Hoy nos vamos a situar ante uno de los capítulos más emotivos de la novela, la despedida de uno de los monitores que ha muerto en un accidente laboral.
Es Andrés el que toma la palabra y expresa sus sentimientos ante toda la asamblea:
—Hermanos, vosotros sabéis lo que significaba Pedro para mí. Fue uno de mis primeros alumnos y más tarde un compañero incondicional. Lo quería como a un auténtico hijo, por eso he querido ser yo quien le despida en nombre de todos. Aunque se me rompe el corazón, al pensar en su joven partida, es mucho el gozo que me embarga al comprender que ya estaba preparado para disfrutar de la auténtica y eterna vida. Hace escasamente una semana, como si sospechara la cercanía de este acontecimiento, me dijo: “Andrés, quiero que sepas, si algo me sucede, que me iré con la alegría de haber intentado ser fiel a la misión que se me ha encomendado”. ¿Por qué me dijo eso? Porque todos los que nadamos contra corriente en esta sociedad, tenemos que tener la maleta preparada, pues no sabemos ni el día ni la hora, pero sin duda que, no seremos los primeros ni los últimos que sucumbiremos por la causa de S.H., este es el precio de nuestra fidelidad a la misión que él nos ha encomendado, cuando se es coherente se tiene siempre el riesgo de resultar al menos incómodo ante una humanidad que no entiende de entrega, servicio, solidaridad … Él sabía cuánto se estaba arriesgando. Las cosas no iban bien en el trabajo, ya que, por no querer dar su voto ante ciertas propuestas, que claramente iban a beneficiar a unos pocos y a perjudicar a otros muchos, se había creado enemistades entre sus compañeros y temía que la tensión llegara a provocar algo en su contra. Yo no quiero decir con esto que haya culpables en lo ocurrido, ¿un accidente… una muerte provocada…? Allá la conciencia del que se crea culpable y la justicia del que tenga que aplicarla. Yo desde aquí sólo digo que Pedro era un gran muchacho, que había optado por dedicar su vida a favor de la justicia y por eso defendía la causa de aquellos con los que se relacionaba. Sabía que arriesgaba su vida al tomar ciertas posturas, pero no dudaba ante la urgencia de su conciencia y se ponía de parte de los sin voz. Así se fue preparado para cruzar el umbral hacia la otra vida, con la certeza de que era un luchador justo. Sea por una causa u otra el sentido de su muerte, ha sido de este acontecimiento de lo que el Señor se ha valido para abrirle la puerta de la eternidad. ¿Qué nos queda? Despedirnos de él, sabiendo que allí está, esperándonos a todos y velando por cada uno para que luchemos por un mundo más fraterno y para que, como él, creamos en la justicia definitiva más allá de la muerte.
»Quiero terminar con estas palabras del apóstol S. Pedro:
La reacción de esta gente ante esta nueva experiencia me vuelve a sorprender. ¡Tienen una forma tan original de enfrentarse con los problemas más vitales! Todo esto es lo que hace que me sienta cada vez más atraída por su modo de enfocar la existencia humana, hasta el punto de que creo haber descubierto en mí la capacidad de poder llegar a identificarme con mi yo espiritual. Ahora veo que existe en mi interior una fuerza potencial capaz de transformarme en alguien con unos valores distintos a los que hasta ahora han llenado mi vida. Pienso que esto es una oportunidad privilegiada y no quiero desperdiciarla.
Hemos llegado a un punto de la conversación donde el ser humano toca fondo. ¿Cuál es el sentido último de nuestra existencia? ¿Yo para qué nací? ¿Por qué y para qué existo? ¿Cuál es mi destino?
Ya no importa ser hombre o mujer. Todo ser humano tiene un compromiso trascendente. Todas estas preguntas tienen una sola respuesta: mi responsabilidad existencial
—Luego, según tú, todos tenemos una misión que cumplir.
—Así es. No hemos nacido por un simple hecho físico. Estamos aquí para ir construyendo la historia según nuestro destino. El matrimonio está llamado a colaborar en la prolongación de la especie al engendrar con responsabilidad, por eso es esencialmente temporal, pero por encima de nuestra misión histórica, existe un absoluto eterno que es el único que puede saciar todas nuestras más profundas aspiraciones humanas y que sabemos que sólo se dará fuera de la historia, esto es en la otra vida, por eso, tanto el que se une a otro para prolongar la estirpe como el que opta por hacer suya la familia humana, han de ayudar a ir haciendo una sociedad digna, con proyección de eternidad.
