ENCUENTRO CON LA NATURALEZA -5c-

Como tenía previsto, el lunes fui a visitar a Marta al anochecer y le pregunté por la acampada.

—¿Qué tal os ha ido este fin de semana?

—Muy bien, pero de esto siempre vuelve una rendida, aunque vale la pena pues se disfruta mucho viendo el entusiasmo de los jóvenes.

—Y ¿qué queréis con todo esto? Pues pienso que es algo más que pasarlo bien ¿no?

—Por supuesto, todas estas salidas tienen un objetivo educativo. Pretendemos ofrecer otra alternativa a los jóvenes tan maleables y vulnerables en esta sociedad de adultos que en muchas ocasiones los manipulan buscándolos sólo como producto de sus intereses de consumo.

—Y ¿qué tiene que ver eso con la Ecología?

—Esto, como todas las actividades del club, son medios que ofrecemos para conducirlos por un camino que les lleve a desarrollar su personalidad y a adquirir defensas frente a las atracciones que les acosan por otros cauces. Por eso nos interesamos en ayudarles a interiorizar los acontecimientos cotidianos. Las cosas pequeñas que pasan desapercibidas, los detalles concretos que se nos escapan y que pueden ser interesantes tenerlos en cuenta, todo esto va creando en ellos criterios firmes, para tomar decisiones libres y responsables. En concreto, hablando de la acampada, les ayudamos a observar el brote de un arbusto, el posarse de un insecto, el sonido de la naturaleza, el salir de las estrellas, las constelaciones, el amanecer… una hoja, una nube… todo ayuda a cultivar una actitud de acogida armónica de los bienes que nos proporciona la Naturaleza, y con ello se va desarrollando una rica sensibilidad y un recio espíritu que les lleva a amar la vida de toda la existencia creada, frente a la superficialidad y el egocentrismo de la sociedad que nos bombardea con su demanda de placer y consumo. El respeto de la Naturaleza es una buena vía para respetar la belleza de las cosas y aprender a usarlas sin abusar de ellas.

—¿Y los jóvenes le gusta?

—Pues sí. Como todas las actividades son voluntarias, se apuntan a lo que más les atrae y desde allí se encuentran a gusto. En las acampadas, toman los apuntes de sus descubrimientos, de sus interrogantes, y en el tiempo de la puesta en común exponen sus datos, con lo que todos se enriquecen escuchando la aportación de cada uno. Al final de la jornada, se palpa la satisfacción de haber adquirido nuevos conocimientos con la participación de todos. La Naturaleza es uno de los mejores campos educativos, se enseña y se aprende con facilidad e interés y nos hace consciente del valor específico de cada ser. Esto es interesante porque muchas veces no usamos la capacidad de percibir lo que el hábitat nos ofrece, embaucados en nuestro entorno urbano de asfalto y máquinas. Por eso el fin de estas salidas es el ir despertando en ellos la conciencia de que el mundo es más amplio que su círculo cotidiano y no podemos ignorar que todo es útil y necesario, y nunca permitirnos el despreciarlo o destruirlo. Con esto descubren su responsabilidad ante la polución, los desperdicios, los gases tóxicos, el peligro de los incendios forestales… en fin todo lo que está a su alcance que puede llevar al deterioro de la biosfera o de cualquier otra parte del desarrollo de la naturaleza que tan inconscientemente maltratamos. A veces pienso que, si alguien nos viera desde otro planeta, no comprendería cómo seres inteligentes tratan de destruir algo tan vital para ellos mismos.

—¿Sentís la problema del destrucción ecológica?

—A nivel local no mucho, el tema se sitúa como una toma de conciencia a nivel planetario. Creemos que a un ciudadano ecológico le debe interesar la higiene ambiental, el respeto a los seres vivos y su desarrollo, la protección de todo lo que genera vida, pero también tiene que ser consciente de la justa distribución de los recursos de la naturaleza, que es uno de los temas más olvidados en los países industrializados.

