¿Cómo percibo yo la presencia del Señor de la Historia en el siglo XXI? Esta novela la escribí durante muchos años de reflexión; poco a poco iba plasmando lo que el Señor me decía, viendo en mi cabeza y en mi corazón hasta los más mínimos detalles, haciendo que sus protagonistas vivan una existencia ideal, según me imaginaba que podía ser el estilo de los seguidores de Jesús del siglo XXI, en un ambiente socioeducativo.
Es mi manera de entender la presencia del Señor en la Historia.

Andrés ha entendido que su misión es anunciar a sus coetáneos «lo que ha visto y oído» en esos días.
A partir de ahora empieza el relato de lo cotidiano, la respuesta de Andrés a su misión, el vivir día a día para hacer realidad la propuesta de S.H.
Desde entonces, todo su tiempo, toda su vida gira como respuesta a la misión que se le confió. Así lo describe su amigo Juan, el sacerdote del barrio:
—Él fue el primero, luego nos contagió poco a poco a los que le conocíamos o trabajaban cerca de él. Fuimos descubriendo por su convencimiento, que la vida tiene otro sentido más allá del tener, el placer, el poder, el egoísmo… Como supondrás, la personalidad de Andrés, que tan original te resulta, su madurez, su gran riqueza interior, es el resultado de estos años, viviendo entregado a esta causa. No es que a la vuelta de aquellos días de vacaciones ya era lo que es ahora, pero aquel encuentro marcó el principio de un camino. Fue un hacerse poco a poco, un ir calando las experiencias que iba viviendo interiormente, un ir descubriendo cada vez con más lucidez el sentido de su existencia, hasta profundidades insondables, dejándose interpelar por esa voz interior que le conduce hacia el cumplimiento cotidiano de su misión en la vida. Su misión se la marcó aquel encuentro, pero como todo comienzo, poco a poco se ha ido convirtiendo en lo que es hoy. El tiempo y su postura de permanente fidelidad a este ideal, ha ido rotulando su persona. Su sentido existencial tiene una única meta que le da capacidad para impulsar todos los elementos que constituyen su personalidad.
S.H. no modifica la naturaleza, todos somos llamados a cumplir una misión concreta en la vida, pero sólo los que con generosidad se entregan en una fidelidad cotidiana, son los
que pueden alcanzar la satisfacción de su plenitud existencial.
El Señor llama, elige, pero respeta la propia autonomía, somos libres de aceptar su propuesta, no nos presiona ni nos manipula, sencillamente pide nuestra libre colaboración en sus planes de conducir la Historia. Porque sabemos que el mundo y el hombre les pertenecen, que él es EL SEÑOR DEHISTORIA, pero busca quién le ayude libremente. Él mismo ha dispuesto el tener que valerse de nosotros para llevar a cabo su plan, por eso, llama al hombre, lo interpela en sus actitudes, impulsa sus decisiones positivas, le ayuda a tomar una opción, le facilita el camino, pero respeta totalmente su respuesta, porque le quiere libre y responsable absoluto de su futuro, no esclavo. Sólo cuando descubrimos que para Él se nos ha dado la vida, podemos conducirnos hacia nuestra auténtica meta.
La respuesta es sin condiciones. Es una empresa de por vida, que te implica en todas las demás decisiones que vayas tomando a lo largo de tu existencia. Es hacer una opción radical para ser fiel a alguien que te invita a hacer tuya su causa. En esta decisión uno se juega la vida, pero te aseguro, por experiencia personal, que vale la pena.
Creo firmemente que todos somos elegidos para hacer una obra que apunta a eternidad, pero también hemos sido creado con libertad de decisión. Somos responsables de nuestras disposiciones y resoluciones mientras vamos por el camino de la vida, y aunque el trigo y la cizaña coexisten en nuestro interior, he querido, con este relato, ayudaros a optar por lo bueno de la existencia humana.
Ahora quiero invitar a cada uno/a en este momento, a que se pare en seco, y piense en lo esencial, sopese sus acciones cotidianas y analice si este es un momento de cambio de sentido que apunte a otras maneras de organizarse, de trabajar, de relacionarse… de en encontrarse consigo mismo y comenzar nuevas formas de actuar para que su vida tenga el sentido para el que fue concebido/a.