—Entonces, si yo entiendo bien, esto de hacer una sociedad fraternal, ¿no es vuestra meta?
—Me has entendido perfectamente. Nuestra aportación a la construcción de una historia digna de llamarse humana no es el fin que nos proponemos, porque nuestra empresa no termina con la muerte.
—Eso siempre a mí llamar la atención en vosotros.
—Pues así es. No podemos empeñarnos en buscar el desarrollo de la persona, con fines únicamente materiales, sería mutilarle al no reconocer su dimensión trascendente que le encamina más allá de su existencia terrena donde culminará su inmortalidad. Estamos creados para lo infinito, lo eterno, lo inmutable. Nosotros creemos que tenemos un principio, pero no un fin. Por eso nuestras aspiraciones nunca se sacian con lo mejor de este pasar por la historia.
—¿Entonces esta vida es un paso a otra nueva vida?
—Veo que vas captando bien la idea. La vida presente es sólo un camino que desemboca en la vida eterna, donde no existen las limitaciones ni las frustraciones que tanto nos acongojan y los deseos que tanto nos cuestan aquí conquistar. Esa meta es la que nos da aliento y empuje para seguir aceptando todas las sorpresas existenciales. Creemos que allí resolveremos todas nuestras aspiraciones. Este es nuestro fin y la meta hacia donde queremos dirigir todos nuestros esfuerzos.
—¡Me maravilla esta seguridad de creer las cosas tan extrañas!
—Pues así es, aunque a ti te parezca raro por lo novedoso, nosotros creemos en ello y tratamos de ser coherente con nuestra fe. Porque entendemos que esas ansias que Dios ha puesto en lo más profundo de nuestro ser, no se puede saciar aquí por las limitaciones de nuestro cuerpo mortal, pero cuando nos hayamos liberado de ello con la muerte, ya nada será obstáculo para alcanzar lo que con tanto anhelo aspiramos.
—Verdaderamente este un mundo extraño para mí.
—No te preocupes, quizás estés más cerca de entender de lo que te crees.
—Yo pienso que vuestra vida es muy difícil.
—Bueno, yo diría que es muy exigente y radical. Es verdad que no se consiguen estas propuestas vitales de repente y que tienes que tratar de mantenerte en una sociedad donde tus criterios son antipopulares, pero te aseguro que vale la pena. Tan sólo sea por el apoyo comunitario que nos hace vivir en una armonía grupal. A veces se tienen experiencias difíciles que uno solo no puede afrontar y el contar con la familia, con los más allegados, te hace sentir capaz de vencer cualquier obstáculo. ¿No te parece?
—Supongo… pero… es que todo es distinto a mi vivida antes.
—Te comprendo. Pero por mi propia experiencia te digo que creo que nuestra existencia humana es esencialmente comunitaria y que, por eso mismo, tiene como parte insustituible el compartir y el ayudar. De aquí que nos sentimos a gusto al sabernos ayudados y a la vez poder ser necesarios para ayudar a otros.
—Si eso funciona así, la vida será más fácil para todos, pero me temo que todo el mundo no piensa así.
—Por supuesto que es una hermosa utopía el pretender que toda la humanidad de una respuesta afirmativa, pero sí van brotando aquí y allá núcleos de personas que acuden con generosidad a la invitación del Señor, y por ellas el mundo y la historia podrían dar un giro de 360 grados. ¿No te parece interesante?
—Sí que lo es. Pero… me resulta tan extraño…
—Puede parecértelo, pero el secreto está en tomarte en serio tus intereses vitales y asumir tu propia historia con responsabilidad.
—¿Tú crees que sale bien?
—Esta es la pena, que somos frágiles y a veces no nos sale. Pero, aunque no somos perfectos, ¡qué ser humano lo es!, ya te habrás dado cuenta durante este tiempo que estás con nosotros, que no son meras palabras o bonitas reflexiones; aquí, aunque a veces no nos salga, tratamos de ser coherentes en nuestro vivir cotidiano con lo que decimos.
—Esto es verdad. Y ¿qué pasa cuando no lo haces?
—Somos seres libres, y este es el riesgo más grato y a la vez más conflictivo y exigente del ser humano. El Señor no obliga ni fuerza, te invita, pero quiere que seas tú la responsable de tu decisión. Toda opción tiene su riesgo, cuando eliges algo renuncias a lo otro, por eso es muy importante estudiar con discernimiento nuestras elecciones.