—¿Son muchos los ecologistas en este país?

—Hay gente inquieta por la sostenibilidad ecológica y se asocian para tener voz ante la sociedad, pero nosotros queremos ir más allá. En el fondo de nuestro proyecto educativo lo que pretendemos es ayudar a las futuras generaciones a ser personas capaces de sentir amor, interés e ilusión por la vida que les rodea. Esto no cuadra mucho dentro de una sociedad que se empeña en hacer de ellos robots, donde todas sus capacidades se reducen a tener en sí un almacén de datos y una formación puramente tecnológica. Esto está bien para las máquinas, pero en mi opinión, las personas somos algo más. ¿No te parece?

—¡Por supuesto! También quería que me contaras que es eso de los programas comarcales.

—¡Ah! es otra proyección de estos cursos. Durante las vacaciones estivales los jóvenes participan en los intercambios de desarrollo ecológico comarcales.

—¡Explícame esto!

—Pues verás. Puesto que nuestros jóvenes suelen vivir en la ciudad y tienen poco contacto con la naturaleza, en verano marchan a pueblos y aldeas donde conviven con sus habitantes, enriqueciéndose mutuamente con la experiencia. Allí participan, junto con lo específico de cada lugar, de talleres diversos que les hace tomar conciencia del ahorro ecológico, reciclaje y cuidado del medio ambiente, en fin, programas sencillos que les despierta su responsabilidad personal y colectiva ante el respeto y colaboración del mantenimiento de la naturaleza. Todo esto, les enseña a valorar las riquezas de otras personas que no viven como ellos y también les hace madurar en las relaciones humanas a nivel más amplio.

—¡Qué interesante!

—Sí que lo es. Esto es una manera creativa de ir fomentando entre ellos un nuevo estilo de colaboración, complementariedad y de desarrollo no sólo físico sino también relacional. Con ello se van preparando para ser ciudadanos abiertos a intereses humanos con una mira más amplia que la del comercio de la ciudad. Desde ahí pueden romper barreras y diferencias, reconociendo y agradeciendo los valores de las distintas realidades. ¿No te parece?

—¡Claro, claro!

—Otro programa vacacional son los cursos de voluntariado. En ellos los jóvenes se van preparando para ser futuros monitores de las nuevas generaciones.

—¡Me maravilla la dedicación que tenéis!

—¿Sabes que los jóvenes están contentos de tenerte como profesora?

—¿Sí? ¿Ellos lo dicen?

—Sí. Ayer lo comentaron en el campamento. El hecho de tener que relacionarse con una persona extranjera está suponiendo para tus alumnos una experiencia positiva, pues se sitúan ante otro nivel relacional que, a la vez de ser novedosa, ofrece la riqueza de lo internacional.

—¡Oh! Yo estar contenta. No, nunca pensé en eso.

—Perdonad que interrumpa —dijo Doña María—, la cena está en la mesa. ¡No, no! No tienes ninguna excusa, he puesto tres platos y no me puedes hacer el feo de marcharte.

—Pero… yo no quiero molestar.

—¡Por supuesto que no molestas! ¡Es un placer compartir la cena con los vecinos!

—¡Mu… muchas gracias!

—Venga, pasad que se enfría.

—¡Cómo disfruto escuchándolos! ¡Dicen tantas cosas interesantes! Aunque he de reconocer que aún hay términos que se me escapan.

—Cada cultura tiene su propio léxico y sin duda que la ciencia de esta gente requiere un específico conocimiento que esperemos poco a poco ir captando.

—Es verdad. El modo de pensar de este colectivo humano es nuevo y atrayente para mí, porque esto no lo encuentras en las informaciones teóricas.

—Por supuesto.

