ENCUENTRO CON LA NATURALEZA -5b-

Mientras esto sucede, te quiero informar sobre una charla que dio Andrés ayer tarde.

—Hoy vamos a comentar este texto del Libro:

»En otra ocasión se decía de ellos:

»¿Qué os quiero decir con todo esto? Pues que tenemos que cuidar nuestras relaciones internas, ayudándonos según las necesidades de cada uno, poniendo nuestra riqueza al servicio de las necesidades de los demás. ¡Qué hermoso si también pudieran decir eso de nosotros, que así nos amamos siendo la admiración de cuantos nos observan!

»El sabernos hermanos y hermanas nos ayuda a caminar y a crecer. Es lo que nos da fuerza e impulso para trabajar con los otros. Aceptando a cada persona por su propia dignidad de pertenencia a la familia humana. Todos tenemos una misión personal e intransferible en la construcción de la historia, y si queremos vivir en un mundo más justo y solidario, si queremos liberar y sanear la sociedad del egoísmo que la corroe, hemos de empezar por nuestras pequeñas comunidades sociales.

—Andrés, en la charla del otro día me quedó un interrogante, que quizás pueda engancharse con lo que hoy quieres comentarnos.

—¿De qué se trata?

—Pues verás, muchas veces te he oído hablar de la bondad del hombre y a mí me cuesta mucho a simple vista creer en esa capacidad cuando veo cómo existe tanto mal y cómo me cuesta a mí hacer las cosas bien.

—Bueno, una cosa es que el hombre es capaz de ser bueno y vencer los obstáculos para serlo y otra que lo consiga. Todo depende de cómo se sitúe ante su realidad. Al Señor sólo se le descubre en el interior del hombre, allí donde se desarrolla su parte positiva. Y donde está él, hay optimismo y confianza en el triunfo del bien. Pero esto requiere una actitud vigilante y paciente perseverando, aunque el camino sea largo y angosto. En dos palabras, hemos de ir descubriendo su presencia en los signos cotidianos. La comunicación del Señor con los humanos nunca se interrumpe y es de él de donde recibimos las luces y la fuerza, pero necesitamos caminar con ojos puros y con oídos de discípulos, para ver y oír dónde él nos quiere conducir. Y en ese camino, es donde puedes descubrir la cantidad de hombres y mujeres que buscan y que se hacen preguntas como tú. Una gente que camina por lo cotidiano inquieta por ir construyendo un futuro mejor. Personas en busca de sentido, que no quieren pasar por la vida como parásitos, sino que tratan de poner su grano positivo en la tierra de la historia. Esa es la buena gente que vive a nuestro alrededor. Pero hay que ir detectándolas e incluso hay que estar disponibles para ayudar a que todos descubramos nuestra misión personal.

—Cuando tú hablas todo parece muy sencillo.

—Quizás no lo sea, pero yo sé que es posible. No paséis de lardo. Porque a nosotros se nos ha dado el conocimiento al acoger la buena noticia y hemos de ser mensajeros y mensajeras de ella. El mundo nos está reclamando el ser eco del Señor que habla en lo más íntimo de nuestros corazones.

—¡Esto es muy comprometido!

—Sí, lo es. Por eso no podemos pasar por la vida con una mirada superficial que resbala sobre la existencia de las personas y de las cosas evitando cualquier clase de compromiso.

—Y en todo esto, ¿dónde colocas el mal?

—Por supuesto que el pecado y el mal siguen estando ahí. Pero el reino viene a romper su dinamismo y todo su poder amenazante de destrucción y mentira. Pues sabemos con certeza que el mal no tiene la última palabra. Vosotros procurad hacer el bien y sin duda que experimentaréis gestos de batallas ganadas al enemigo interior.

—Esto requiere una exigencia muy grande.

 —Sí, pero no es para asustarse ni acobardarse, al contrario, ¿no te parece bonito e interesante el saber que todos nos necesitamos mutuamente y podemos colaborar en ir creando un entorno más positivo?

—¿Y qué pasa cuando somos nosotros mismos los que metemos la pata y no hacemos las cosas bien?

—¡Por supuesto! Como humanos que somos, nuestras limitaciones y nuestras debilidades, también nos juegan malas pasadas, pero no hay que desfallecer por ello, el Señor sabe de qué barro estamos hechos, y esto sirve para que nos mantengamos en nuestro sitio y confiemos siempre en su fuerza. Nosotros solos, nada podemos hacer. Por eso os digo que nuestra existencia transcurre en una continua lucha entre el bien que nos pone el Señor en nuestro interior y el mal que siembra el enemigo en el mismo lugar.

—Yo creo que todo esto es muy difícil.

—Ya he dicho que puede ser una tarea ardua, pero es el riesgo de nuestra libertad. La capacidad de elección del hombre, le hace vivir en ese continuo discernimiento. Si estuviéramos coaccionados hacia una sola dirección perderíamos la facultad más digna del ser humano, la libertad.

—Que también es muy comprometida.

 —Así es. Existencialmente la persona es una conciencia libre que conoce la angustia ante la elección, pues nunca puede prever sus consecuencias.

—Entonces, nuestras pequeñas decisiones de cada día, que tienen repercusiones inmediatas ¿van proyectando nuestro futuro?

—Sí. Cada acto presente es una semilla en nuestra existencia y cada uno de esos brotes van formando nuestra historia personal. Por supuesto que no podemos prever el futuro, pero sin duda que lo condicionamos con nuestro presente. Es verdad que mientras hay vida tenemos tiempo para reparar nuestros fallos, pero lo que se omite o se hierra se sustituye, pero no se recupera. Por eso es interesante tener esto en cuenta para ir haciendo el bien mientras de nosotros dependa.

—Pero a veces resulta muy difícil, el ambiente no nos ayuda. Aquí es distinto porque nos estimulamos mutuamente pero fuera…

—Tienes razón, aquí puede ser más fácil, pero si todos nos quejamos y criticamos lo negativo sin poner de nuestra parte para contrastar u ofrecer otra alternativa ¿a quién le pediremos la responsabilidad del cambio de las estructuras que no nos gustan? Esto es obligación de todos y lo que tú no haces se quedará sin hacer, aunque otros hagan su parte, faltará tu colaboración y de esto, sólo de esto, el Señor te pedirá cuenta.

—Me has convencido, pero hasta ahora no se me había ocurrido pensar en lo importante que es cada uno en su misión personal.

—Es verdad. Esto es muy serio y a mí me parece que vale la pena tenerlo en cuenta para dar sentido a nuestros actos diarios.

—Como veis, es necesario, no sólo hacer una crítica exigente de todo aquello que falsea y paraliza el avance positivo de la historia, sino que hemos de tratar de poner en ella lo positivo que nos corresponde.

—Esto quiere decir que, si todos los que vamos descubriendo el sentido auténtico del bien que está en potencia en la humanidad, nos ponemos a vivir a tope esta verdad, iremos creando un ambiente más sano, un entorno más fraterno, donde poco a poco la contaminación de la maldad humana irá perdiendo su fuerza ¿verdad?

—¡Bravo! Has hecho un resumen perfecto. Pero ¿Os habéis dado cuenta de que nos hemos desviado del tema que nos había hoy convocado?

—Lo siento, ha sido culpa mía.

—No te preocupes Magda, estas charlas tienen que ser vitales y participativas, y si el espíritu nos ha llevado por ahí es porque así él lo tenía planeado. Ya volveremos sobre el tema de la fraternidad en otro momento.


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