Hoy nos encontramos ante una situación muy comprometida. Los dos agentes tienen que preparar todo el material para presentarlo al Gran Tribunal, pero la decisión tiene sus riesgos ¿Llegarán a un acuerdo?
Cuando la agente M95 entró en el laboratorio de investigación histórica a la mañana siguiente, V71 ya estaba esperándola.
—Buenos días —le dijo a su compañero—, ¿Has empezado a trabajar?
—No, te esperaba para hacerlo juntos. Hemos de ponernos de firme a hincarle el diente a todo esto. Es mucho trabajo para tan poco tiempo. Tendremos que esmerarnos y hacerlo con mucha precisión, pues dada la tensión del Tribunal, será examinado con lupa.

M95 le dio la espalda acercándose al ordenador, diciendo a la vez que lo ponía en marcha.
—Esto es muy cruel. Me parece un crimen más grande que el que puedan aplicarnos a cualquiera de los dos o a ambos.
—No me importa tu opinión —contestó gritándole y fuera de sí—. ¡Basta ya de tonterías! No estoy dispuesto a perderlo todo porque te empeñes en seguir con tus ideas y fantasías. Aquí lo que cuenta ahora es salvar nuestro prestigio y reputación. Esto es lo productivo y no me vas a hacer más chantaje.
Ella se volvió muy lentamente y mirándole a los ojos le preguntó:
—Y ¿qué hay de tu entusiasmo en las últimas investigaciones? Tu comentario sobre los primeros cristianos es una buena aportación, abre un camino interesante para seguir estudiando el proceso que nos ocupa.
—Mira M95, ante todo hay que ser prácticos —le contestó intentando apartar la mirada de sus insistentes ojos—. No vale la pena jugarse el tipo para que otros quizás ni se enteren. Por mi parte lo primero que voy a hacer es destruir cuanto me comprometa. Sólo tú sabrás que en algún momento cometí ese error, pero nadie más. Ni si quiera el Mayor C60.
—¿De verdad? ¿Vas a hacer eso?
—¡Pues claro! Hay cosas que son mejor olvidarlas.
—Para mí esto se ha convertido en un deber sagrado. Es un imperativo interior que no puedo ni quiero eludir.
—¡Todo esto carece de sentido! —volvió a gritar—. ¿No ves que para ellos resulta ininteligible porque no lo han vivido como tú y en consecuencia será un trabajo inútil e ineficaz tu propuesta?
—¿Por qué? ¿No he cambiado yo y procedo de la misma cultura y mentalidad? Si para mi ha tenido sentido, ¿quién te dice que otros no van también a reaccionar? ¿A caso no estás tú…
No la dejó terminar. Se tapó los oídos a la vez que decía
—Te convertirás en una voz inútil. Nuestro cerebro procede de otro paradigma. Hemos sido desarrollados para otras funciones. Si estas personas que se suponen las más cualificadas de nuestra civilización no te entienden ¿cómo pretendes que lo hagan los demás? No te escucharan.
—Pero si yo…, nosotros lo hemos entendido.

—¡Cállate! ¡A mí no me metas! —dijo volviendo a alzar la voz y prosiguió —. Tú si quieres puedes cargar con toda la responsabilidad, ¡allá tú! Es el precio de tu libertad, pero esto se está convirtiendo en algo ilícito, es como defraudar la confianza que han puesto en nosotros.
—Pienso pagarles esa confianza dándoles la oportunidad de descubrir el sentido legítimo de ser persona, enseñándoles a vivir con auténtica dignidad humana, mostrándoles el camino verídico para la pura evolución de la humanidad.
—¡Qué ingenua eres! ¿A caso te crees que vas a conseguir algo? Ya has visto como han reaccionados los mejores cerebros de tu sociedad. Antes destruirán el proyecto y a ti con él. Y si sigues con tu terquedad y obstaculizas mi trabajo, seré yo el que te denuncie. Te doy 12 horas. Tú verás qué decisión tomas.
—No necesito ningún tiempo. Pienso mantenerme en esta postura hasta el final. Ya veo que no puedo luchar contra mi destino. Si este es el fin, que sea.
—¡Esto es absolutamente absurdo! Sabes que te necesito, que solo voy a tardar el doble y que tienes que volver parpara continuar con la misión. Pero parece que ya nada te importa y estás bloqueando todo con tu testarudez.

—Mira V71, no te preocupes. Se lo que te está costando esta situación. Yo no te puedo obligar a que tomes una decisión distinta a la que tú libremente quieras tomar. Pero también te ruego que me comprendas y respetes mi postura. Bajo mi responsabilidad no tocaremos nada de nuestro trabajo, más aun, te ruego que revisemos el final, no sea que con las prisas de terminar no esté registrada la última conversación.
—¡Y encima me pides que subraye lo que más me compromete! ¡Esto es el colmo!
—¿No me has oído que voy a cargar con toda la responsabilidad? Tú denúnciame, haz lo que quieras, pero yo misma voy a presentarme ante el Gran Consejo y decirles que me niego a modificar la información que hemos recogido. Tú te librarás de todos los cargos, pero al menos ayúdame a dejarlo todo concluido.
—Está bien, pero sólo con una condición, que borremos nuestra última conversación que es la que más me compromete. No quiero verme implicado en absoluto.
—No seas cruel. Si borras algo que nos abría tan buen camino, pones en riesgo las futuras investigaciones. Mejor será que dejemos las cosas como están y te prometo que me encargaré de defenderte.
—No sé… Es un riesgo que me cuesta tomar.
—Siempre puedes echarme la culpa. Sabes que mis cartas están sobre la mesa y ya no puedo ni quiero volverme atrás.