“La educación es el mejor servicio que se puede prestar a la sociedad, pues es la base de toda transformación de progreso humano, tanto personal como comunitario… No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen” (Papa Francisco a los educadores).
Hoy nos vamos a meter de incógnito -como hizo M95- en una charla de Andrés con sus alumnos, para discernir sobre su modo de enfocar sus charlas.
He aquí lo que ella nos cuenta:
Tenía muchas ganas de saber personalmente cómo se desenvuelve Andrés entre los jóvenes, por lo que esta tarde, antes de que alguien llegara, me las he ingeniado para entrar en la sala donde tiene sus reuniones en el club, y he instalado un mini-cassette debajo de su silla, para grabar la sesión con control remoto.
—Buenas tardes. Me gustaría que hoy reflexionáramos juntos sobre nuestra responsabilidad personal de ir mostrando con actos concretos que vivimos lo que decimos. En otras palabras, ser coherentes, actuando según hablamos, pues esta es la única manera de convencer, no con lo que se dice sino con lo que se hace y se vive. Ya sabéis las palabras del Señor que por nuestros frutos nos conocerán. ¿Queremos ser levadura pequeña, silenciosa, pero capaz de fermentar toda la masa? ¿Queremos ser sal que sazona toda la comida sin que se vea, pero que se la echa de menos si está ausente del guiso? Pues esto sólo se consigue teniendo cuidado con ser coherente con los principios que nos han inculcado.
—Pero… ¿qué podemos hacer nosotros tan pocos, un grupo tan pequeño, ante todo un ambiente muchas veces hostil?
—Hay que ser imaginativos y creativos, pero sobre todo hemos de hilar muy fino y tener las antenas del espíritu conectadas permanentemente con nuestro maestro interior. Tened la plena confianza de que cada uno de nosotros lleva en su interior una gran riqueza, aunque no siempre seamos conscientes de ello.
—Esto, no parece muy fácil.
—No digo que lo sea, pero hemos de intentar poco a poco vencer las dificultades, seguros de que hemos sido llamados para ir colaborando en la transformación de la sociedad en la que vivimos, cada uno en su sitio y con las fuerzas que va recibiendo para cada ocasión, por eso nunca dejo de insistir en que el secreto de nuestro poder está en dejar que el maestro interior nos conduzca según sus planes, sin ser nosotros obstáculo, ni pretender ser los protagonistas. Este es el secreto, pues en cuanto queremos dominar la situación con nuestras pobres fuerzas o nuestro corto entender, el fracaso viene seguro.
—Tú lo dices muy convencido ¿verdad?
—Sí que lo estoy. Y si vosotros también creéis firmemente en que esta es vuestra misión y actuáis en consecuencia, poco a poco lo viviréis por dentro y podréis ser sembradores de la semilla de un mundo nuevo.
—¿Tú crees que la gente aprecia nuestro esfuerzo?
—No se trata de que los otros lo aprecien o no. Nuestro actuar no es para ser aplaudido por ellos, sino que nuestra última motivación es vivir intensamente la única vida que vale la pena vivir. Si ellos descubren que esta verdad, no es obra nuestra, sino de aquél que mueve los corazones, pero siempre respeta las decisiones del hombre, pues lo hizo con el riesgo de elegir y de poder equivocarse, comprenderán. El secreto está en creer que en cada ser humano el Señor interviene llamándonos en nuestra singularidad y en nuestro ser para el otro, en nuestra autonomía y en nuestra dependencia fraterna. Confiad en que su ayuda nunca os ha de faltar. Os aseguro que vale la pena intentarlo.
—Pero a veces no nos entienden y tenemos dificultades.
—Es verdad. Esto que tú nos propones puede ser más o menos sencillo entre nosotros, pero cuando alguien por ahí se pone terco y se empeña en llevarte la contraria o en ridiculizarte… entonces se te calienta la sangre y ya no es tan fácil guardar las formas.
—¿Y qué Luis? Cuando uno no quiere enfadarse, dos no se pelean. ¿Has olvidado esto?
—No, pero…
—Mira, los psicólogos aconsejan contar hasta veinte antes de responder, pero para nosotros la solución la encontramos en recurrir a nuestra fuerza interior, al espíritu de paz y reconciliación que habita en lo más sano de nuestro ser. Si es este nuestro recurso, vendrá a nuestros labios la palabra justa y nuestro ánimo se serenará. Y para que todo esto tenga su fundamento, vamos a escuchar lo que dice el Libro
—Así que obremos siempre el bien, para que el mundo crea en nuestro mensaje y se anime a buscar la auténtica felicidad que es el fruto de las buenas obras. Estas son las palabras que he recibido hoy para que os las transmitiera.
