opiniones personales que puedan llegar a desestabilizar los esquemas de la gente honrada y sensata que le llegue a escuchar.

—Además. Su intencionalidad delictiva queda de manifiesto al tratar continuamente de sabotear nuestro progreso con sus comentarios inadecuados, cuando esta civilización está siendo capaz de ir asumiendo todos los sistemas socio-político-económico-culturales de las más grandes culturas del pasado.

—Para eso se le envió, para estudiar esa civilización que estaba a la puerta de nuestro milenio, pero somos nosotros los que hemos de decidir que asumir o rechazar de esa época histórica.

—Y también conviene que recuerde que los desajustes provocados por actividades personales, que no tengan como meta el avance del desarrollo técnico-científico son sancionados como faltas de servicio a la sociedad.

—Señorías, con el debido respeto, me veo obligada a defenderme, comunicándoles que de ninguna manera mi trabajo durante estos meses puede clasificarse como falta cívica. De ningún modo y en ningún momento, ha sido mi intención perjudicar al sistema. En todo momento he pretendido situarme como portadora de una información que he creído iría en beneficio para mis conciudadanos. Se me ha concedido esta gran oportunidad, he descubierto una manera nueva de entender la vida, y porque me parece que es una forma más digna de concebir la existencia humana, me siento obligada a ofrecérsela a los demás. Eso es todo.

 —¡Esto es el colmo! No se puede consentir que un proyecto de tal envergadura fracase porque alguien no sea capaz de dar respuesta a la confianza que sobre ella ha depositado este Gran Consejo del Orden Mundial, esas decisiones son nuestras no suyas.

—Señorías, creo que ya hemos oído bastantes tonterías y hemos tenido demasiada paciencia. Sugiero que no se pierda más tiempo y vayamos a una conclusión rápida.

—Agente M95, se le propuso para esta misión, después de una preparación exhausta; tanto por los gastos económicos como por la inversión del personal, está resultando un proyecto muy costoso; pero como no ha sido capaz de merecer la confianza que en usted se puso, me temo que nos veremos obligados a prescindir de su trabajo.

—Hagan pasar a declarar al agente V71.

CHOQUE DE CIVILIZACIONES

Sin duda, a medida que M95 se va adentrando en esta pretérita civilización, sin ella pretenderlo, se ve envuelta en una experiencia concreta de autoconocimiento, y para liberarse de aquellas discrepancias e impedimentos emotivos, con frecuencia inconscientes, que constituyen obstáculo para seguir la investigación, trata de confrontarse con su compañero que, pacientemente ve cómo va introduciéndose en un conflicto profundo consigo misma y con la sociedad de donde procede.

He aquí uno de los diálogos que ambos sostienen:

—¿Qué me dices de todo esto? Si la reacción de Andrés me admiró, ¿qué añadir a la manera de enfocar la vida, según lo que me ha explicado Marta? ¿Entiendo realmente sus conceptos filosóficos o es mi mente la que traduce estos términos en palabras? Pues en el fondo veo que aún me cuesta captar sus últimas razones.

—Ya sabes que tu trabajo no es interpretar, sino sólo transmitir lo que ellos te van comunicando. Y es peligroso hacer comentarios, pues tus expresiones conceptuales al contar sus experiencias pueden que no reflejen cien por cien la realidad.

 —Por eso intento ser fiel grabándolo todo, pero la verdad es que sus argumentos mentales me desbordan.

—¡Por supuesto, estamos ante otra cultura! No lo olvides.

—Sí, sí, ya lo sé. Y aunque usáramos el mismo idioma, estoy segura de que hablaríamos con otro lenguaje, nos expresaríamos con otro vocabulario, pues tenemos diferentes referencias intelectuales.

—Estoy completamente de acuerdo, por eso tienes que ser muy escrupulosa en tus comentarios, para no excederte y no decir lo que no es realmente auténtico.

—Pero es que… Todo esto me está atrayendo de una manera tan vital, que no sé hasta donde me puede llevar. De todas formas, ¿no te parece sorprendente la reacción de esta gente?

—Si realmente te interesa mi opinión, te diré que me cuesta comprenderlos, pero no somos nosotros los que tenemos que juzgarlos.