 —Tengo que confesarte que presiento que algo se mueve en mi interior, que ya no me sé indiferente y lejana a sus conceptos. Empiezo a sospechar que estoy captando el sentido de la importancia de profundizar en el ser por encima de gastar tu tiempo en hacer o disfrutar. Poco a poco me voy metiendo en un nuevo camino existencial que sin duda me conduce hacia regiones nuevas, pero no por eso dejan de ser realidades sorprendentes y enriquecedoras. Tengo la impresión de que esta cultura, a pesar de ser más primitiva, es más rica que la nuestra en lo que respecta al conocimiento del ser humano y al sentido de su existir.

—Agente M95, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? no me gusta nada tus comentarios. Nuestra postura ante esta realidad se supone que debe ser neutral y veo que cada vez estás más implicada. ¡Te estás metiendo en terreno peligroso! No nos interesa colocarnos en la cuerda floja. Tú sabes muy bien que por este camino podemos caer fácilmente en un delito penal.

—Ya esperaba tu reacción, soy consciente de que me estoy desviando de la misión que nos ha traído, pero confío en tu buena labor de redactor final para salir de esta situación.

—¡Muy amable! Ahora resulta que me tocará a mí sacarte las castañas del fuego.

—Mira, este es mi plan. Cuanto más me meta a fondo en la mente y en el vivir de esta generación, más la comprenderemos y esto nos ayudará a poder calificarla, pero para eso cuento con tu discreción y tu buen hacer.

—Me temo que no te comprendo. Nuestra capacidad cerebral ha sido educada desarrollando unas categorías mentales muy diferentes. ¿Crees que de verdad puedes llegar a entenderles a la profundidad que tú aspiras?

 —Por supuesto que no ignoro que nuestra capacidad cognoscitiva funciona en direcciones diferentes a las de estas personas. Pero por esto mismo estoy asombrada de cómo voy captando los nuevos conceptos.

—Aunque así sea, ¡No te entusiasmes ante esta realidad! Bien sabes lo arriesgado que puede ser esta postura.

—Voy a confesarte algo. Al examinar los documentos que he traído desde nuestra sociedad, (que se supone tenía que servirme de base para saberme desenvolver con más o menos soltura entre esta gente), me he dado cuenta de lo incompleta y superficial que es su información e incluso sospecho que es un material manipulado, al menos desde aquí, puedo atreverme a juzgarlo como superfluo y con poco rigor científico. Pero lo que más me preocupa es que en absoluto se ocupa de las raíces que motivan a esta sociedad, y esto es donde pretendo llegar.

—Insisto en que esto no es de nuestra incumbencia. Limítate a hacer tu trabajo y punto.

—Pero ¿cómo vamos a conseguir conocer verdaderamente a esta gente si partimos de una información inepta y no tratamos de enmendarla?

—¿Te han pedido a ti que lo hagas? Ellos sabrán cuáles son sus planes. A nosotros sólo nos toca ceñirnos exclusivamente a la misión que nos solicitaron. Lo demás no es responsabilidad nuestra.

—Tienes razón. Creo que me he entusiasmado ante la novedad. Estoy demasiado fascinada por sus misterios y su visión trascendental de la existencia humana.

—Tú verás cómo sales de esta, pero lo que no puedo consentir es que tengas el atrevimiento de hacerme cómplice de tus desvaríos. Te lo repito, debes de intentar ver las cosas desde un enfoque más neutral.

—De todas formas, creo que podemos enriquecernos con los conocimientos que vamos adquiriendo. Por otra parte, ningún testimonio humano puede ser absolutamente imparcial. Tenemos inteligencia y razonamos. No somos máquinas. Eso me lleva a contar los hechos tal y como pasan por mi capacidad de información. No ignoro a lo que me expongo, es un riesgo, porque quizás no sepan interpretarlo desde mi propia cultura, pero no puedo informar sin pasión alguna, porque sería renunciar a ser persona, y además estoy convencida que es precisamente esto lo que da calor humano a la narración.


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