—Y ¿qué nos aconsejas?
—Voy a leeros el consejo que el propio Libro nos da
Creo que vale la pena pararnos a reflexionar sobre la PALABRA de DIOS
Después del relato anterior, Andrés tiene un “encuentro místico” con S.H. que le confirma en su misión.
Escucha su información y trata de interiorizar su experiencia
» Empezaba a oscurecer cuando llegó. Yo estaba sentado debajo de un pino con un libro abierto. Me había quedado reflexionando sobre unas palabras que acababa de leer y no captaba su significado:
“Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, Entraré en su casa y cenaremos juntos”
» El forastero entró. Vino para quedarse unas horas y permaneció allí todos los restantes días de vacaciones ¿Qué pasó durante ese tiempo?
» Aquella persona no era ni más ni menos que el mismo S.H. Yo llegué a convencerme de que en él existía un poder superior por el que me sentía atraído, no a la fuerza, sino porque al ir pasando los días se iba creando entre nosotros unos fuertes lazos de profundo entendimiento. Era una relación que iba despertando en mí sentimientos de admiración y confianza. Si al principio me resultó extraño y sospechoso, poco a poco me sentía más cómodo y sereno. Su fuerte personalidad me daba seguridad. La amistad que me ofrecía me llenaba de entusiasmo y me impulsaba a grandes empresas. Si me hubiera pedido conquistar el mundo no hubiera dudado en aceptar el cometido. Fueron unos días irrepetibles, que me llevaron a descubrir facetas de mí mismo hasta entonces insospechadas.
» Fue ahí donde me lancé a dar un nuevo sentido a mi vida. Él mismo me ayudó a optar libremente por un comportamiento responsable en mi inserción social concreta. Este era el sentido personal de mi paso por la historia, tomar en peso mis posibilidades influyentes como educador de las próximas generaciones.
» ¡Este era el reto de mi existencia! Y acepté. No era un proyecto fácil, pero me arriesgué.
‘Bueno Andrés, estamos en la última noche, hoy cenaremos juntos y ya no me volverás a ver físicamente, aunque yo estaré contigo siempre porque te he inculcado mi espíritu. Como puedes ver, no he estado contigo estos días para transmitirte unos conocimientos, sino para despertar en ti unos sentimientos, unas motivaciones que llenen lo más profundo de tu ser con la energía de mi propia causa. Hemos creado unos lazos de amistad que te comprometen a serme fiel, a no fallarme porque yo cuento contigo y lo último que espero de ti es que me defraudes. Has llegado a entender que ese misterio que te atrae y te compromete es algo real. Ahora sabes que posees un tesoro inagotable que tienes que ir descubriéndolo y conquistándolo, no sólo para ti, sino para cuantos se relacionen contigo. Pues todos habéis sido llamados, pero cada uno tiene su puesto y su misión, como obreros de un proyecto común.
“Cada uno según se le dio. Uno planta, otro riega, pero es ÉL quien hace crecer; por tanto, ni el que planta significa nada, ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, ÉL. Ahora el salario que cobre cada cual dependerá de lo que haya trabajado. Pues de ÉL sois colaboradores”
‘Te he elegido para que anuncies todo esto a tus hermanos. Te hago mi profeta. Yo cuento contigo para que tu mundo sea más fraterno y construyan entre todos, el camino hacia la felicidad.
“El que te escuche, a mí me escucha. El que te rechace, a mí me rechaza. Y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió. El que no está conmigo está contra mí. He venido a prender fuego a la tierra. ¡Y cuánto anhelo que arda ya! Mi Reino irrumpe con violencia. Y los que se esfuerzan lo conquistan. Mira que te envío como oveja entre lobos. Sé, pues, prudente y precavido, pero confía en mí y no les tengas miedo. Nunca olvides que no me elegiste tú a mí, sino que yo te he elegido. Y te he destinado a que trabajes conmigo en la implantación del mi Reino. Lo que has recibido gratis, dalo gratis. A ti te daré los tesoros escondidos y las riquezas ocultas, para que sepas que se me ha dado todo poder en elcielo y aquí en la tierra, y a los que me son fieles les doy parte en mi Reino”
¿Qué pensar de todo esto?