—A mí me gustaría poder llegar a bucear en esos abismos intelectuales donde ellos…

—Te repito, que ni lo intentes.

—Pero es que aman la vida de una manera muy extraña… ¿Cómo la definiría…? ¿Inhumana? ¡No, no! Más bien sobrehumana. Sí, eso es, los veo situados en otra dimensión, en una escala superior.

—¡Qué barbaridad!

—Sí, tienen otra mentalidad. Es cierto. Nosotros hemos construido un mundo en donde el único artífice es el propio hombre, por eso pensamos que todo lo podemos solucionar a partir de una buena inteligencia organizativa y científica, pero ellos eran más simples y se sabían limitados, poniendo su confianza en el poder y la sabiduría de su Dios.

—¡Primitivismos superados!

—Supongo que sí…

—¡Pues claro, no lo dudes! Nuestro diálogo no es un análisis de especialistas, pero tienes que reconocer que nuestros sociólogos y nuestros psicólogos son expertos en el conocimiento de las respuestas del hombre, hasta sus últimas motivaciones. Saben cómo planificar las situaciones para conseguir una buena estabilidad cívica. También nuestros líderes políticos y sus organismos técnicos nos proporcionan cuanto necesitamos y deseamos. E incluso en el caso de que no lo consiguieran, procuran crear en la gente otros intereses que nos convenzan tratando de que olvidemos lo anterior por mejores motivaciones. Nuestros médicos y científicos intentan, por todos los medios que están a su alcance, controlar la naturaleza hasta vencer, en lo más posible, la batalla a la misma muerte si viniera al caso. Según ellos las enfermedades incurables y las taras físicas, no son más que un producto de la limitación de nuestros conocimientos científicos. Donde no llega la capacidad humana existe una posibilidad de resistencia de la naturaleza. La tara, lo imperfecto, la enfermedad… sólo puede ser vencida por el hombre investigador y científico.

—Sí, ya sé. Yo sólo intento transmitirte mis inquietudes y por tanto no pretendo otra cosa que dialogar contigo desde las confusiones que me provoca lo que estoy viviendo. Pero como tú, estoy convencida de que el hombre con su sabia investigación llegará a vencer las incorrecciones de la naturaleza, y con una buena organización el mundo será el paraíso soñado por tantas generaciones pretéritas. De aquí que nuestra investigación vaya encaminada al mismo fin.

—Entonces, ¿por qué tantos prejuicios?

—De acuerdo. Vivimos en un mundo que ha elevado al máximo la prosperidad científica; la técnica y la producción son las generadoras de todo nuestro progreso, pero… ¿Llegaremos a conquistar esa sociedad tan perfecta?… ¿A qué precio? Hemos prácticamente eliminado el hambre del mundo ¿a fuerza de cuánto? Hemos de reconocer que, si algo sale distinto de lo planeado, no se nos ocurre filosofar sobre ese trastorno, nos deshacemos de ello y lo olvidamos. Por otra parte, no se nos pasaría nunca por la cabeza el dar un puesto en la sociedad al minusválido físico, a lo más se le mantiene para ir en él estudiando la posibilidad de no caer otra vez en el mismo error, pero nunca se nos plantea el pensar en que es una persona como nosotros, por tantos con unos derechos existenciales que no podemos manipular en favor de ningún progreso.

—¡Esto se está poniendo muy peligroso!

—Bueno, sólo hago pensar en alto. Considero que nuestro criterio predominante a la hora de valorar a las personas, sus relaciones, sus proyectos o la manera de vivir va condicionado por el sistema político que funciona desde una esfera ajena al individuo, Pero, ¿cómo reaccionaría Andrés mismo, si le dijera que en nuestro mundo tanto valemos cuanto somos útiles para la sociedad? ¿Dónde están los tarados? ¡Eliminados! ¿Qué hacemos con lo inútil? ¡Prescindid de ello! ¿Cómo remediamos los fallos? ¡Destruyendo, o manipulando la causa que lo produjo! ¿Es positivo todo esto?

—A mí no me lo preguntes. Yo no quiero ser cómplice de tus desvaríos.

