Hace cinco años, Andrés se casó con una joven de las más comprometidas en el proyecto, se llama Sara. Tienen un hijo de cuatro años y una niña de quince meses. Sara trabaja en la biblioteca municipal, situada en el edificio que el Ayuntamiento ha creado como centro cultural del barrio. Sara trabaja allí prácticamente desde que se abrió el centro, y Andrés también colabora en el pabellón de “artes y oficios” como instructor de mecánica, esa es su afición, todos los sábados pasa la mañana entre motores y grasa. Además, lleva un seminario permanente de formación sobre “Autoconocimiento e integración social”. Pero ellos se saben con una misión más profunda, comprenden que han sido llamados a colaborar en la construcción de la Historia desde lo cotidiano, según el proyecto del Señor. Se saben implicados juntos en ir proclamando el secreto de la auténtica felicidad de todos los que se cruzan en sus vidas.
Te voy a presentar una de sus facetas más íntimas a través de una conversación que tuvo con M95
—¿Sois muy exigentes en la selección de los candidatos?
—Verás, para llegar a hacer oficialmente el compromiso, se requiere haber estado un tiempo entre nosotros conociéndonos y demostrando ser persona idónea. Esto quiere decir que debe estar dispuesta a renunciar a la vida egoísta y vacía que promueve la sociedad actual. Desde ese momento, su vida estará al servicio de las necesidades de los que se le acerque, compartiendo su tiempo y todos sus bienes, tanto materiales como intelectuales y espirituales. En fin, ha de colocar su vida privada en segundo plano, para vivir exclusivamente por implantar la fraternidad en el mundo como único camino para la paz, la justicia y la felicidad de todos.
—Esto lo veo muy exigente, ¿ya no cuentas en la vida personal?
—Yo no diría que nos privamos de la vida personal, sino que nos percatamos de que la vida tiene otro sentido al que hemos de ser fieles y coherentes, desde el momento en el que somos conscientes de ello. Todo es posible cuando pones el corazón en lo que te parece trascendente y todo lo demás lo consideras secundario.
» Yo no me puedo quejar de que me falte una relación íntima y reservada con mi familia. Esto es otra cosa. Hay entre nosotros espacios sagrados de una intimidad personal como ley elemental de todo ser humano, y nunca pretendemos violar ningún valor natural, lo que no podemos es retirarnos egoístamente cuando alguien nos necesita. Cualquier persona es sagrada para mí y si está en juego su estabilidad personal, yo he de saber renunciar incluso a mi derecho de intimidad si llegara el caso. Pero es una exigencia personal que a nadie se le puede obligar desde fuera. Sólo tú lo mides y tomas la decisión. Tu vida, tu tiempo libre, tus espacios… tú, sólo tú eres libre y responsable para tomar decisiones ante la entrega a la misión a la que te sabes llamada.
» En muchas ocasiones, pueden surgir dificultades ambientales o sociales ante las que es muy difíciles tomar decisiones o que nos ponen en situaciones muy comprometidas incluso de incomprensión y desprestigio y aquí nos jugamos nuestro pacto con el Señor, por eso hay que tener una fortaleza interior que no se adquiere en dos días.
—Esta es una programa muy ambiciosa ¿no?
—Puede ser, pero sabemos que el final no está a la vuelta de la esquina, nuestra misión es ayudar a las personas que el Señor pone en nuestro camino, a tomar conciencia de su destino y acompañarlas hacia su propia meta.
—¿Y cómo sabéis estáis haciendo lo correcto?
—Pues verás. Para que esto sea una realidad contamos con la fuerza del Señor. Él es el que nos enseña todas las cosas y conduce todos nuestros pasos. No solemos hacer nada sin consultarle.
—¿Consultarle?
—Supongo que es muy difícil de entender para una persona ajena a nuestra formación, pero nosotros creemos que su espíritu está en nuestro interior, que se comunica con cada uno y nos ayuda.
—¿En el interior? ¡Esto cada vez más complicado!
—Bueno a estos encuentros con él es lo que llamamos oración.
» Sí, es en la interiorización, en el encuentro con él en nuestro interior donde le oímos y percibimos sus planes concretos para cada uno y para la comunidad que se reúne para escucharle. Estos términos nos sitúan exclusivamente ante la experiencia de personas creyentes, porque no se puede llegar a hacer este descubrimiento, sino en la medida en que tu mirada está iluminada por la fe.
—¡Ahora sí que me encuentro completamente perdida! Yo no entiendo ese lenguaje espiritual.
—Es comprensible. Pero nosotros creemos en ello y nos va bien. Esta es la fuerza interior que nos da energía y nos hace intrépidos y arriesgados.
» Estos encuentros con él y los hermanos, son los momentos más fuertes de la jornada. Nos reunimos para compartir los problemas y las experiencias en clima orante. Nos ayudamos y nos damos ánimo, consejo, estímulo… impulsándonos con nuevas energías en la empresa que llevamos entre manos.
» Es como acercarse a la fuente con los labios secos y salir reconfortada, saciada por esa agua espiritual que brota del manantial interior de cada uno de los hermanos.
» Ahora bien, esta riqueza interior, que tan gratuitamente se nos da, sabemos que tenemos la misión de comunicarla, de compartir con todo el que llama a nuestra puerta, para confirmarles que el Señor está presente en el corazón de todos los hombres y en el centro de todo acontecimiento. Por eso nuestra vida ha de ser el reflejo de esta interiorización.
«Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis»
Siempre un placer leerte. Recibe de mi parte un fuerte abrazo y mil bendiciones. Omar
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