Estamos viviendo un momento muy especial, circunstancias inesperadas que pueden desajustar nuestras actitudes más profundas y también nuestros planes inmediatos pero, que al mismo tiempo, puede ser un momento de gracia para redescubrir lo que es esencial en nuestra vida, lo que tiene verdadero valor: la fe y la esperanza, la solidaridad y el cuidado de la vida, la nuestra y la de las otras personas que nos rodean y, por supuesto, la experiencia de la felicidad verdadera, fruto de nuestra paz interior por el buen hacer, esto nada ni nadie nos lo puede quitar.
Según mi corto entender, nuestra existencia tiene un sentido trascendente que sólo lo podemos vislumbrar a la luz de nuestra vida interior.
Nuestros padres fueron los primeros instrumentos de los que Dios se valió para formar en el seno materno un ser elegido para cumplir una misión específica y única en la historia de la humanidad. Cada uno tenemos un cometido único e irremplazable, que hemos de ir asumiendo a lo largo de la vida.
-TU MISIÓN- “lo que tú no haces se quedará sin hacer, aunque otros hagan su parte, faltará tu colaboración y de esto, sólo de esto, el Señor te pedirá cuenta”.
Hemos de ser personas reflexivas, pues en la medida en que vamos profundizando en el porqué de nuestro vivir, se nos ilumina el conocimiento y descubrimos la verdad de nuestra existencia.
Partiendo de esta afirmación, hoy te voy a presentar cómo descubrió Andrés su misión, y aunque lo he plasmado en un episodio fantasioso, basándome en diversas selecciones bíblicas de “elegidos” que enriquecieron mi imaginación, no deja de ser el relato de una experiencia que bien podría ser realidad.
—Mi primer encuentro con ‘el misterio’, ocurrió en las vacaciones de primavera hace 15 años, tres días después de lo que te conté la otra tarde.
» Una noche que paseaba por el campo después de cenar, gozándome en el placer de la brisa y de la soledad del campo desierto a aquellas horas, me sorprendió, a corta distancia, una luz extraña. Me acerqué a ella, y cuando estaba a un par de metros, la luz se fue agrandando hasta que quedé dentro de ella. Mi reacción primera fue tratar de huir, pero mis pies no respondieron y quedé como pegado al suelo enfrente de un hombre que me extendió su brazo y sin violencia me tomó de la mano y me llevó hacia una puerta que yo no había visto hasta ese momento. La verja se abrió automáticamente en cuanto pisamos el umbral.
» ¿Qué hacía yo allí? ¿Por qué no ponía resistencia? ¿Hacia dónde nos dirigíamos? Estaba muy confuso, pero no sentía ninguna inquietud.
» Por fin llegamos a una gran sala intensamente iluminada.
«Durante la visión miré y vi que colocaban unos tronos. Un Anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve; su cabellera, como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes»
» Yo no sabía si estaba soñando o despierto. ¡Me parecía todo tan irreal y absurdo!
» ¿Dónde estaba realmente? ¿Era aquello un sueño o una ilusión?
» Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir
«Una especie de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el Anciano venerable y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y el Reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su poder es eterno, que nunca pasará. Su Reino no será destruido jamás«
» Yo estaba realmente confundido, no podía salir de mi asombro, estas visiones me espantaban. No cesaba de preguntarme si todo aquello estaba sucediendo de verdad.
» Miré a mi alrededor buscando una explicación, una salida… algo que me sacara del estado en el que me encontraba. Sentía la urgencia de situarme seguro ante este evento que desbordaba mis esquemas mentales.
» Me sentía agitado por dentro, y me turbaban las visiones de mi fantasía.
» Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello. Él me contestó exponiéndome el sentido de la visión:
‘Esto es el fin. Así ha de concluir la historia de tu mundo. Ese que ves delante del Anciano es S.H. –El Señor de la Historia-, el cual es imagen de Él-Ser y su propio Hijo. Para S.H. Él-Ser ha hecho todas las cosas y todo tiene que ir caminando hacia su propio fin, hasta hacerse dignas de ser agradable a sus ojos y a su corazón.
«Todas las cosas, en el cielo y en la tierra, las visibles y las invisibles, pues todo fue creado por él y para él. Él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia. En él mismo os eligió desde el principio y habéis sido destinados a entrar en su herencia y predestinados conforme al designio de quien lo realiza todo según el plan de su voluntad. El poder real y el dominio sobre todos los reinos bajo el cielo será entregado al pueblo de los santos del Altísimo. Será un reino eterno, y todos los señores de la tierra le servirán y le obedecerán«
» Yo no entendía nada, -aún no se me había dado el entendimiento espiritual-
» Y oí una voz que decía:
‘¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?