—¡Por supuesto! Es muy arriesgado el cuestionar los triunfos de nuestra civilización. Pero, sé sincero por un segundo contigo mismo y dime ¿No te parece más humana aquella civilización? Para mí, que esa sociedad que trataban de ir construyendo esa gente…

—Mira, agente M95, ¡ya me estoy cansando! no quiero entrar en tus intrigas. Te repito con insistencia, por enésima vez, que no me gusta nada el cariz que está tomando este asunto. Bien sabes, desde el principio, que sus palabras, sus vidas, no entran en nuestro planteamiento de estudio como elemento de juicio, por tanto, tus comparaciones están de más.

—Es verdad, por eso me siento limitada al tratar de informar simplemente y procuro asirme a lo grabado, ya que los conceptos referenciales de ambas civilizaciones son muy diferentes. A veces me da la sensación de que nunca alcanzaré a captar la profundidad de sus vidas, a pesar de que como ellos somos seres humanos. Pero he de admitir que cada vez me cuesta más situarme como mera espectadora fría y objetiva, porque todo esto me está abriendo a nuevos enfoques existenciales de los que no puedo evadirme.

—Tú verás hasta dónde quieres arriesgarte. Pero conmigo no cuentes. A mí no me comprometas. A lo más que me ofrezco es a escuchar tus barbaridades y procurar dejar constancia de mi imparcialidad en lo que vas informándome, pero no me pidas más pues no estoy de acuerdo con tu absurdo proceder.

—Está bien. Ya veo que eres un buen chico. Pero tienes que admitir que a pesar de que eran humanos como nosotros, tenían un modo muy distinto de entender la realidad existencial ¿verdad?

—De acuerdo. Esto no puedo negarlo. Pero de ahí a poner entre dicho nuestro propio sistema social y el llevar con tus comentarios a menospreciar nuestra civilización, poniendo en peligro todo lo nuestro bagaje cultural, eso es otro cantar.

 —¡Ya sé! ¡Ya sé! No te creas que actúo inconscientemente. Reconozco que mi intelecto se resiste, que es un riesgo muy peligroso, incluso para mi estabilidad emocional e intelectual, pero lo que me está provocando interiormente esta experiencia, es demasiado fuerte para ignorarla.

—Bueno, pero todo esto no te puede llevar a comprometerte tanto que te veas en un proceso judicial por desacato a la autoridad.

—¡Si, si! ¡No me lo repitas más! Pero trata tú también de comprenderme. Los sentimientos que todo esto me está avivando, en lo más profundo de mi ser, se rebelan contra la voluntad de mantenerme al margen.

—Por eso te advierto. Quizás nos hemos equivocado y no eres capaz de terminar esta investigación sin sucumbir en este peligro al que te estás exponiendo.

—¿Abandonar? ¡Eso nunca!

—Pues entonces. Procura no hacer más tonterías.

—Está bien. Te prometo que trataré de estar a la altura de lo que me he comprometido.

El laboratorio-ciudad

M95 ha sido preparada meticulosamente para este proyecto de investigación histórica.

La formación de la agente M95 ha sido escrupulosamente diseñada y aplicada. No se ha puesto ningún reparo en la empresa. Sus vestidos, su alimentación, las costumbres y el dinero de aquella gente que va a tratar… todo lo que supusiera para ella novedoso, se le ha proporcionado y facilitado para ir adaptando su persona al lugar histórico en el que se le enviaría cuando estuviera preparada para ello. Ha tenido el tiempo necesario para aprender a adaptarse al ambiente y al propio idioma permaneciendo durante el período que lo ha requerido, viviendo en un ecosistema lo más similar posible al que iba a ser enviada. Y el día que ella dijo estar preparada, después de un meticuloso examen físico e intelectual, se le implantó un tatuaje digital para controlar sus constantes vitales en todo momento y se le dio luz verde para emprender esta aventura.

Dejemos que sea la misma M95 la que nos lo cuente

Recuerdo que fue a los 16 años cuando empecé a trabajar para este proyecto. Fuimos seleccionadas siete jóvenes de las 50 que formábamos el curso, para ser preparadas con el fin de llevar a cabo esta investigación histórica.