» Yo sin pensar la respuesta dije:
‘Heme aquí. Envíame.
» ¿Qué había hecho? ¿Cómo se me había ocurrido responder así? ¿Habían salido de verdad esas palabras de mi boca? ¿Quién me impulsaba a tomar esa decisión tan comprometida ante una llamada que no entendía? ¿Qué sabía yo de todo aquello? ¡Cuántas preguntas en tan poco espacio de tiempo!
» ¿Poco tiempo?…
» ¿Cuánto tiempo había transcurrido en realidad? ¿Cuánto me quedaba aún por estar ante este acontecimiento? ¿Qué iba a suceder a continuación?
» Pues sucedió que se me acercó el propio S.H. y dijo:
‘Abre la boca y come lo que te voy a dar. Miré y he aquí que una mano extendía hacia él un libro enrollado. Lo desenrolló ante mi vista; estaba escrito por dentro y por fuera. Y me dijo: ‘Come lo que se te ofrece; come este rollo, y ve luego a hablar a tu gente sobre ello. Nutre tu vientre y llena tus entrañas de este rollo que te doy’. Lo comí y fue en mi boca como la miel por su dulzura.
» S.H. me explicó una vez que ya había concluido:
‘Mira, he puesto mi ley en tu corazón. No te habrá de instruir nadie, porque yo mismo seré tu maestro. Todas las palabras que te diga acógelas en tu corazón, escúchalas atentamente. Después ve, llégate a tus hermanos y háblales diciendo: Así dice el que me ha enviado. Sea que te escuchen o que te rechacen no les temas, porque yo estoy contigo, mi fuerza y mi poder te sostienen en todo momento. Diles que a los que sois míos, estaréis conmigo en mi Reino. Yo os tomaré de todas las naciones y os reuniré de todos los países y os conduciré a vuestra tierra. Yo derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará. Y os daré un corazón nuevo. Y pondré en vosotros unespíritu nuevo. Pondré en vuestro interior mi espíritu. Y haré que sigáis mis preceptos y guardéis mis leyes.
» Yo me daba cuenta de que algo superior a mis propias fuerzas me impulsaba a aceptar todo aquello por encima de mi entendimiento…Y me dejé conquistar. Esto me seducía… y me dejé seducir
» S.H. proseguía:
‘Yo haré de ti como muro invencible, combatirán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estaré contigo para salvarte, para liberarte. Porque todo colabora para bien de quienes me ama, de aquellos a quienes mi Padre ha elegido.
» Cuando S.H. terminó de decir estas cosas, yo sentí que todo me daba vueltas… ¿Era yo o eran las cosas que se movían a mi alrededor?
» … Silencio… quietud… Paz…
» El sol estaba alto y yo me encontraba en el mismo lugar en el que había visto aquella luz… ¿Cuándo…? ¿Había sido la noche anterior…? ¿Qué tiempo había realmente transcurrido? ¿Fue un sueño?
» ¡Qué disparate! ¡Qué absurdo! ¡Qué inverosímil!
» Pero algo dentro de mí me decía que aquello había sucedido y no lo podía ignorar.
» ¡Era una realidad! Me sabía portador de un mensaje, había sido llamado a realizar una misión bien concreta y exigente. Me quemaba la urgencia de contar a todo el mundo la fuerza de esta experiencia.
» Pero… ¿cómo? … ¿Quién me va a creer?
» Y me decía a mí mismo: Esto hay que madurarlo. No puedo precipitarme. Es demasiado serio como para tomarlo a la ligera. He de darme una respuesta convincente primero a mí mismo, y cuando yo me lo crea de verdad, sabré como transmitirlo. Y con esta inquietud volví a casa.
» Pasé todo el día incómodo y me decía:
» No me acordaré más de él, y no hablaré en su nombre. Pero era en mi corazón fuego, un fuego devorador retenido en mis entrañas. No podía retenerlo y no podía soportarlo.
» Tenía la impresión de haberme metido en un callejón sin salida.
» ¿Quiénes eran todas esas personas que así se habían apoderado de mí?
» Sospechaba que me había puesto en contacto con seres superiores que me querían hacer cómplice de un proyecto que estaba por encima de las fuerzas humanas.
» Por otra parte me veía impulsado a creer que había sido elegido para algo positivo para la humanidad, como mensajero del destino de la Historia.
» Confieso que esto no me disgustaba. Siempre me he sentido atraído por conocer el secreto de la existencia humana. Quizás ya lo llevaba en los genes. El caso es que ahí me encontraba yo aquel día. Con un insondable misterio ante mí. Y una misión que me seducía a la vez que me abrumaba.
» ¿Qué partido tomar?
(los párrafos destacados y en negrita son textos copiados de la Biblia)
La charla del relato anterior entre Andrés y M95 terminó con esta solicitud por parte de ella
—Una última pregunta. ¿Qué piensas de la globalización?
—Bueno, este es un tema muy complejo, con consecuencias éticas muy importantes, pues la actividad económica no puede dejar de considerar el bienestar de toda la humanidad, por lo que se trata de buscar nuevos caminos para llegar a un desarrollo justo y sostenible, especialmente a favor de los países menos favorecidos. No se puede hablar de grandes avances en este campo cuando se siguen muriendo gente en muchos lugares del planeta por falta de alimento y atención sanitaria. Por eso yo soy partidario de la creación de organizaciones internacionales de control y guía, para que orienten la economía hacia el bien de todos los pueblos.
—¿Tú crees que la globalización es solo al campo económico?
—No, aún más, pienso que toda acción colectiva, del campo que sea, tiene que ponerse en favor de todas las personas del planeta. Cualquiera que sea el sistema, la organización social o económica ha de favorecer efectivamente la justicia y la solidaridad en favor de cualquier ser humano.
—¿Tú piensas que es la globalización para un mundo mejor?
—Todo depende de la orientación que los implicados quieran darle. El incremento de la producción, la difusión de las nuevas tecnologías, las buenas relaciones comerciales y culturales a nivel planetario, las buenas intenciones de favorecer la paz y la solidaridad entre los países, la fuerza con que se trata de aplicar los derechos humanos… son rasgos positivos que sin duda ayudan a construir una historia más humanizadora.
—¿Y ves algo negativo?
—Pues sí, también hay el peligro de que se creen organizaciones mercantilistas donde se marque más las diferencias económicas entre los países, la forzada e injusta competencia, organizaciones internacionales en manos de intereses particulares, grandes poderes que configuren monopolios. Por otra parte, existe el peligro de uniformar los modelos culturales anulando las autonomías nacionales, el surgir de redes globales de terrorismo, droga, explotación de las emigraciones…
—Ya veo que es muy grande y complicado el campo de actuar.
—Así es. Pero no soy de esos que atribuye a la globalización todos los males del mundo, pues ya se van viendo resultados positivos que hay que ir fomentando y motivando para que crezcan. Necesitamos pasar por encima de posiciones simplistas y enfocar nuestra atención sobre lo positivo que nos puede aportar este nuevo signo histórico. Creo que puede tener éxito cuando todos disfruten de sus beneficios.
—Todo esto es un programa de muy compromiso.
—Si, pero en lo que respecta al modo de enfocar nuestra responsabilidad social es mucho más profundo, porque sabemos que se nos ha dado este mandato de construir la historia presente con las actuales herramientas. Y si somos coherentes hemos de estar dispuestos a sacrificarlo todo, hasta la vida, para ser fieles a nuestra misión existencial.
A lo largo de toda la novela M95 tiene un único confidente, el agente V71, el cual siempre trata de frenar sus emociones ante el proceso de las investigaciones.
Ni que decir tiene que, a estas alturas de su estancia entre esta gente, M95 tiene muchas sospechas, dudas, interrogantes… que sólo las puede compartir con su compañero de proyecto.
Hoy vamos a introducirnos en su conversación después de oír esta última entrevista con Andrés.
—Entre unos y otros, nos van ayudando a ir comprendiendo esta realidad. Al parecer actúan en los diferentes campos de la sociedad cultural, política y económica.
—Si, vamos conociendo y valorando las características de este contexto sociocultural, los fenómenos de influencia filosófica que motivan sus comportamientos. Su presencia en las diferentes estructuras cívicas es muy comprometida, procurando ser siempre portavoz de los derechos de todos los ciudadanos. Pero ya sé que su última motivación es el compromiso que han adquirido al saberse implicados en la empresa de ese misterioso S. H., al que llaman el Señor y que según ellos tiene un plan que dicen va más allá de la Historia.
—Todo esto suena extraño y fantasioso.