Desde entonces, todas mis energías han sido programadas para que esto fuera posible. Además de aprender el idioma, la cultura y costumbres de la gente con la que me iba a relacionar, al menos por el periodo de un año, tuve que adaptarme a su alimentación, a su modo de vestir, de relacionarse… a tantas y tantas cosas que nos diferencian de nuestro vivir presente, hasta el punto de pasarme los dos últimos años encerrada en un laboratorio convertido en una pequeña ciudad de finales del siglo XX, donde se simulaba todo, hasta la polución, que tanto nos ha costado crear y que es una de las cosas que podía ser más peligrosas para mi salud, dada nuestra limpieza atmosférica en el ecosistema que habitamos. Todo esto para evitar mi inadaptación al medio ambiente de esta época histórica.

Mis otras compañeras fueron poco a poco orientadas para trabajar en los distintos departamentos del proyecto, mientras que yo me iba quedando sola en la tarea de ser enviada a través del tiempo.

Fue en esta época del laboratorio-ciudad, cuando apareciste tú (V71) en el proyecto ¿Te acuerdas? Yo acababa de salir del internado femenino, ya estaba preparada para relacionarme con la sociedad adulta. Entonces tú llegaste y comenzamos a trabajar juntos. Creo que desde el principio nos hemos entendido bien y hemos formado una pareja muy sintonizada, a pesar de nuestras discusiones frecuentes, por las diferencias de opinión.

—Sí, porque me cuesta mucho cuando te pones tozuda y cabezota.

 —¡Jajaja! A estas alturas, pienso que, a pesar de todo, hemos llegado a ser capaces de tolerar mutuamente nuestras diferencias, y todo eso más que distanciarnos nos ha servido a los dos como camino para enriquecernos. ¡Por eso va bien el equipo!

 La verdad es que ha sido un plan duro, pero ahora que estoy aquí, no me arrepiento de haber tenido que pasar por ello. ¡Estoy aprendiendo tanto! Creo que, aunque sólo sea por eso, valió la pena.

Pero no es todo oro puro lo que M95 va descubriendo en nuestra sociedad, también se enfrenta con nuestros fallos y debilidades y así lo comenta en cierta ocasión

Otro asunto que resultaba también un problema difícil de solucionar en esta sociedad era la implicación corruptiva de algunos agentes del orden social. Entre sacando de varias informaciones del momento, podríamos llegar a resumir los hechos en estos términos:

 

El auge de la delincuencia organizada. Las mafias internacionales. Individuos acusados por atraco a mano armada, tráfico de drogas, falsificación de documentos y monedas, blanqueo de dinero, robos, prostitución, abuso de menores, evasión de capitales… El aumento de la delincuencia organizada se daba con mayores posibilidades gracias a la implicación corruptiva de los sectores jurídicos, políticos, económicos y policiales.

La salida era difícil, la desmoralización de muchos agentes del orden dedicados con honradez a solucionar esta maraña de complicidad hacía que las autoridades judiciales y políticas detectaran la gravedad del caso como problema de primer orden en la tarea social.

Y en otra ocasión, en la que estuvo hablando con Ana sobre los abusos económicos de nuestra civilización, hizo este comentario a su compañero

—Este tema que hoy tratamos fue uno de los puntos débiles de esta sociedad.

—Sí, tengo entendido que por aquí comenzó a hundirse el barco de esta civilización.

—Claro, bien sabemos que por el caos económico sucumbió, a raíz de la abrumadora presión que ejerció la abusiva gestión mercantil.

—Y no podemos olvidar las explotaciones y corrupción del poder en la cuestión financiera, que dio lugar a la desigualdad insostenible de las clases sociales.

—Como en todas las sociedades capitalistas, el rico era cada vez más rico y el pobre cada vez más pobre.

—La verdad es que, en este campo sí que podemos apuntarnos un tanto por la excelente conquista de nuestra civilización.

—Desde luego, hoy podemos contar con una experta y competente política económica, mucho más organizada y equitativa, que promete un boyante futuro. Nada nos falta. Todos tenemos nuestras necesidades cubiertas.

—Si, y esto nos basta.

Como ves lector, no es oro todo lo que reluce. Pero en nuestro caminar cotidiano está la fuerza y determinación que nos ha de conducir a ir enmendando nuestros propios fallos. El devenir de la historia se va haciendo con la respuesta de sus ciudadanos y nuestra responsabilidad civil no es transferible.