—¡Si pudiera ponerme directamente en contacto con él! ¡Tengo tantas preguntas aún sin respuestas!
—¿Por ejemplo?
—Pues… por ejemplo ¿cuál es el verdadero sentido de la historia de la humanidad?
—¡Qué pregunta más trascendente!
—¡No te burles!
—Ten cuidado con tus impulsos, no te entusiasmes con tanta vehemencia. Recuerda que las grandes ideologías religiosas no colmaron las expectativas de sus creyentes, más bien les llevó al fanatismo y a la guerra en nombre de su dios. ¡Cuántas guerras santas han llenado la tierra de sangre y la historia de odio!
—Es cierto, pero parece ser que aquí no es el caso
—Bueno, algo habrá que no nos convenza.
—Puede ser, pero creo que hemos descubierto algo que no nos puede cegar ante una verdad que parece tenemos olvidada.
—¿A qué te refieres?
—Pues a que la vida no se puede reducir sólo a las cosas que captamos a simple vista. Ahora veo que esto no es la única realidad, hay algo más allá. Pero si somos todos de la misma naturaleza ¿por qué nos comportamos con unas respuestas tan distintas? ¡Aquí falla algo! ¿Quién está en lo cierto? ¿Cuál es el camino correcto? ¿Acaso hemos de recuperar los criterios existenciales de esta gente y que parece que nuestra civilización ha perdido?
—M95, te lo repito no te metas a filosofa, no es tu cometido.
—Pero creo que todos tenemos derecho a descubrir la verdad. Esta es una aventura que implica no sólo a la inteligencia y a las emociones, sino que requiere una escucha interior que nos hace trascender, que nos lleva más allá de los meros instintos y sensaciones por los que hasta ahora hemos funcionado. Entiendo que hemos sido educados en un nivel muy superficial que nos lleva a tomar decisiones muy poco comprometidas existencialmente, pensamientos débiles, meras opiniones, simples datos… Creo que hemos de dar el salto a otra dimensión olvidada, la dimensión del espíritu.
—¡Sí…? Bueno… ¿y qué?
—Pues que ya no puedo conformarme con meras opiniones que nos hacen esclavos de la manipulación arbitraria de los más fuertes. Necesito respuestas más inapreciables, más profundas.
—Me parece que lo único que vas a conseguir es complicarnos la vida a los dos. Tú por tanto discurrir y yo por consentírtelo.
—Bueno, todo esto bien puede ser el precio de la conquista de nuestra libertad ¿no?
—No sé, es un riesgo muy grande que no me atrevo a asumir. Es verdad que yo tampoco me he planteado estas cosas hasta ahora. Quizás nunca se me había presentado la ocasión, pero se nos está complicando la vida con tanta novedad sobre el sentido de la existencia humana, con opiniones tan distintas a lo que estamos habituados a escuchar. Sinceramente, no quiero meterme en este juego.
—Pues yo sigo teniendo muchas preguntas: ¿Qué puede haber de cierto en una utópica eternidad? ¿Es posible que esta no sea la única vida que vamos a vivir? ¿Cuál es el fin de nuestra existencia? ¿Tenemos un futuro más allá de la muerte o (como se nos dice) somos puro producto genético con una finalidad meramente física?
—Todo esto suena inquietante, pero te insisto en que es muy peligroso buscar respuestas.
—Sinceramente, me siento aturdida ante la exigencia de replantearme el significado de mi propia existencia humana. ¿Por qué existo realmente? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Para qué he nacido?
—¡Quieres dejarlo ya!
—¡No puedo! ¡Se me ha metido en mis propias entrañas! Al menos déjame que te lo verbalice.
—Tú verás lo que haces, ya te digo que no quiero verme implicado en tu locura.
—Llámalo como quieras, pero recuerda que esta gente afirma que la existencia actual es un recorrer un largo camino hasta la puerta que nos separa de la auténtica vida, que se nos promete eterna y feliz desde que cruzamos definitivamente el umbral del más allá, después de la muerte.
—Mira, si esto fuera cierto, ya la humanidad con tantos siglos de pensamiento tendría menos respeto a la llegada de esa hora, ¿quién ha vuelto del otro lado de esa puerta que se supone es la muerte, para tener esa certeza?
—¡Otra pregunta para hacer! Pero sólo sé que esta es la primera vez en mi vida en la que me he parado a reflexionar sobre esa posibilidad. A medida en que me voy metiendo en esta sociedad me veo impulsada más y más a confrontar mis últimas razones existenciales